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Opinión

¿Estamos comprometidos a poner fin a la violencia contra las trabajadoras migrantes?

Las trabajadoras migrantes experimentan una doble discriminación que puede dar lugar a la explotación, la violencia sexual y el acoso, afirma Deepa Bharathi, asesora técnica principal de la OIT en la Oficina regional para Asia y el Pacífico.

Opinión | 18 de diciembre de 2018
En la región de la ASEAN, casi cinco millones de trabajadores migrantes son mujeres que aportan una enorme contribución a la economía tanto de sus países de origen como de destino.

Si bien cualquier persona, en cualquier lugar, puede ser objeto de violencia de género, algunas mujeres, como las trabajadoras migrantes, pueden estar especialmente expuestas a este riesgo.

¿Por qué? Nuestras sociedades nos dicen que las mujeres y el trabajo de las mujeres valen menos que los hombres y el trabajo de los hombres. Nuestras sociedades nos dicen que los migrantes y el trabajo de los migrantes valen menos que los ciudadanos y el trabajo de los ciudadanos.

La discriminación afecta a las mujeres migrantes en dos frentes: el de su género y el de su nacionalidad.

Las experiencias positivas y las valiosas contribuciones que las trabajadoras migrantes aportan a nuestras comunidades solo pueden ser garantizadas si sus derechos se respetan y protegen plenamente.

Sin embargo, persiste la violencia contra las mujeres en el proceso de migración. Por un lado, las mujeres se ven forzadas a migrar en condiciones precarias y, por otro lado, durante su experiencia de migración laboral, sobre todo cuando no están protegidas por legislación laboral.

En lo que respecta a un sector en particular, el trabajo doméstico realizado por los migrantes, en todos los países de la ASEAN, se caracteriza por estar exento de toda o parte de la legislación laboral que se aplica a los otros trabajadores.

Si bien los esfuerzos dirigidos a prevenir y a responder a la violencia contra las mujeres en la región se han intensificado, sabemos, por ejemplo, que los trabajadores domésticos migrantes que no están completamente amparados por las leyes del trabajo con frecuencia piensan que no obtendrán justicia si denuncian una situación de explotación laboral, mucho menos otros tipos de violencia.

Una investigación que examinó más de 7000 denuncias de trabajadores migrantes en la ASEAN en 2017 muestra que las mujeres son dos veces menos propensas que los hombres a recurrir a las instituciones públicas en busca de ayuda.

La violencia contra las mujeres puede ser física, sexual y psicológica, e incluye la violencia doméstica, la violencia sexual y el acoso. También puede ser económica, como el trabajo forzoso, la trata de personas, la retención del salario, una remuneración inferior a la acordada o ninguna remuneración y la discriminación en el trabajo.

En lo que se refiere a la discriminación en el trabajo, un estudio de 2017 nos indica que los hombres migrantes en los países de la subregión del Mekong ganan salarios mensuales 14 por ciento más altos que las mujeres, y esta brecha de género es aún más elevada según la nacionalidad. Por ejemplo, los hombres migrantes provenientes de Myanmar ganan 36 por ciento más que las mujeres migrantes provenientes de ese país.

La violencia contra las mujeres está profundamente arraigada en la distribución desigual del poder y de los recursos entre mujeres y hombres. Los intermediarios y los contratistas en el proceso de migración, los empleadores, los conyugues y las parejas, y otros forman parte de estas relaciones de poder.

Si no están controlados por leyes del trabajo equitativas en cuanto al género y al estatus migratorio, estos actores no tienen ningún motivo, más allá de su ética personal, de garantizar que las trabajadoras migrantes reciban una remuneración adecuada, procedimientos de contratación equitativos y condiciones de trabajo decentes.

Con el objetivo de garantizar que la migración laboral sea segura y justa para todas las mujeres en la ASEAN, la Iniciativa Spotlight, financiada por la Unión Europea, dirigida a eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas, lanzó un nuevo programa en los países de la ASEAN.

El programa “Safe and Fair” se implementa en el marco de una asociación entre la Organización Internacional del Trabajo y ONU Mujeres en la región de la ASEAN. Guiado por el principio de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible “que nadie sea dejado atrás”, el programa apoya a las trabajadoras migrantes a través de soluciones innovadoras basadas en los derechos para mejorar su calidad de vida.

Safe and Fair procura incentivar cambios en el equilibro de poderes – entre mujeres y hombres, empleadores y trabajadores, ciudadanos nacionales y migrantes – en muchas interrelaciones de la sociedad.

Las políticas de migración laboral que promueven la igualdad de género, el mismo salario por el mismo trabajo, la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y el acceso de las mujeres al trabajo decente, son indispensables para transformar las normas sociales y culturales y los estereotipos de género.

Es necesario promover una cultura de dignidad, sin prejuicios de género, sin violencia ni acoso contra las mujeres a fin de garantizarles bienestar y un trato justo.

Hoy, cuando se celebra el Día Internacional del Migrante, es el momento para que los Estados miembros y las instituciones de la ASEAN, los trabajadores, los empleadores y la sociedad civil se unan para hacer realidad los derechos y oportunidades de las trabajadoras migrantes.