Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Empresas sociales

Ayudar a las mujeres a salir de la pobreza en Myanmar

Una organización sin fines de lucro, creada para responder a la devastación ocasionada por el ciclón Nargis, emplea a mujeres para que dirijan pequeñas empresas que benefician a las comunidades pobres.

Reportaje | 10 de junio de 2013
YANGON (OIT Noticias) – El ciclón Nargis azotó Myanmar en mayo 2008, causando la muerte de más de 130.000 personas y arrasando la región del delta del Irrawaddy, en lo es considerado como el peor desastre natural de la historia del país.

Como siempre sucede en estas tragedias, las personas pobres y vulnerables fueron las más afectadas. Entre las víctimas, muchas mujeres que sobrevivieron al ciclón de pronto se encontraron a sí mismas convertidas en jefas de sus familias, y con la necesidad de trabajar.

Su difícil situación conmovió a Helen Gunthorpe, una especialista en enfermedades infecciosas de California, quien pasó diversos años trabajando con las comunidades rurales en Myanmar. Ella deseaba ayudar a las mujeres pero quería ir más allá de la asistencia humanitaria, quería crear algo que pudiese ser sostenible, promover las normas internacionales del trabajo y capacitar a las personas.

Gunthorpe recaudó fondos en Estados Unidos y se asoció con Kyi Kyi ‘Cathy’ Win Oo, una joven emprendedora de Myanmar. Para junio de 2008 habían establecido “Business Kind”, una organización de mujeres sin fines de lucro con base en Yangón, la ciudad más importante de Myanmar. Business Kind instauró pequeñas empresas sin fines de lucro en las comunidades empobrecidas.

La organización tiene tres empresas sociales: “Good Sleep”, que fabrica mosquiteros; “Good Night” que produce velas de citronela (utilizadas como repelente de insectos); y “Good Job”, un centro de formación de costura industrial.

“Estas empresas crean empleos para las mujeres vulnerables, estos trabajos no sólo les permiten adquirir autonomía sino que ayudan a toda la comunidad a salir de la pobreza”, explicó Cathy Win.

El programa Good Sleep, en particular, emplea a muchas mujeres que viven con el VIH/SIDA. Los mosquiteros que fabrican son vendidos a precios de mercado en los centros comerciales y supermercados y a ONG locales e internacionales. Las ganancias son utilizadas para vender los mosquiteros a un precio subsidiado a los habitantes de las comunidades rurales, que de otro modo no podrían comprarlos. La fábrica de velas de citronela funciona según el mismo principio, con las ganancias de la venta al por menor se financian las velas a bajo precio para las aldeas rurales.

El centro de formación está ubicado en la fábrica de mosquiteros y, además de las competencias en costura, las mujeres reciben formación en contabilidad y adquieren conocimientos sobre los derechos de los trabajadores. El centro también ayuda a las mujeres a encontrar trabajos seguros y decentes.

Más recientemente, Business Kind creó una cooperativa de trabajadores de la confección a fin de ayudar a las mujeres que trabajan en la industria textil a defender sus derechos en el trabajo.

En abril, la OIT invitó a Cathy Win – como representante de la cooperativa de trabajadores – a la primera conferencia de organizaciones sindicales de Myanmar desde que fue aprobada la ley de libertad sindical el año pasado.

Cathy Win dijo que uno de los principales desafíos es organizar a las mujeres. “Las mujeres en el sector de la confección con frecuencia trabajan 12 horas al día [incluyendo las horas extraordinarias] y sólo tienen libres los domingos. No tienen tiempo para reunirse y esto es importante en Myanmar donde las mujeres son muy tímidas. Debemos estimularlas, ofrecerles la oportunidad de trabajar juntas, de desarrollar las competencias de liderazgo”.

Sin embargo se han alcanzado “muchos progresos” desde el año pasado, en parte como consecuencia de huelgas en diversas fábricas en todo el país y en Yangón en particular, señaló Cathy.

Ella ahora mira hacia el futuro. “Esperamos conseguir fondos para los próximos dos años que nos permitirá establecer un centro comunitario con una cocina y una lavandería, de manera que las mujeres realmente puedan descansar el domingo”.

Su proyecto va más allá de ayudar a las mujeres con sus tareas del hogar. La cooperativa tiene 300 miembros y Cathy Win espera aumentar el número hasta diez mil en los próximos años y comenzar a enfrentar situaciones que afectan a las mujeres, como la desigualdad de remuneración entre hombres y mujeres.