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Los trabajadores estadounidenses son los que tienen los horarios de trabajo más prolongados de entre los de los países industrializados, seguidos por los japoneses.

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Los trabajadores estadounidenses son, de entre todos los de los países industrializados, los que trabajan más horas al año: casi 2.000 horas por persona en 1997, lo que equivale a prácticamente dos semanas más de trabajo que sus homólogos en Japón, donde el número de horas trabajadas al año ha venido reduciéndose gradualmente desde 1980. Este es uno de los datos que revela un nuevo estudio estadístico de las tendencias del trabajo en el mundo publicado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).

Comunicado de prensa | 6 de septiembre de 1999

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Los trabajadores estadounidenses son, de entre todos los de los países industrializados, los que trabajan más horas al año: casi 2.000 horas por persona en 1997, lo que equivale a prácticamente dos semanas más de trabajo que sus homólogos en Japón, donde el número de horas trabajadas al año ha venido reduciéndose gradualmente desde 1980. Este es uno de los datos que revela un nuevo estudio estadístico * de las tendencias del trabajo en el mundo publicado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).

El estudio examina 18 Indicadores Claves del Mercado del Trabajo (ICMT - KILM en inglés) , entre los que se incluyen productividad laboral, costos laborales, desempleo, subempleo y horas trabajadas. Muestra que el modelo estadounidense de aumento de las horas trabajadas anualmente por persona (que totalizaron 1.966 en el año 1997, frente a 1.883 en 1980, con un aumento de casi el 4%) va en sentido contrario a la tendencia general de los países industrializados, que en los últimos años han mantenido igual o reducido progresivamente el número de horas anuales de trabajo.

El elevado número de horas trabajadas por estadounidenses y japoneses (que para éstos últimos fue de 1.889 horas en 1995, frente a las 2.121 en 1980, lo que supone un recorte superior al 10%) contrasta vivamente con el de los trabajadores europeos, que cada vez están dedicando menos horas al trabajo, y particularmente con los de países escandinavos como Noruega y Suecia, donde las horas trabajadas en 1997 fueron, respectivamente, 1.399 y 1.552.

Con la legislación recientemente introducida en Francia para limitar la semana laboral a 35 horas, los trabajadores y trabajadoras franceses totalizaron en promedio 1.656 horas en 1997, frente a las 1.810 de la década de los años 80. En Alemania (Oeste), el promedio de horas trabajadas al año se situó por debajo de 1.560 en 1996, frente a las 1.610 de 1990 y las 1.742 de 1980.

Los trabajadores del Reino Unido, que en 1997 dedicaron al trabajo 1.731 horas anuales de promedio, no parecen haber ganado ni perdido mucho tiempo libre desde 1980, cuando el citado promedio ascendía a 1.775 horas. Los irlandeses, en cambio, han pasado de 1.728 horas en 1980 a 1.656 en 1996, equiparándose así aproximadamente con los de Suiza (1.643), Dinamarca (1.689 para los hombres en 1994) y Países Bajos (1.679 para los hombres en 1994).

Los trabajadores (hombres y mujeres) de Australia registraron en 1996 horarios apenas un poco más prolongados que sus homólogos de Nueva Zelandia (1.867 frente a 1.838 horas de promedio anual). Por su parte, los canadienses han visto disminuir sus horas de trabajo en más de una semana a lo largo de las últimas décadas, hasta alcanzar en 1996 las 1.732 horas trabajadas al año, cifra muy semejante a la de la década de los 80 (1.784 horas anuales de promedio).

Se dispone de menos estadísticas anuales sobre las horas trabajadas por persona y año en los países en vías de desarrollo, por lo que no es tan fácil identificar las tendencias en ellos como para los países desarrollados. Sin embargo, entre los países y regiones en rápido proceso de industrialización, el Este de Asia parece presentar las cifras más elevadas de horas de trabajo anuales, con Hong Kong- China, Bangladesh, Sri Lanka, Malasia, Singapur y Tailandia que registran 2.200-2.300 horas de promedio; pero estas cifras son todas anteriores a 1995, esto es, a la crisis financiera asiática. Las cifras para la República de Corea muestran un descenso regular desde los niveles de 1980 (2.064 horas anuales) a las 1.892 horas de 1996.

Los trabajadores de los países latinoamericanos y caribeños dedican al trabajo entre 1.800-2.000 horas anuales, con un discreto descenso de los niveles de 1980.

Comentando estos datos, el Director General de la OIT, Juan Somavia, ha dicho: "La cantidad de horas trabajadas es un índice importante de la calidad de vida de un país en su conjunto." Y añadió que "si bien son evidentes los beneficios de un trabajo duro, trabajar más no es lo mismo que trabajar mejor."

Somavia advirtió asimismo que, en cualquier análisis riguroso del tiempo de trabajo, es preciso considerar muchos otros factores, "incluidos la productividad, la compensación, el desempleo, los niveles de tecnología, los beneficios sociales, la seguridad laboral e incluso las actitudes culturales con respecto al trabajo y el ocio". Dijo también que en todos los países "existe una tendencia generalizada a tener en menos y minusvalorar el tiempo de trabajo de las mujeres."

"Entre los objetivos del proyecto ICMT de la OIT", añadió, "está el de proporcionar un perfil estadístico actualizado de las tendencias del empleo en el mundo, de manera que resulte posible examinar toda la gama de consecuencias sociales y económicas de las diferentes opciones del mercado del trabajo." Y concluyó diciendo que esperaba que este volumen de 600 páginas, que contiene datos comparativos de 240 países y territorios de todo el mundo, constituya una valiosa referencia en "la búsqueda de la equidad y la eficiencia en el mundo del trabajo."

El citado proyecto es el resultado de un esfuerzo en el que han colaborado la OIT, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y varios organismos nacionales e internacionales para seleccionar y aquilatar los indicadores de las tendencias mundiales del trabajo. Entre las principales fuentes de datos se cuentan la División Estadística de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, la Oficina Estadística de la Unión Europea y la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos.

El ICTM está disponible en dos formatos: en versión impresa estándar y en CD-ROM. Hay también una página web especial de la OIT (www.ilo.org/public/english/60empfor/polemp/kilm/kilm.htm), en la que puede obtenerse información adicional sobre el proyecto ICTM y sobre los indicadores elegidos.

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El rompecabezas de la productividad

La primera entrega de los ICTM, que presenta su información por categoría y país, suscitará sin duda tantas preguntas como respuestas da, sobre todo acerca de los controvertidos temas de cotejar los recursos de mano de obra con la productividad, el empleo y las presiones económicas en una economía crecientemente mundializada.

Lawrence Jeff Johnson, el economista de la OIT que ha dirigido el proyecto ICTM, afirma que, a pesar de la divergencia apreciable en el número de horas de trabajo, los principales países industrializados están convergiendo en el terreno de la productividad laboral.

Según Johnson: "Actualmente el trabajador estadounidense dedica al trabajo más horas que su homólogo u homóloga en los demás países industrializados, y va también por delante de ellos en términos de productividad."

Y añade que "en 1996, los Estados Unidos sobrepasaron a Japón en cerca de 10.000 dólares de valor añadido por persona empleada, y en casi 9 dólares de valor añadido por hora trabajada; pero en los últimos años los trabajadores japoneses están reduciendo rápidamente esta diferencia."

Una situación similar se da con respecto al mayor socio comercial de Estados Unidos, Canadá, cuya productividad laboral está aumentando a un ritmo más rápido en términos de valor añadido por hora de trabajo (123,4 frente a 120,3): en 1997, el valor añadido por hora trabajada de los trabajadores estadounidenses superó en más de 5 dólares al de los canadienses.

Para Johnson, "la carrera de la productividad es como un interminable maratón en el que el trabajador estadounidense todavía marcha en cabeza, pero con un significativo número de competidores -en particular Japón, la República de Corea y los principales países europeos- que están acelerando para dar alcance al estadounidense y ya lo tienen a la vista."

Los ICTM muestran que, en promedio, la productividad laboral en Europa Occidental ha venido aumentando a un ritmo más rápido que en Estados Unidos (22 puntos en porcentaje). Asia (excluido Japón) ha presentado mejores resultados de equiparación con respecto a los países más avanzados: entre 1980 y 1997, el crecimiento de la productividad en Asia fue dos puntos mayor en porcentaje que el de los países desarrollados y su diferencial de productividad con relación a Estados Unidos se redujo en casi 5 puntos porcentuales.

Esto sugiere que el principal reto competitivo que afronta el actual liderazgo de productividad por parte de Estados Unidos no viene sólo de una economía asiática en vías de reactivación, sino también de las principales economías europeas, a pesar de la variedad de estrategias relativas al mercado del trabajo adoptadas por países de todo el mundo, entre las que se incluye la reducción de horarios de trabajo.

Entre los países europeos, Irlanda tuvo los niveles más altos, con mucho, de aumento de la productividad, que alcanzaron los 82 puntos porcentuales entre 1980-1997. Estas altísimas tasas de crecimiento en Irlanda se explican en parte por el relativamente bajo nivel de productividad de que se partía, en comparación con otros países europeos, pero también por los logros en materia de educación y por el rápido aumento de las tasas de desarrollo económico en el país. Entre otros países europeos que presentan un elevado crecimiento de la productividad laboral figuran Finlandia (54 puntos), Suecia (39 puntos), España (38 puntos), Dinamarca (34 puntos) y Bélgica y el Reino Unido (ambos con 33 puntos). La productividad laboral en Francia creción unos 30 puntos durante el periodo examinado, y 31 puntos la de Alemania.

El reto de la productividad viene, pues, tanto de las zonas desarrolladas del mundo como de las que están en vías de desarrollo. Tailandia vio elevarse vertiginosamente su productividad laboral entre 1980-1997, años en los que el valor añadido por persona empleada creció nada menos que 141 puntos porcentuales. Este indicador, que resulta básicamente de dividir el producto interior bruto de un país por el número de trabajadores empleados, para calcular la producción media por trabajador, no toma en consideración todos los posibles factores (tales como la disponibilidad de tecnología y de capital), pero proporciona un indicador fiable de la eficiencia del trabajador en relación con el desarrollo económico en conjunto.

Atendiendo a esta medición del valor añadido por persona, se observa que la productividad de Filipinas se redujo de 100 puntos en 1980 a 84 puntos en 1995. En el mismo periodo, en Indonesia creció 49 puntos. En Hong Kong - China aumentó 91 puntos entre 1980 y 1996; años en los que en Taiwan-China aumentó 120 puntos. Pasando a otros países asiáticos, cabe mencionar los 65 puntos porcentuales de aumento en la India y los 58 de Sri Lanka en el periodo 1980-1995.

Entre las regiones en vías de desarrollo, se observa que Latinoamérica ofrece un pequeñísimo aumento de la productividad en las dos últimas décadas, con las notables excepciones de Chile y de Colombia, en donde la productividad creció más de 20 puntos entre 1980 y 1996. En promedio, pues, Latinoamérica ha experimentado un ligero declive de la productividad entre 1980 y 1996, con un Brasil que la mantiene prácticamente igual desde la década de los 80.

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Otras tendencias claves del mercado del trabajo

En todo el mundo el empleo está pasando de los sectores que producen bienes (agricultura e industria) al sector que produce servicios. Este cambio es muy pronunciado en los países desarrollados y en las economías en transición, y menos espectacular en el África subsahariana y en algunos países de Asia. Sin embargo, con pocas excepciones, la proporción de la mano de obra total ocupada en la agricultura está reduciéndose en todo el mundo, y en los países industrializados el sector servicios proporciona desde ahora por lo menos la mitad del empleo total.

Los ICMT muestran que en 1996 y 1997 las tasas de paro eran relativamente altas en todo el mundo: en casi la mitad de los países estudiados estas tasas superaban el 7%. Esto ocurría también en los países desarrollados, entre los que 14 de 29 países superaban la mencionada tasa del 7%. En la mayoría de los países en que se ha dispuesto de datos para elaborar este indicador, las mujeres presentaban tasas de desempleo mayores que las de los hombres. La principal excepción se da en el África subsahariana, donde el porcentaje de hombres en paro supera al de las mujeres en idéntica situación.

La tendencias en materia de salarios son muy diversas a escala mundial. En la mayoría de los países europeos han estado creciendo regularmente, mientras que en las economías en transición de la misma Europa se han mantenido sin cambios o incluso han disminuido. De forma semejante, los salarios en el Este y el Sudeste Asiáticos crecieron a buen ritmo con anterioridad a la crisis, en tanto que durante el mismo periodo se mantuvieron constantes o disminuyeron en los países del Centro y Sur de Asia. En Latinoamérica se dieron tendencias diversas, mientras que el África subsahariana mostraron una tendencia a la baja.

El sector urbano no estructurado constituye una parte importante de muchas economías en vías de desarrollo. De 42 países estudiados, 13 mostraban proporciones de ese sector urbano no estructurado superiores al 50% del empleo total. Entre estos países se cuentan nueve africanos (Camerún, Côte d'Ivoire, Gambia, Gana, Kenya, Madagascar, Malí, Tanzanía y Uganda), tres latinoamericanos (Bolivia, Colombia y Perú) y uno asiático (Pakistán). Las mayores tasas de actividad del sector urbano no estructurado (superiores al 70%) se registraron en Gambia, Ghana, Malí y Uganda.

Es bien sabido que pobreza y desigualdad ejercen un profundo impacto sobre el funcionamiento de los mercados del trabajo y que, a su vez, dependen de éste, El informe indica nueve países en los que se registran niveles de pobreza que afectan al 50% o más de su población. Son: Guinea-Bissau (88,2%), Zambia (84,6%), Madagascar (72,3%), Uganda (69,3%), Níger (61,5%), Senegal (54,0%), India (52,5%), Nepal (50,3%) y Kenya (50,2%).