Al crecer la pequeña minería en los países en desarrollo
GINEBRA (Noticias de la OIT) - En muchos países en desarrollo, la pequeña minería crece hoy en forma rápida y a menudo incontrolable, empleando a un gran número de mujeres y niños en condiciones peligrosas y provocando una tasa de mortalidad de los accidentes del trabajo 90 veces superior a la registrada en las minas de los países industrializados, afirma un nuevo informe de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
GINEBRA (Noticias de la OIT) - En muchos países en desarrollo, la pequeña minería crece hoy en forma rápida y a menudo incontrolable, empleando a un gran número de mujeres y niños en condiciones peligrosas y provocando una tasa de mortalidad de los accidentes del trabajo 90 veces superior a la registrada en las minas de los países industrializados, afirma un nuevo informe * de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
El informe, Los problemas sociales y laborales en las explotaciones mineras pequeñas , se presentará a una reunión sectorial sobre la minería en pequeña escala, que comienza el lunes 17 de mayo en la sede de la OIT, en Ginebra. El informe pone de relieve que, en los últimos cinco años, la explotación en pequeña escala en 35 países de África, Asia y América Latina ha experimentado un incremento de medio del 20 %, y que las autoridades de la mayoría de los países encuestados prevén la continuidad de tal crecimiento.
"Una de las razones por las cuales este trabajo es tan peligroso es que hasta un 80 % de la actividad minera en pequeña escala se realiza fuera de todo marco jurídico o reglamentario", explica Norman Jennings, especialista industrial de la OIT y autor del informe.
Según la OIT, los esfuerzos que muchos países despliegan por desalentar o suprimir la minería en pequeña escala -que denuncian como una actividad sucia, peligrosa y destructora- tropiezan con la dura realidad constituida por las necesidades económicas. Para las comunidades empobrecidas, "la minería encierra la posibilidad de obtener ingresos en efectivo, con la expectativa adicional - como en un juego de lotería - de que pueda llegar una racha de suerte en el futuro, siempre que uno se mantenga en el juego". Se refuerza así el círculo vicioso formado por unas condiciones de trabajo deplorables, un considerable daño ambiental y la pobreza de las comunidades cuya sobre vivencia depende de la pequeña minería.
A juicio del Sr. Jennings, hay que adoptar políticas que permitan dar un mínimo de estabilidad a las pequeñas explotaciones mineras y de esta manera garantizar un trabajo decente a los millones de trabajadores y de empresarios de este sector. En realidad, son muchas las pequeñas minas que operan en forma segura, productiva y próspera.
Aunque el trabajo en las minas en pequeña escala tiende a ser insuficientemente remunerado, de carácter estacional y muy precario, proporciona empleo directo, si bien a menudo sólo para la subsistencia, a cerca de13 millones de trabajadores que contribuyen con entre 15 y 20 % de la producción mundial de metales y piedras preciosas, materiales de construcción y minerales (esencialmente no combustibles), indica el estudio de la OIT.
Se estima que, en todo el mundo, la subsistencia de unas 80 a 100 millones de personas depende de los escasos ingresos que obtienen de la minería en pequeña escala, cifra aproximadamente igual a la de las personas ocupadas en el sector de la gran minería, mucho más visible. Sin embargo, la mayoría de los mineros de las explotaciones pequeñas tienen ingresos muy bajos, y algunos venden sólo el equivalente a un dólar en oro en cada transacción. Es probable que menos del 10 % de la fuerza laboral de la pequeña minería tenga algún nivel de calificación técnica reconocida.
A pesar de las dificultades, el efecto económico y social de la minería en pequeña escala dista mucho de ser menor, particularmente en los países que extraen productos de alto valor, como el oro, la plata, los diamantes o las piedras preciosas. El informe menciona que a las minas en pequeña escala corresponde entre 80 y 100 % de la producción de oro, diamantes y piedras preciosas en Burkina Faso, Cuba, Guyana, Mozambique, Myanmar y Níger, y más del 50 % en Bolivia, Filipinas, México y Tanzanía. Según el tamaño de los yacimientos, la actividad económica generada por la pequeña minería puede ser importante, en especial en las comunidades que no tienen fuentes alternativas de empleo o ingresos:
"A nivel nacional, la exportación de metales y minerales de alto valor extraídos de las pequeñas minas pueden contribuir esencialmente a las ganancias de divisas. El oro y las piedras preciosas producidas en el África subsahariana alcanza al año un valor de 1.000 millones de dólares. En China, el oro producido por la pequeña minería asciende actualmente a un valor de 200 millones de dólares al año; en Bolivia y Brasil, a 180 millones (mucho menos que en el apogeo de los garimpeiros -mineros artesanales- a fines del decenio de 1980); 140 millones de dólares en Indonesia y unos 250 millones en Perú.
Aunque las economías de escala por lo general limitan la producción de minerales industriales -como el cobre, el hierro, el manganeso, el plomo y el carbón- a las grandes minas muy mecanizadas, el informe menciona que en los países donde existe una demanda local y nacional estos productos se extraen con frecuencia en pequeñas explotaciones.
Riesgos para la salud y la seguridad
Debido a la poca información y al carácter ilegal de la mayor parte del trabajo, resulta imposible establecer la cantidad de muertes y accidentes que ocurren en las minas en pequeña escala, pero se sabe que en éstas, y en particular en las minas subterráneas de carbón, existe un alto riesgo de accidentes que pueden provocar muertes o discapacidades.
"Los tres países que tienen el mayor número de pequeñas minas de carbón subterráneas ( China, India y Pakistán) tienen un número mucho más elevado de accidentes mortales que en el caso de otros tipos de minas, incluso cuando se toma en cuenta la cantidad de personas empleadas", indica el informe.
"Se calcula que en China hay cada año más de 6.000 accidentes mortales en minas pequeñas. En la provincia de Hunán, donde se producen 25 millones de toneladas de carbón al año en 5.220 minas pequeñas que dan empleo a 200.000 trabajadores, hubo 232 muertes en 1997, el 70 % de las cuales fueron causadas por explosiones de gas o de polvo de carbón". La tasa de accidentes mortales en este sector (9,1 por millón de toneladas de carbón) es 90 veces mayor al promedio registrado en los países industriales (0,1 por millón de toneladas). Pero en algunas regiones el número de muertos es incluso mayor. En 1998, por ejemplo, en Balochistan, provincia de Pakistán, 64 mineros perdieron la vida en minas de carbón que producen 1,6 millones de toneladas, lo que representa una tasa de accidentes mortales de 40 trabajadores por millón de toneladas.
En estos y muchos otros países, las catástrofes cobran un alto número de vidas entre los mineros. En 1998, un deslizamiento de tierras en Colombia produjo la muerte de 100 mineros de piedras preciosas. En Tanzanía, las inundaciones dieron muerte a más de 100 mineros en 1997 y a unos 70 en 1998. En China, en 1996, más de 400 mineros del carbón murieron en tres explosiones de gas distintas; en 1997, 86 murieron en una sola explosión y en 1998, más de 30 murieron en explosiones diversas.
En Bolivia, donde 4.000 pequeños mineros organizados en cooperativas explotan una mina cerrada de estaño, hay un promedio de tres accidentes mortales y 15 accidentes graves cada mes, lo que equivale a decir que cada año casi el 1% de la fuerza de trabajo pierde la vida. Una situación similar se produce en Zimbabwe, que tiene una triste reputación por el elevado número de accidentes mortales, fuera de toda proporción, que son "causados principalmente por los propios mineros que vuelven a entrar ilegalmente en minas cerradas para extraer oro de los pilares, y por mineros aluviales que excavan en las riberas inestables de los ríos".
En una proporción excesiva de casos, los factores humanos y económicos agravan el riesgo de que se produzcan muertos y heridos: "Un equipo inadecuado, inapropiado o poco seguro es el verdadero problema en muchas de las minas en pequeña escala". Los hundimientos por galerías mal construidas, las caídas de rocas, la constante humedad, la falta de ventilación, el equipo defectuoso, el agotamiento y la exposición permanente al calor, el ruido y el polvo también afectan la salud y la seguridad del minero. La frecuente anarquía que suele caracterizar a muchas minas en pequeña escala, donde predomina un ambiente de "carrera hacia el oro", explica que las normas de salud y seguridad sean casi siempre ignoradas.
Con todo, el peligro que representan los accidentes en la minería es muy inferior a los riesgos derivados de las enfermedades comunes en las comunidades mineras, a menudo superpobladas y hacinadas en chozas precarias, sin instalaciones sanitarias adecuadas ni agua potable. La transformación del mineral bruto se hace en casa y el agua de uso doméstico es la misma que se emplea en el tratamiento del mineral. La silicosis por exposición a polvos de mineral y el envenenamiento por mercurio son peligros cotidianos para el minero, que también afectan a toda la comunidad, incluidas las mujeres y los niños de los mineros. En Ghana, se ha diagnosticado a mujeres y a niños no mayores de 14 años con estados avanzados de silicosis provocada por las actividades de trituración de mineral aurífero en sus aldeas. Pero la falta casi total de atención médica hace imposible calcular la magnitud de las enfermedades profesionales, especialmente la silicosis y el envenenamiento por mercurio.
Mujeres y niños que trabajan en la minería
El informe de la OIT estima que de los 13 millones de mineros en pequeña escala que hay en el mundo, hasta 4 millones podrían ser mujeres, pero que muchas de ellas trabajan en la minería sólo a tiempo parcial. En Asia, la proporción de mujeres trabajadoras es inferior a 10 %, y la mayor parte de sus actividades se limitan a seleccionar, embalar y preparar los materiales para su transporte.
En América Latina, tal proporción es algo más elevada, ya que las mujeres representan entre el 10 y el 20 % de la fuerza de trabajo. En África, la participación de las mujeres es incluso más alta y alcanza hasta un 60 % en algunas regiones mineras.
Las mujeres en África participan activamente en el procesamiento de las materias primas, en tareas como triturado, molienda, cribado, lavado y transporte de minerales. En algunos centros mineros, estas actividades están dominadas por las mujeres, quienes realizan estas tareas en casa y exponen así a familias completas al alto riesgo de enfermar de silicosis y al envenenamiento por mercurio. Como las mujeres prácticamente no trabajan bajo tierra, se dedican a lavar oro en batea o a escarbar la superficie con rastrillos para obtener pequeñas cantidades de materia prima.
En América Latina, las mujeres realizan actividades similares y no es raro ver a mujeres y niños que rescatan entre los desechos restos de minerales y piedras preciosas. Más de 8.000 mujeres trabajan en las minas de oro al norte de La Paz, Bolivia, en condiciones muy penosas. Estas mujeres, llamadas palliris, recogen y seleccionan los desechos procedentes de las plantas de elaboración, que venden a intermediarios, llevan a plantas de elaboración o lavan ellas mismas para extraer pequeñas cantidades de metal. Algunas mujeres trabajan en pozos aluviales de hasta 20 m de profundidad, extrayendo arena metálica con picos y palas. Sus remuneraciones son bajas y a menudo inexistentes, pues trabajan simplemente para estimular la capacidad de ganancia de sus esposos.
Se calcula que cientos de miles de niños trabajan en minas pequeñas, con frecuencia en condiciones intolerables. Los riesgos a que se exponen son los mismos que pesan sobre los mineros adultos - inundación, sepultamientos, tuberculosis, inhalación de polvos, mercurio y otras substancias químicas -, pero los riesgos para cuerpos inmaduros son mucho más graves.
En minas y canteras a través del mundo puede verse a niños de corta edad recogiendo minerales, rompiendo rocas con martillos, lavando, cribando o transportando mineral. Se utiliza a niños no mayores de 9 años para colocar explosivos, llenar sacos de mineral, transportarlos en sus espaldas y cargarlos en carros. A la edad de 12 años, poco más o menos, su presencia bajo tierra se hace más generalizada y muchos comienzan a efectuar las mismas tareas que los adultos. Con mucha frecuencia, el trabajo de los niños en las minas sirve simplemente para aumentar los ingresos familiares o para tener apenas de qué alimentarse para vivir.
En algunos casos, su menor tamaño y corpulencia física exponen al niño a mayores riesgos, como, por ejemplo, cuando toman parte en las carreras hacia el oro, en que se da una competencia frenética para encontrar las vetas de mineral (se prefiere a los niños, ya que éstos necesitan túneles más pequeños que los adultos). Sin embargo, los riesgos en tales condiciones son extremadamente altos, debido al peligro intrínseco de los trabajos pero también al incumplimiento de las normas más elementales de seguridad.
Existen muchos ejemplos de trabajo infantil en la minería en pequeña escala. En Guinea, muchachos de 14 a 16 años trabajan en las minas de diamante, por lo general muy mal remunerados, o excavando grava en las zanjas, extrayendo agua con cubos y desviando corrientes y ríos con sacos de arena. Estudios realizados por la OIT en Madagascar y Burkina Faso revelaron que en las minas y canteras pequeñas hay cientos de niños que trabajan junto a sus familiares pobres, muchas veces en jornadas de más de 10 horas diarias.
En Níger, se calcula que hasta 250.000 niños trabajan a tiempo completo o parcial en la pequeña minería de subsistencia. Muchos son descendientes de esclavos ocupados en la producción de trona, que los habitantes más pobres utilizan como alimento para el ganado. También se explotan yacimientos de sal, yeso, oro y materiales de construcción.
En la región de Mollehuaca, en Perú, los niños que trabajan bajo tierra están expuestos a condiciones muy penosas, realizando casi el mismo trabajo que los adultos en turnos de 12 horas. La mayor parte de los niños trabajan en canteras de piedras. Los niveles de contaminación por mercurio son altos y tanto adultos como niños sufren de enfermedades respiratorias y otras dolencias relacionadas con la minería.
En Filipinas, los niños de la región de Sibutad acarrean a espaldas el mineral en sacas de 28 kilos desde las minas de oro hasta el lugar de elaboración; otros participan en el tratamiento del mineral y están expuestos a la contaminación por mercurio; algunos trabajan bajo tierra llevando alimentos y agua a los mineros.
En la comunidad minera de Mererani, en Tanzanía, existen los llamados "muchachos serpiente", chicos de entre 12 y 15 años, de contextura ágil, que se encargan de buscar y acarrear materiales bajo tierra, recogiendo pequeñas piedras preciosas, colocando explosivos en espacios angostos y llevando recados para los mineros adultos. Su tamaño les permite llegar a lugares inaccesibles para los adultos y trabajar mucho más rápido, pero el peso de las cargas, las posturas difíciles y las condiciones de trabajo insalubres y duras tienen efectos negativos en su desarrollo.
Un sector que necesita ayuda
El informe indica que, como casi todas las actividades económicas, "la minería en pequeña escala tiene aspectos positivos y negativos. Está estrechamente vinculada al desarrollo económico, en particular en el sector rural de muchos países en desarrollo; contribuye a frenar la migración hacia las ciudades, manteniendo los vínculos entre las personas y la tierra; hace una gran contribución a las ganancias en divisas; permite explotar lo que de otro modo podrían ser recursos no económicos y ha sido precursora de la minería en gran escala."
El informe mantiene que "la minería en pequeña escala puede y debería ser alentada mediante la creación de un entorno operativo que estimule la utilización de las mejores prácticas de minería y de salud y seguridad en el trabajo, así como de protección ambiental."
El informe insta a adoptar las medidas siguientes: "Asegurar que los derechos de titularidad y propiedad sobre los minerales sean netos y claros para adquirir y transferir; que el acceso al financiamiento para la pequeña minería se rija según las mismas condiciones que se aplican a los demás sectores; que se aborde la solución de las cuestiones laborales y sociales y que se mejoren las condiciones de trabajo y de vida de los mineros en pequeña escala y sus comunidades; que el impacto ambiental de la pequeña minería se reduzca a un mínimo y que los pequeños mineros reciban la capacitación técnica y empresarial necesaria para asegurar la explotación segura y eficiente de sus minas."
Agrega que "el éxito de estas medidas garantizará la existencia de la pequeña minería, actividad social y económicamente beneficiosa que enriquece a los empresarios y a los trabajadores que en ella laboran, y también a las regiones de actividad minera."
* Los problemas sociales y laborales en las explotaciones mineras pequeñas. Informe para el debate de la Reunión tripartita sobre los problemas sociales y laborales en las explotaciones mineras pequeñas. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1999. ISBN 92-2-311480-2. Precio: 17,50 francos suizos.