100 años de historia de la OIT
Una sede para la justicia social: ayer, hoy y mañana
La visión y gran historia de la Organización Internacional del Trabajo se relacionan estrechamente con los edificios que han albergado su sede. En este artículo, el primero de una serie, narramos los momentos cruciales de la historia de la OIT a través de los principales edificios que la han acogido.
GINEBRA (OIT Noticias) – La OIT fue creada en el marco del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, con la convicción de que la justicia social es esencial para la paz universal y duradera.
Fundada en 1919, la nueva organización se instaló en Londres durante los primeros meses de existencia. Sin embargo, ya que Ginebra era la sede prevista de la recién creada Liga de las Naciones, las oficinas de la OIT se trasladaron allí en el verano de 1920.
La primera sede de la OIT en Ginebra era un elegante edificio que había sido un internado y que hoy día aloja el Comité Internacional de la Cruz Roja. Desde esta sede, y en el contexto de persistentes tensiones sociales en Europa, una serie de convenios y recomendaciones internacionales fueron adoptados por la joven organización.
Pronto se hizo evidente que el edificio era demasiado pequeño para el personal en expansión de la OIT y su mandato cada vez más relevante y apremiante.
Este lugar no podría haber sido más apropiado. Ubicada a orillas del Lago de Ginebra, transmitía paz y estabilidad. La expresión latina cincelada en la piedra angular Si vis pacem, cole justiciam (Si deseamos la paz, cultivemos la justicia), ilustraba la visión de los fundadores de la OIT. Las tres llaves que abrieron las puertas decoradas en su inauguración en 1926 simbolizan los tres grupos de mandantes de la OIT: gobiernos, empleadores y trabajadores
.
“Entramos a este edificio con un sentimiento de dicha, esperanza y certeza”, declaró el Director General de la OIT Albert Thomas en su discurso inaugural.
“A pesar de todas las miserias de un mundo que sigue dividido y perturbado… pensamos que, gracias a los esfuerzos de la OIT, se logrará establecer la justicia social en el mundo”.
A finales de los años 1930, el trabajo de la OIT se vio amenazado por el inicio de la guerra en Europa. En mayo 1940, con tanques alrededor de la frontera Suiza, la OIT se mudó de manera temporal a la Universidad McGill en Montreal, Canadá.
Durante los años siguientes, la OIT continuó su labor y era la única organización internacional que seguía operando.
Mientras continuaba el conflicto, una reunión especial de la Conferencia Internacional del Trabajo se celebró en Nueva York para discutir la reconstrucción económica y social en la postguerra. El papel que la OIT desempeñó durante ese período fue crucial para su sobrevivencia y prefiguró el establecimiento de las Naciones Unidas.
Durante esta fase crítica de la historia de la OIT, la Organización adoptó, en 1944, su histórica Declaración de Filadelfia. Esta declaración reafirmó la visión de la OIT y definió una serie de principios, centrados en los derechos humanos, para satisfacer las “aspiraciones suscitadas por la esperanza de un mundo mejor”.
El regreso a Ginebra al finalizar la guerra estuvo acompañado por un aumento de la cantidad de miembros de la OIT. Paralelamente, las operaciones en la sede se hicieron más complejas y requerían más personal.
El Gobierno de Suiza ofreció trasladar la OIT a un lugar más grande, sobre las colinas con vista al lago. En mayo 1970, se colocó la primera piedra, constituida por tres bloques que simbolizaban los grupos de la OIT: gobiernos, trabajadores y empleadores.
Cuando fue inaugurada la nueva sede de la OIT en 1974, el edificio administrativo era el más grande de Suiza y de inmediato se convirtió en un punto de referencia de la ciudad. Un bloque rectangular bicóncavo de 11 pisos y 50 metros de altura, 190 metros de longitud y 32 de ancho en su punto máximo. En el proyecto se utilizó 11.700 toneladas de acero; 4.000 veces más que la Torre Eiffel.
La nueva sede de la OIT era un símbolo de su tiempo: un compromiso firme con la modernidad y expresaba optimismo en el futuro. Según el Director General, Francis Blanchard, representaba el papel que la OIT desempeñaría en el futuro y la magnitud de la tarea que tenía por delante.
Fundada en 1919, la nueva organización se instaló en Londres durante los primeros meses de existencia. Sin embargo, ya que Ginebra era la sede prevista de la recién creada Liga de las Naciones, las oficinas de la OIT se trasladaron allí en el verano de 1920.
La primera sede de la OIT en Ginebra era un elegante edificio que había sido un internado y que hoy día aloja el Comité Internacional de la Cruz Roja. Desde esta sede, y en el contexto de persistentes tensiones sociales en Europa, una serie de convenios y recomendaciones internacionales fueron adoptados por la joven organización.
Pronto se hizo evidente que el edificio era demasiado pequeño para el personal en expansión de la OIT y su mandato cada vez más relevante y apremiante.
Una “casa” a orillas del lago
Georges Epitaux, el arquitecto que diseñó la nueva sede, imaginó un edificio que reflejará el mandato y la estructura de la OIT.Este lugar no podría haber sido más apropiado. Ubicada a orillas del Lago de Ginebra, transmitía paz y estabilidad. La expresión latina cincelada en la piedra angular Si vis pacem, cole justiciam (Si deseamos la paz, cultivemos la justicia), ilustraba la visión de los fundadores de la OIT. Las tres llaves que abrieron las puertas decoradas en su inauguración en 1926 simbolizan los tres grupos de mandantes de la OIT: gobiernos, empleadores y trabajadores
.
“Entramos a este edificio con un sentimiento de dicha, esperanza y certeza”, declaró el Director General de la OIT Albert Thomas en su discurso inaugural.
“A pesar de todas las miserias de un mundo que sigue dividido y perturbado… pensamos que, gracias a los esfuerzos de la OIT, se logrará establecer la justicia social en el mundo”.
A finales de los años 1930, el trabajo de la OIT se vio amenazado por el inicio de la guerra en Europa. En mayo 1940, con tanques alrededor de la frontera Suiza, la OIT se mudó de manera temporal a la Universidad McGill en Montreal, Canadá.
Durante los años siguientes, la OIT continuó su labor y era la única organización internacional que seguía operando.
Mientras continuaba el conflicto, una reunión especial de la Conferencia Internacional del Trabajo se celebró en Nueva York para discutir la reconstrucción económica y social en la postguerra. El papel que la OIT desempeñó durante ese período fue crucial para su sobrevivencia y prefiguró el establecimiento de las Naciones Unidas.
Durante esta fase crítica de la historia de la OIT, la Organización adoptó, en 1944, su histórica Declaración de Filadelfia. Esta declaración reafirmó la visión de la OIT y definió una serie de principios, centrados en los derechos humanos, para satisfacer las “aspiraciones suscitadas por la esperanza de un mundo mejor”.
El regreso a Ginebra al finalizar la guerra estuvo acompañado por un aumento de la cantidad de miembros de la OIT. Paralelamente, las operaciones en la sede se hicieron más complejas y requerían más personal.
El edificio administrativo más grande de Suiza
En 1969, cuando el Consejo de Administración de la OIT discutía la idea de construir una nueva sede, la OIT estaba distribuida en cuatro lugares de la ciudad.El Gobierno de Suiza ofreció trasladar la OIT a un lugar más grande, sobre las colinas con vista al lago. En mayo 1970, se colocó la primera piedra, constituida por tres bloques que simbolizaban los grupos de la OIT: gobiernos, trabajadores y empleadores.
Cuando fue inaugurada la nueva sede de la OIT en 1974, el edificio administrativo era el más grande de Suiza y de inmediato se convirtió en un punto de referencia de la ciudad. Un bloque rectangular bicóncavo de 11 pisos y 50 metros de altura, 190 metros de longitud y 32 de ancho en su punto máximo. En el proyecto se utilizó 11.700 toneladas de acero; 4.000 veces más que la Torre Eiffel.
La nueva sede de la OIT era un símbolo de su tiempo: un compromiso firme con la modernidad y expresaba optimismo en el futuro. Según el Director General, Francis Blanchard, representaba el papel que la OIT desempeñaría en el futuro y la magnitud de la tarea que tenía por delante.