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Guy Ryder reafirmó la importancia del trabajo decente para reducir la pobreza, las desigualdades y salir de la trampa del lento crecimiento

En su declaración ante el Comité Monetario y Financiero Internacional y el Comité de Desarrollo en Washington, el Director General de la OIT señaló que, en el contexto de la ralentización del crecimiento, el futuro de los mercados laborales sigue incierto y es probable que empeore.

Noticia | 7 de octubre de 2016
WASHINGTON (OIT Noticias) – En ocho años, la economía mundial no se ha recuperado del todo de la crisis financiera mundial y es muy probable que permanezca bloqueada por un ritmo de crecimiento lento a menos que no se adopten con urgencia medidas coordinadas a fin de estimular el crecimiento y hacerlo más inclusivo, declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder.

El Director General de la OIT destacó que actualmente hay más de 70 millones de mujeres y hombres desempleados que tendrían un trabajo si el ritmo del crecimiento se hubiese restablecido a los niveles anteriores a la crisis. Con las últimas revisiones a la baja de las perspectivas mundiales del crecimiento, el déficit de empleos podría llegar a más de 80 millones para 2020.

“El crecimiento mundial de los salarios reales ha disminuido drásticamente durante la crisis, se recuperó en 2010, pero desde entonces ha experimentado una nueva desaceleración. Si China, donde el crecimiento del salario fue más rápido que en ninguna otra parte del mundo, no se incluye en los cálculos, el crecimiento del salario habría descendido a menos del uno por ciento anual registrado durante los años de la crisis”, señaló Ryder. “Es indispensable aumentar las oportunidades de trabajo decente y mejorar los salarios para salir de la trampa de la desaceleración del crecimiento y restablecer un círculo virtuoso de mayores inversiones, aumento de la productividad, desarrollo de las empresas sostenibles y crecimiento de los salarios y del consumo”.

Según las encuestas realizadas en 28 países, una cuarta parte de los jóvenes entre 15 y 19 años no trabajan, no estudian ni reciben formación (NiNi), una condición que implica el riesgo de subempleo, deterioro de las competencias y desmotivación. Además, entre 1995 y 2015, la tasa mundial de participación femenina en la fuerza de trabajo descendió de 52,4 por ciento a 49,6 por ciento. A escala mundial, las mujeres ganan 77 por ciento de lo que ganan los hombres.

“Se estima que 156 jóvenes empleados, o 38 por ciento de los jóvenes que trabajan en los países emergentes y en desarrollo viven en pobreza extrema o moderada. El potencial de la generación que tiene que esforzarse para realizar los Objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible está siendo desperdiciado”, indicó Guy Ryder.
“Invertir en la igualdad de género en el trabajo y permitir que las mujeres y los hombres concilien las responsabilidades laborales y familiares es una prioridad fundamental de la reforma estructural del mercado laboral y el incremento del potencial productivo de la fuerza de trabajo del mundo”, agregó.

El Director General de la OIT además puso de manifiesto que el objetivo compartido de la OIT y el Banco Mundial es incrementar el número de países que pueden proporcionar protección social universal, al apoyar a los países a concebir e implementar sistemas de protección social universales y sostenibles.

“La protección social universal se refiere a un conjunto integrado de políticas diseñado para garantizar seguridad del ingreso y apoyo a todas las personas a lo largo del ciclo de vida, prestando especial atención a los pobres y los vulnerables”, explicó Ryder.

En este contexto, llamó la atención sobre el Programa Better Work OIT/CFI que opera en ocho países en desarrollo de todas las regiones y está dirigido a las cadenas de suministro de la industria de la confección. El programa contribuye a reducir el uso de prácticas abusivas en el lugar de trabajo, incrementar la productividad y la remuneración y disminuir las jornadas de trabajo excesivamente largas, y genera efectos positivos fuera la fábrica para los trabajadores y sus familias.

El Director General destacó además que los importantes cambios en el empleo impulsados por la apertura del comercio y las inversiones internacionales “requieren que las instituciones del mercado laboral sean reforzadas” a fin de facilitar la movilidad de los trabajadores, aumentar la formación, promover el establecimiento de salarios sostenibles, garantizar una protección social adecuada, mejorar las condiciones de trabajo y reforzar el respeto de las leyes internacionales del trabajo.

“Los convenios de la OIT relativos a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, ampliamente ratificados, son parámetros fundamentales para las inversiones internacionales y los mecanismos de gobernanza del comercio. Su aceptación casi universal, que demuestra la importancia de ser miembro de la OIT, ha permitido que se conviertan en una referencia mundialmente reconocida para el trato justo en el lugar de trabajo y en el punto de partida para abordar las condiciones de trabajo y el desarrollo sostenible”, dijo.

“La exitosa y constante colaboración entre la OIT y el Banco en Uzbekistán para supervisar la cosecha de algodón y el uso del trabajo infantil y trabajo forzoso, también ha proporcionado un modelo útil sobre cómo la OIT y el Banco Mundial pueden colaborar para ayudar a los países a fortalecer sus capacidades para poner en práctica las normas internacionales del trabajo en el marco de los proyectos del Banco Mundial”.