Trabajo y familia
Camboya: el Señor Mamá cocina y limpia para barrer la pobreza
El año 2009 conmemora el 10° aniversario del Plan de Acción de la OIT sobre igualdad de género y el fin de la campaña de la OIT sobre igualdad de género y el mundo del trabajo. Uno de los temas de la campaña fue la armonización de la vida laboral y familiar para hombres y mujeres.* En la siguiente nota, Karen Emmons, una periodista independiente, informa sobre un programa de formación de la OIT que está ayudando a impulsar un cambio de actitud en Camboya.
TASOK, Provincia de Takeo, Camboya (OIT EnLínea) – La mayoría de las personas lo llaman trabajo de mujeres. Sin Sok Ly dice que es simplemente su trabajo. Quizás debido a que sólo lleva dos años haciéndolo, y no toda la vida, pero lo cierto es que el jefe de la aldea regresa a casa corriendo luego de realizar sus deberes y obligaciones sociales para arrear las vacas del campo y poner la cena sobre el fuego (literalmente).
Es el Señor Mamá de la zona rural de Camboya, y está realmente entusiasmado con su nuevo papel de amo de casa.
“Creo que soy muy eficiente”, dice sonriendo, mientras abraza a sus dos nietos. “Siento que nosotros (los hombres) podemos hacer todo, participar en todo, excepto dar a luz y amamantar”.
Esa tarde, este hombre de 59 años bañaba a los niños después de haber encendido el fuego con pedazos de madera para freír carne de cerdo y una papaya verde recién cortada del árbol. Su esposa, Sok Sokhom, sentada en el suelo, armaba cajas con largas hojas de palma pintadas de colores brillantes para ser exportadas a Japón y a países occidentales, y para ser vendidas en la vistosa tienda de artesanía “Artisans d'Adgkor”, en Phnom Penh.
Para ganar lo que considera un buen ingreso, 25 dólares a la semana, más de lo que su esposo jamás ha ganado vendiendo animales, Sok Sokhom trabaja de la mañana a la noche en el complejo que su familia tiene en la provincia de Tadeo, donde puede conversar con otras personas mientras teje las hojas de palma.
Los ingresos de Sok Sokhom permitieron a la familia pagar las deudas y sostituir la casa con techo de paja construida sobre pilotes, por una más robusta de madera con techo de lata. Pero “sería imposible” ganar esta cantidad si tuviese que realizar también el trabajo doméstico, dice Sok.
El catalizador para este crucial cambio de roles fue una inusual iniciativa mundial que aborda tanto el problema de la pobreza como las prácticas que la perpetúan. El programa de Desarrollo de la Iniciativa Empresarial de la Mujer e Igualdad de Género (WEDGE), que lleva adelante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no sólo enseña a las mujeres nociones sobre negocios y a las parejas a manejar el presupuesto, ahorrar y tomar decisiones financieras más acertadas, sino que también lleva a que se reevalúen los papeles tradicionales dentro de la familia.
Entre las enseñanzas y sugerencias del programa figura la idea de que los espesos participen en el trabajo doméstico, lo cual a veces puede sonar un poco radical.
Esta relación entre alivio de la pobreza, iniciativa empresarial y apoyo familiar es una de las ideas promovidas por la Campaña Mundial sobre Género, que en su año de duración ha servido como preparación para el debate sobre igualdad de género durante la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT, que se celebra cada año en Ginebra en el mes de junio.
“Darles a las mujeres camboyanas la oportunidad de salir de la pobreza y convertirse en empresarias no sólo significa brindarles formación empresarial y financiera, sino también equilibrar sus responsabilidades”, dice Anna Engblom, experta de la OIT en iniciativa empresarial y microfinanza. “Esto significa logar que sus esposos ayuden en el hogar”.
El programa WEDGE fue implementado en Camboya, Laos, Etiopía, Tanzania, Zambia, Kenya y Uganda. En Camboya, donde más de un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza -1,25 dólares por persona-, una de las organizaciones que se ha beneficiado del programa fue la Asociación de Mujeres Artesanas de Khmer (KWHA).
Meas Savary, una viuda que dirige la KWHA, dijo que aprendió sobre igualdad de género, en teoría, hace años cuando dirigía una organización no gubernamental para mujeres. No fue sino hasta 2006, cuando el programa WEDGE les dio a las empresas de KWHA prácticas de apoyo sobre cambio profesional, que ella encontró el modo de aplicar la teoría a la práctica, en especial en lo relativo a los hombres.
Meas Savary aprendió consejos para 'producir-o-fracasar', por ejemplo encargando artesanías a mujeres como Sok Sokhom mediante contratos que les exigen entregar a tiempo. Por necesidad, ella adaptó el enfoque WEDGE para incluir, digamos, amenazas ocasionales.
Recorrió los hogares en la aldea de las mujeres miembros de la asociación y les habló de control de calidad y de la necesidad de respetar las fechas de entrega. Le explicó a cada familia cómo podría ayudarla.
Si bien estuvo obligado a casarse hace 31 años durante el período del Khmer Rouge, cuando hombres y mujeres trabajaban y sufrían por igual, Sin Sok Ly no siempre ha colaborado con las tareas del hogar. Pero reflexionó sobre lo que Meas Savary había puesto en evidencia, y se levantó la mañana siguiente listo para hacer la vida de su esposa más fácil. Aunque piensa que algunas clases de cocina podrían venirle bien, desde entonces no ha dejado de limpiar, lavar, cocinar y cuidar de los niños y el jardín.
Como jefe aldeano, Sin Sok Ly hace de sí mismo un modelo y estimula a otros hombres en esta aldea de 144 familias a seguir su ejemplo. Meas Savary dice que no todos han abrazado la escoba y el paño de cocina como él. “Tengo que amenazarlos”, dice. “Les digo que si no colaboran, sus esposas no recibirán más pedidos”. Entre 2006 y 2008, el ingreso total de KWHA – dividido entre sus miembros – aumentó de cerca de 9.000 a 20.000 dólares.
Meas Savary sostiene que la violencia doméstica ha desaparecido de los hogares de sus miembros a medida que aumenta el ingreso.
Más al sur, en áreas devastadas por las deudas familiares y el trabajo infantil, Mend Mony, un hombre de 31 años, también habló sobre los varones y las tareas del hogar en la aldea, durante la formación WEDGE que él condujo en las provincias de Kampot y Kep.
Por ejemplo, en educación financiera, a las parejas se les enseña cómo preparar un presupuesto, recortar gastos, ahorrar y por qué tiene sentido tomar juntos las decisiones. El manual de desarrollo empresarial para mujeres habla sobre los típicos desafíos que enfrentan las micro y pequeñas empresas en Camboya, cómo pueden superarlos y extenderse. Ambos módulos de formación, utilizados ahora también por otras organizaciones, están elaborados para incluir a los esposos y ambos explican el valor de que los hombres hagan las tareas del hogar.
Mend Mony, quien cada mañana lava la ropa antes de ir a su trabajo como gerente de una ONG local, dijo que ha habido un cambio considerable en las familias que participan de los grupos de auto ayuda que él formó.
“La deuda familiar se ha reducido entre 50 y 70 por ciento. Los niños van a la escuela”, enumera, y agrega que las familias parecen más felices porque tienen mayores ingresos, y que hay menos denuncias sobre violencia doméstica.
Uno de los hombres que formó, Set Sarin, de 49 años, dice que preparar las comidas y ayudar en la casa permite que su esposa tenga más tiempo para vender cangrejos en el mercado. Set Sarin mejoró la calidad de su cultivo de arroz y estableció una pequeña actividad de molienda de arroz. El año pasado, la pareja recibió 75 dólares en intereses por sus ahorros de 500 dólares en el fondo de ahorro y préstamo del grupo de auto ayuda.
La formación, agregó, le enseñó a ver a su esposa como “igual”.
Su esposa dijo que su matrimonio ha mejorado. “Estaba un poco preocupada cuando mi esposo tomaba las decisiones por su cuenta”, cuenta al recordar su vida antes de la formación WEDGE. Ahora todas las decisiones del hogar las toman juntos, con frecuencia con sus tres hijos. Ouch Sing, su hija de 15 años, también percibe los beneficios. “Soy feliz, mis padres se llevan bien. Mi padre dejó de salir solo, y ahora estamos siempre juntos”, dijo.
Si bien puede ser demasiado pronto para hablar de una revolución de género, hay señales prometedoras. En la provincia de Takeo, el hijo de Sin Sok Ly sugiere un cambio de actitud generacional. “Mi padre trabaja muy, muy duro para ayudar a mi madre”, dijo Sin Vanith, de 10 años. “Cuando crezca, seré como él, un amo de casa”.