Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

27 millones de jóvenes en la informalidad en América Latina y el Caribe

Un nuevo informe de la OIT destaca que además del alto desempleo, los jóvenes deben enfrentar un panorama laboral donde son frecuentes las malas condiciones laborales, lo cual puede repercutir sobre el progreso de los países y su vinculación con la democracia. El tema es analizado en una reunión regional tripartita en Lima.

Noticia | 22 de abril de 2015
LIMA (OIT Noticias) – La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó hoy que al menos 27 millones de jóvenes trabajan en condiciones de informalidad en América Latina y el Caribe, e hizo un llamado para adoptar medidas urgentes de transición a la formalidad con el fin de garantizarles un futuro mejor y aprovechar su aporte para el progreso social y económico de los países.

“El desempleo juvenil es muy elevado, pero es apenas la punta del iceberg del problema de falta de oportunidades para quienes recién inician la vida productiva”, dijo Elizabeth Tinoco, Directora Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, en el marco de una reunión regional sobre este tema que se inicia hoy en la capital peruana.

La reunión convoca a representantes de Gobiernos, empleadores y trabajadores para analizar en forma más detallada cuáles son las políticas que funcionan al enfrentar el problema de la informalidad en el empleo juvenil. En el encuentro también participan especialistas de OIT de África y Asia.

Seis de cada 10 empleos disponibles para los jóvenes en este momento son en condiciones de informalidad, alertó la OIT en un informe preparado especialmente para la reunión. En general se trata de puestos de trabajo de mala calidad y escasa productividad, con salarios bajos, sin estabilidad ni perspectivas, sin protección social ni derechos.

“Estamos frente a un desafío político importante, pues el alto desempleo e informalidad configuran un cuadro en el que se generan altas dosis de desaliento y frustración por la falta de oportunidades”, dijo Tinoco. También dijo que cuando los jóvenes sólo tienen acceso a empleos de mala calidad “se compromete su trayectoria laboral futura”.

“¿Cómo afecta la situación laboral de los jóvenes su vinculación con la democracia?”, planteó la Directora Regional de OIT. Por otra parte recordó que las dificultades para acceder a un empleo digno “perpetúan los ciclos de pobreza de las familias y dificultan la lucha contra la desigualdad”.

Un escenario complejo

En América Latina y el Caribe hay unos 108 millones de jóvenes entre 15 y 24 años, de los cuales poco más de la mitad, unos 56 millones, forman parte de la fuerza laboral. Es decir, son jóvenes que tienen un empleo o que están buscando un empleo en forma activa.

Entre estos jóvenes la tasa de desempleo alcanza a 13,3 por ciento en el promedio regional, el triple que la de los adultos. Se estima que más de 7 millones de jóvenes no logran conseguir empleo, lo cual equivale a 40 por ciento del total de desocupados en la región.

La situación de alto desempleo se ve agravada con una tasa de informalidad juvenil no agrícola que llega a 55,7 por ciento en el promedio regional, más de ocho puntos porcentuales a la tasa general de 47 por ciento.

La mayor parte de estos empleos informales para los jóvenes son generados en la economía informal, con gran frecuencia en pequeñas y micro empresas que no están formalizadas. Pero las condiciones de informalidad también afectan a 32 por ciento de los jóvenes que trabajan en empresas formales.

La tasa de informalidad entre los jóvenes asalariados llega a 45,4 por ciento, mientras que entre quienes trabajan por cuenta propia, incluyendo los emprendedores jóvenes, la informalidad llega a 86,4 por ciento.

Las señales de informalidad laboral son más agudas entre quienes menos tienen. Entre los jóvenes que pertenecen al 20 por ciento más pobre de la población regional, apenas 22 por ciento tienen un contrato escrito, y las tasas de afiliación a la seguridad social apenas superan 12 por ciento.

En América Latina y el Caribe hay poco más de 20 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan.

Medidas para enfrentar el problema

“Hay que enfrentar la informalidad y el desempleo de los jóvenes con una combinación de políticas que respondan a las necesidades específicas de cada país, las medidas aisladas en general tienen poco impacto y su efecto es limitado”, destacó Tinoco. Destacó que los problemas del empleo juvenil son reconocidos por los países y hay manifestaciones de preocupación sobre sus causas y consecuencias.

“Hay que pasar de la preocupación a la acción para enfrentar los retos del empleo juvenil, en especial en un momento como el actual caracterizado por una desaceleración de la economía que podría presionar a un alza en las tasas de desempleo y de informalidad”, puntualizó la representante de la OIT.

El informe preparado para el encuentro en Lima destaca que en la propia región hay numerosos ejemplos de políticas e iniciativas que están mostrando resultados.

En el caso específico de la informalidad laboral de los jóvenes se ha destacado la importancia de actuar con políticas en tres ámbitos:
  • Medidas de incentivos a la creación y condiciones para el desarrollo de puestos de trabajo formales, como son los subsidios para el desarrollo de negocios y o la expansión del empleo de los jóvenes, y los programas para aumentar las calificaciones.
  • Iniciativas especialmente dirigidas a formalizar trabajos y unidades informales, como son los regímenes de regularización, los esquemas de inspección laboral, y el apoyo a la formalización de microempresas de baja productividad.
  • Iniciativas de extensión de cobertura de protección social a los trabajadores informales, como prestaciones por desempleo, seguridad social en salud y protección a la maternidad.
“Estamos hablando de aprovechar el potencial de la generación más preparada que hemos tenido en nuestra historia”, dijo Tinoco. “Los jóvenes pueden hacer una contribución esencial para la reducción de la pobreza, para combatir la desigualdad y para contribuir con un crecimiento económico sostenible”.