Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Personas de edad dependientes - el problema de la atención a largo plazo

La población de los países industrializados envejece rápidamente, al tiempo que aumenta el número de personas indigentes y dependientes. Una pensión media suele no alcanzar para pagar los elevados gastos que representan los cuidados especializados que requieren las personas de edad. Por esta razón, Alemania y Japón han introducido sistemas de seguro obligatorio para ayudar a los miembros de las familias que precisan cuidados y trasladar parte de la carga al Estado. Informa el periodista alemán Antje Soleimanian.

Artículo | 4 de octubre de 2004

HAMBURGO - Todo iba bien hasta que cumplió los 90 años: Hans Joachim Becker, médico rural jubilado, recibía una ayuda doméstica para limpiar el gran apartamento en el que vivía con su pareja y un servicio de asistencia ambulatoria solía llevar comida caliente a los dos ancianos. Una noche, la situación dio un vuelco: el anciano se cayó por las escaleras, sufrió un a conmoción cerebral y tuvo que pasar varias semanas en el hospital.

"Estaba claro que ya no podía quedarse en casa solo", dice la hija del Sr. Becker, Kristine Heese, de 56 años de edad. "Después de la caída mi padre no pudo volver a andar, y su compañera no era de gran ayuda pues padecía Alzheimer".

Como muchas personas de edad, al principio el Sr. Becker se negó a renunciar a su estilo de vida relativamente independiente y se trasladó a una residencia.

"Mi padre se negaba a abandonar su entorno habitual pero después de darle de alta en el hospital necesitaba urgentemente cuidados especializados", dijo su hija. Con su padre que precisaba atención y vivía lejos, se enfrentó a la ardua tarea de encontrar una residencia adecuada en la que su padre se alojó temporalmente.

"Por suerte, a mi padre le gustó la atención que recibió en la residencia durante ese corto período. Tenía una habitación individual agradable y recibía los cuidados y atención médica que precisaba", dijo. Un funcionario médico de la oficina del seguro de salud examinó al anciano y consideró que se encontraba en el nivel de cuidados II, esto es, discapacidad grave que requería cuidados diarios de un mínimo de tres horas.

Estos servicios corren a cargo del seguro de asistencia pero los gastos del alojamiento en la residencia son financiados con la pensión privada del Sr. Becker. Su hija tiene un poder que le autoriza a llevar su cuenta. "Sin los subsidios del seguro de asistencia, mi padre no podría permitirse pagar él solo los gastos de la residencia, a pesar de la buena pensión que recibe", explica, y añade que "ahora a final de mes no hay prácticamente nada en la cuenta".

Si las personas de edad que necesitan cuidados o los familiares cercanos no pueden costear los cuidados requeridos y el alojamiento, la asistencia social tendrá que acabar por pagarlos. Antes de la introducción de un Seguro de Dependencia Social en Alemania, en enero de 1995, la asistencia social tenía que hacer esto con mayor frecuencia que hoy. Ahora, el nuevo seguro de asistencia asume la carga creciente: todos los ciudadanos están obligados a tener un seguro y cotizan a un seguro de asistencia en el marco de un sistema de seguro de salud estatal o privado.

El seguro de asistencia en Alemania cubre el riesgo de la dependencia social independientemente de la edad de la persona asegurada. Se utilizan directamente los ingresos de las cotizaciones para cubrir los costos crecientes de los cuidados. Debido a la creciente esperanza de vida, también está aumentando el número de personas beneficiarias del sistema del seguro de asistencia: el ejemplo del Dr. Becker pone de manifiesto que la mayor parte de las personas de edad sólo necesitan cuidados cuando llegan a una edad muy avanzada. Cuando se introdujo el nuevo sistema de seguro en 1995, sólo 750.000 personas de más de 65 años recibían ayuda del mismo. En 2002, el número de beneficiarios en este grupo de edad había casi duplicado, situándose en 1,43 millones.

Esto ocurre en un momento en que el porcentaje de personas de más de 65 años en Alemania aumentará del 13,4 por ciento en 2000 a aproximadamente el 23 por ciento en 2040. Al mismo tiempo, se prevé que disminuya continuamente el número de futuros contribuyentes debido a las tasas de natalidad más bajas. El Seguro de Dependencia Social se enfrentará, pues, a un problema de financiación de origen demográfico, que obligará a reformar el nuevo sistema tan solo diez años después de su introducción.

Los políticos que se ocupan de las cuestiones de salud en Japón también están preocupados por la seguridad social de las personas de edad. Los cambios demográficos en este país son más pronunciados que en cualquier otra nación industrializada: ya en 2000 el 22 por ciento de la población japonesa tenía más de 65 años y los estadísticos prevén que para 2040 esa cifra ascenderá a un 36,3 por ciento. Al mismo tiempo, la tasa de natalidad en Japón está disminuyendo incluso de forma más espectacular que en Alemania.

Por otra parte, en comparación con otros países industrializados, el problema demográfico de Japón no ha tenido hasta ahora más que una incidencia limitada en el nivel de gastos sociales. Uno de los motivos es la elevada tasa de actividad de las personas de edad: en 1998, casi el 25 por ciento de los japoneses mayores de 65 años seguía siendo activo mientras que ese mismo año en Alemania la tasa era sólo de un 2,2 por ciento. Además, los estrechos vínculos familiares en la sociedad japonesa reducen los gastos públicos correspondientes a las personas de edad: en 2001, aproximadamente el 48 por ciento de los japoneses mayores de 65 años vivía con sus hijos pero en Alemania y en la mayor parte de los demás países industrializados éste es sólo el caso de un 14 por ciento del mismo grupo de edad.

A pesar de estos factores favorables, Japón tuvo que tener en cuenta las tendencias demográficas y en abril de 2000 introdujo el Seguro de Asistencia Pública. Siguió el modelo del sistema de seguro de asistencia alemán pero difiere de éste en algunos aspectos. Sólo los ciudadanos mayores de 40 años tienen que cotizar y sólo las personas de más de 65 años reciben prestaciones comparables a las del sistema de seguro de asistencia de Alemania. Dado que sigue cubriendo el 45 por ciento de los gastos correspondientes a cuidados a largo plazo destinados a las personas de edad, el gobierno japonés no tiene que cambiar a un sistema obligatorio financiado totalmente por las contribuciones.

Como en Alemania, los solicitantes tienen que pasar un examen realizado por un funcionario de la salud pública. Basándose en el grado de dependencia social, dicho funcionario establecerá un determinado presupuesto para los cuidados. Dicho presupuesto es administrado por un administrador de cuidados que establece un plan de los cuidados que precisa el asegurado, en medio ambulatorio u hospitalario. Los beneficiarios tienen que financiar el 10 por ciento de los gastos. Está prevista una evaluación del Seguro de Asistencia japonés para 2005, cinco años después de la promulgación de la ley.

La protección social de los que requieren cuidados es sólo uno de los muchos problemas de las sociedades que envejecen. Las Naciones Unidas ya reconoció la existencia de estos problemas en 1990 cuando proclamó el 1° de octubre el "Día Internacional de las Personas de Edad". En los últimos años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha publicado una serie de documentos y organizado campaña de información sobre la seguridad social de las personas de edad. El tema del Día Internacional en 2004 es las personas de edad en una sociedad intergeneracional.