Proyecto valora la cultura alimentaria y promueve la generación de ingresos para la población indígena en Brasil

Implementado por la OIT y el MPT bajo la iniciativa nacional Àwúre, el proyecto Soberanía Alimentaria ya beneficia a más de 15 familias de la aldea de Gãpgir, ubicada en el estado brasileño de Rondônia.

Notícias | 16 de Outubro de 2021
La producción sigue la tradición alimentaria de los indígenas. Foto: Village Gãpgir
Brasilia – Quien nos cuenta es Joaton Pagater Suruí, indígena y coordinador de campo de la aldea Gãpgir, tierra indígena Sete de Setembro, ubicada en el estado norteño brasileño de Rondônia (RO): “El proyecto Soberanía Alimentaria llegó a nuestra comunidad en el contexto de la pandemia, en un momento muy difícil, porque muchas familias, socialmente aisladas por la COVID-19, ya no tenían alimentos ni productos de higiene”.

El proyecto Soberanía Alimentaria forma parte del Àwúre, una iniciativa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), del Ministerio Público del Trabajo (MPT) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se financia con recursos del MPT provenientes de multas o indemnizaciones relacionadas con la restauración de bienes laborales lesionados y fue implementado en la aldea por la OIT en alianza con la Asociación GAP EY, beneficiando a 70 indígenas de 15 familias.

El proyecto ayuda a adquirir equipos e insumos y promueve el apoyo a los pueblos indígenas para que trabajen en el campo, produciendo alimentos para su propio consumo de acuerdo con su tradición alimentaria, lo que garantiza la seguridad alimentaria y nutricional de las familias. Se vende el excedente de cultivos y otros alimentos producidos, como nueces, café, maní, miel, yuca y plátanos, lo que genera ingresos para las familias.

Además de este estímulo, el proyecto capacita a los y las jóvenes del pueblo para extraer propóleos y amplía las producciones. Otro frente de acción es la inversión en formas para mantener el bosque en pie, a través de una cadena de producción que lo sostiene, conserva y no degrada la naturaleza.

Para Joaton Pagater Suruí, el proyecto llegó con un importante diferencial: el respeto a la cultura de los indígenas del pueblo.

“Dependíamos de la ciudad para comprar parte de nuestros alimentos, suministros y equipos para trabajar en el campo y también para vender algunos productos como café y nueces. Trás muchas reflexiones y discusiones sobre cómo sería nuestro trabajo para sobrevivir en medio de esta pandemia, llegamos a la conclusión de que debemos invertir toda nuestra energía y trabajar en proyectos que garanticen nuestra soberanía alimentaria y dejen el bosque en pie para frenar el cambio climático que ya nos golpea drásticamente”.

Como no había equipos ni suministros disponibles para trabajar el campo, antes de que el proyecto llegara a la aldea, la comunidad no producía frijoles, sandía, palmito y maní, alimentos que, a pesar de ser tradicionales, habían dejado de cultivarse.

Joaton Pagater Suruí, indígena y coordinador de campo de la aldea Gãpgir. Foto: Aldeia Gãpgir
“Con el soporte de la OIT, no solo en el aspecto económico, sino también en la forma de trabajar con nosotros, respetándonos culturalmente y siempre consultándonos sobre cómo queremos los proyectos, tuvimos la oportunidad de reorganizarnos, invirtiendo en granjas y alimentos tradicionales, y expandiendo nuestra producción y la venta de nuestros productos, lo que genera ingresos para la comunidad. En este momento, la OIT está pensando en continuar con este proyecto, planeamos expandirnos a otros pueblos de nuestra región, ofreciendo, además de equipos e insumos, cursos de capacitación como apicultura, manejo de suelos, monitoreo del territorio, entre otros”, añadió.

El concepto de soberanía alimentaria es fundamental para asegurar la producción de alimentos a través de la agroecología y otras prácticas que respeten la vida, la cultura y la justicia social. Para ello, va más allá de la seguridad alimentaria, al defender que un pueblo libre y soberano necesita autonomía para producir y comercializar sus alimentos localmente y busca garantizar el patrimonio alimentario de los pueblos originarios.

El principal objetivo del proyecto es rescatar las tradiciones y, con ellas, la historia, la memoria y la cultura. A través de la producción agroecológica es posible, de manera sostenible, volver a una población autónoma, con una vida digna, salud y capacidad de producir alimentos saludables y venderlos a precios justos, haciendo que lleguen a un mayor número de personas.

Además, invertir en los pueblos originarios significa preservar el medio ambiente. Se trata de un proceso de recuperación de la memoria combinado con nuevas tecnologías, lo que posibilita el aumento de la producción y su diversificación, pero con el mantenimiento de la cultura y el cuidado de la tierra.

“Con la pandemia, se agravó la situación de inseguridad alimentaria, lo que hizo el proyecto aún más urgente, desarrollándose así acciones de emergencia. La belleza de esta iniciativa radica en colocar a los pueblos originarios en el centro del proceso, como debe ser, como maestros del conocimiento y con sus derechos garantizados. La sociedad en su conjunto se beneficia de haber preservado nuestro medio ambiente y de ver la tierra produciendo alimentos saludables y nuevas historias que contar”, dijo Thaís Dumêt Faria, Oficial Técnica de Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo de la OIT.

Foto: Aldeia Gãpgir
“Los pueblos originarios y las comunidades tradicionales han sido el centro de las acciones de la OIT durante mucho tiempo, con el cuidado de respetar sus prácticas y culturas y valorarlas como conocimientos e historia que deben ser cuidados y preservados. La OIT aprobó el Convenio n. 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales, que se ha aplicado y utilizado como referencia para la legislación internacional en todo el mundo”.

“Como organización tripartita, es decir, formada por trabajadores, empleadores y l gobierno, la OIT busca promover el diálogo social con miras a garantizar una vida digna y libre de explotación para todas las personas y que el trabajo decente sea una realidad. A través del diálogo social, la OIT ha implementado proyectos piloto como fuente de buenas prácticas, ha realizado capacitaciones y ha apoyado a sus constituyentes en la construcción de proyectos, planes y políticas para garantizar los derechos de los pueblos tradicionales”, agregó.

Previsto en el Convenio no. 169, el derecho a la consulta previa se puede resumir como el poder que tienen los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales para influir de manera efectiva en el proceso de toma de decisiones administrativas y legislativas que les afectan directamente.

“El estado de Rondônia es muy rico en patrimonio cultural, tenemos varias tierras indígenas, tierras quilombolas reconocidas y en proceso de ser reconocidas por el Estado, y por eso son necesarios programas y medidas que incentiven la autonomía de estos pueblos. La autonomía solo es posible cuando no hay inseguridad alimentaria. Cuando pensamos en un programa que valora la cultura y rescata los viejos hábitos de estos pueblos, no podemos disociar de ninguna manera la posibilidad que estas comunidades tienen de autogestionarse y tener soberanía alimentaria”, dijo el fiscal del MPT de Rondônia, Marina Tramonte.

Resultados

Café orgánico producido en la aldea. Foto: Aldeia Gãpgir

Desde su implementación en octubre de 2020, el proyecto Soberanía Alimentaria aumentó la producción de 12 alimentos cultivados tradicionalmente por familias en la aldea de Gãpgir del 10 por ciento  al 80 por ciento, introdujo el cultivo de 4 productos más y la cría de gallinas ponedoras y aumentó el valor de comercialización de los alimentos producidos, como en el caso de las nueces de Brasil.

Con la adquisición de equipos, como sacos y material para la producción de invernaderos y selladores para el secado y la comercialización, el valor de la nuez creció 160 por ciento, de 2,50 reales por kilogramo a 6,50 reales. Con la Soberanía Alimentaria, los indígenas vieron aumentar los ingresos de las familias en un 114,22 por ciento lo que se traduciría de 1.800,00 reales al año a 3.856,00 reales al año, por familia.

El café producido en la aldea ganó un nuevo mercado potencial. A través de una alianza entre la empresa Café Três Corações y la cooperativa COOPAITER-Cooperativa Paiter, se produjo un micro lote especial de café orgánico producido en la comunidad.

“Con esta iniciativa apoyada por Àwúre, logramos incrementar la producción de nuestros productos y, con la compra de equipos e insumos, agilizamos nuestro trabajo en los campos y esta producción se duplicó, lo que nos llevó a buscar nuevos compradores para vender nuestra producción.

Antes vendíamos café y nueces en la época de mayor producción, ahora vendemos otros productos como miel y plátanos. La ventaja que nos ha traído es que ahora tenemos producción para vender todos los meses del año, especialmente el plátano”, dijo el presidente de la Asociación GAP EY, Robson Yabnoyãam Suruí.

El Proyecto Àwúre reconoce el valor y la importancia de la soberanía alimentaria, que está directamente relacionada con el derecho de las personas a elegir la forma en que se producirán y consumirán los alimentos, para ello es fundamental la existencia de políticas que las apoyen.