Día Internacional de la Niña

Mensaje del Guy Ryder, Director General de la OIT, con motivo del Día Internacional de la Niña

Declaración | Ginebra | 11 de octubre de 2012
La OIT celebra la especial atención brindada a la situación de las niñas en este nuevo Día Internacional designado por las Naciones Unidas.

Las desigualdades de género que se instauran a una edad temprana suelen producir una desigualdad de género a largo plazo que se reproduce en el mundo del trabajo.

Tenemos la obligación de actuar para garantizar que los derechos de todas las niñas y todos los niños se respeten en pie de igualdad. Sin embargo, pese a los valores, principios y derechos tan ampliamente refrendados por la comunidad internacional, con demasiada frecuencia se deja sistemáticamente atrás a las niñas debido a su sexo. Esto debe acabar.

Prácticas como el trabajo infantil o el matrimonio infantil – el tema de este Día – constituyen una denegación de los derechos de los niños y una limitación grave de su pleno desarrollo. Dichas prácticas también repercuten enormemente en la capacidad general de las sociedades de lograr sus objetivos de desarrollo.

Unos 88 millones de todos los niños que trabajan en el mundo son niñas. Su vulnerabilidad específica está reconocida en el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 (núm. 182), en el que se pide a los Estados Miembros que tengan en cuenta su situación particular.

Muchas niñas se incorporan a la fuerza de trabajo a una edad temprana y suelen acabar desempeñando los trabajos peor remunerados y más precarios, condicionadas por las desigualdades de género instauradas en el hogar y en el lugar de trabajo. Asimismo, muchas niñas que trabajan en el servicio doméstico pasan inadvertidas y no figuran en las estadísticas. Las pautas de desigualdad también se reflejan en los resultados educativos, ya que el 64 por ciento de los adultos analfabetos son mujeres. La desigualdad en el acceso a la enseñanza primaria se acentúa incluso más en la enseñanza secundaria. Sin embargo, la educación – comenzando por una educación básica de calidad para todos – es esencial para la abolición efectiva del trabajo infantil y un paso fundamental para ofrecer a los niños mejores perspectivas de trabajo decente en la edad adulta y generar una nueva dinámica de cambio caracterizada por el progreso social y económico.

Desde hace mucho tiempo resulta evidente que el hecho de valorar a las niñas e invertir en ellas redunda en beneficio de las propias niñas y de sus familias, comunidades y sociedades.

Para mejorar la situación de las niñas de forma sostenible es necesario establecer un conjunto coherente de medidas encaminadas a cambiar las estructuras, las políticas y los valores que sustentan la injusticia social. Las medidas destinadas a las niñas deben ir acompañadas de otras que confieran autonomía a las mujeres y a las madres—a través de la posibilidad de organizarse, el acceso a actividades que generen ingresos y la protección social.

En la actualidad, habida cuenta de la persistencia de la crisis económica mundial y de la incertidumbre provocada por ella, tenemos que estar firmemente resueltos a renovar nuestro compromiso con los objetivos del progreso social y la justicia social y configurar un mundo en el que las niñas ocupen, en pie de igualdad con los niños, el lugar que les corresponde tanto en el hogar como en la escuela y estén bien preparadas para incorporarse, en el momento apropiado, al mundo del trabajo.