Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Camboya: un futuro más próspero

Artículo | 9 de noviembre de 2004

SIHANOUKVILLE, Camboya - En una precaria choza de un solo cuarto sostenida por pilares Sok Keng ayuda a sus cuatro hermanos a prepararse para enfrentar un nuevo día, mientras la parte inferior, donde habitualmente cocinan, ya está inundada. La estación de lluvias ha comenzado.

Desde este pequeño pueblo ubicado en la cima de un acantilado es posible ver los barcos en el pintoresco puerto de Sihanoukville y las operaciones de carga y descarga de contenedores. El tráfico aumenta sin cesar, y para los habitantes de la zona es un augurio de tiempos más prósperos. En este remoto lugar del mundo, el proceso de globalización trae vientos de cambio.

Sin embargo la vida en este lugar aún depende de realizar un trabajo muy duro en las canteras de piedra o uno muy tedioso en las numerosas fábricas de textiles que han florecido durante los últimos años. Nadie reclama, porque todos tienen muy claro que si pierden la paga de apenas un mes podrían volver a ser pobres.

Hace tres años su vida era tan desesperada que Sok Keng se sintió obligada a falsificar sus documentos para poder entrar a trabajar a una de estas fábricas textiles, con el fin de conseguir recursos para combatir la pobreza de su familia y poder mandar a sus hermanos a la escuela. Pero tan pronto como comenzó los inspectores del trabajo visitaron la fábrica y detectaron sus papeles falsos, descubrieron que tenía 14 años, por debajo del mínimo de 15 aceptado por la legislación de Camboya.

En vez de multar al empleador o castigar a la joven, se optó por capacitarla como costurera, con apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto le permitiría obtener un empleo en mejores condiciones más adelante, pero además el empleador aceptó seguir pagándole el salario para compensar la reducción en los ingresos de su familia.

"La primera vez que visité el Centro de Capacitación Vocacional estaba asustada. No sabía leer ni escribir. Pero la profesora y las alumnas de mayor edad me cuidaron y me enseñaron a leer, a escribir y a coser. Ahora puedo hacer trajes", contó Sok Keng.

La estrategia de trabajar con los empleadores y con el gobierno ha sido exitosa en el sector textil de Camboya, una industria en crecimiento que pasó de producir ingresos por 120 millones de dólares a 1.600 millones de dólares anuales en la actualidad. El Acuerdo Bilateral Camboya-EE.UU. sobre Textiles, suscrito en 1999, permite el acceso al rentable mercado estadounidense y ha sido un detonante de este crecimiento.

La entrada de los productos de Camboya en el mercado de EE.UU. está sujeta, sin embargo, a la mejora en la aplicación de las normas y leyes laborales, e incluye el desarrollo de un proyecto especialmente diseñado para mejorar las condiciones laborales en el sector textil y en el de vestuario.

Este tipo de iniciativas son impulsadas por la Declaración de la OIT sobre Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, que provee un sólido marco de acción para mejorar las relaciones laborales y apoyar las actividades tanto de empleadores como de trabajadores.

La OIT ha puesto en marcha una serie de proyectos de cooperación técnica, con respaldo del Departamento del Trabajo de EE.UU. (USDOL), que combinan actividades de inspección independiente, capacitación y servicios de asesoría. Este tipo de iniciativa también respalda a gobiernos, empleadores y trabajadores en la búsqueda de mecanismos para facilitar la solución de disputas.

Los proyectos han ayudado a las fábricas de Camboya a competir en mejores condiciones en el mercado mundial, donde hay cada vez más competencia por obtener productos de calidad, pero fabricados por trabajadores que son bien tratados. Esto ha permitido el regreso de clientes a estas fábricas.

"Estamos felices porque los clientes han sabido de nosotros a través de la OIT y ahora recibimos muchos más pedidos por correo electrónico", comentó Soun Ratana, encargado de control de los productos en una de estas fábricas.

Los empleadores también están satisfechos de los resultados. "Esto hay que verlo desde los dos lados. Por una parte, estamos haciendo lo correcto, estamos mejorando sus condiciones de vida. Y por la otra, si lo miras desde un punto de vista estrictamente económico, nuestra productividad ha aumentado", relató el director de una de las fábricas respaldadas por el proyecto de la OIT.

El Gobierno ha requerido que todas las fábricas de Camboya que exportan bienes garanticen el acceso de los inspectores de la OIT, aún cuando la visita no haya sido anunciada previamente. Los inspectoras hablan libremente con representantes sindicales y trabajadores, dentro o fuera de la fábrica, así como con los administradores. Revisan una serie de aspectos, desde los niveles de ruido o temperatura en el área de trabajo, a los cálculos de pago por sobretiempo, el trabajo infantil o las violaciones a los derechos sindicales.

En los últimos años se han registrado progresos en casi todas las fábricas. El proceso de inspección ayuda a mejorar las condiciones de trabajo, pero además resulta beneficioso para la productividad y genera credibilidad entre los clientes internacionales.

Los inspectores han informado al Gobierno que el trabajo infantil prácticamente ha desaparecido en las fábricas que participan en este proyecto. Para una industria que emplea a 200.000 personas y genera 80 por ciento de las exportaciones del país, este es un logro importante.

El proceso de globalización, que ha generado oportunidades en un período de tiempo muy corto, también plantea grandes desafíos para este país, que está finalmente disfrutando de la paz después de 30 años de conflictos bélicos. Uno de ellos tiene que ver con la necesidad de mejorar la calidad de la educación para conjurar el déficit de mano de obra capacitada, en especial en las empobrecidas zonas rurales donde además hay una falta casi total de infraestructura.

El desarrollo de la industria textil y el aumento en el número de turistas que visitan Camboya, son vitales en momentos en que el país trata de desarrollar un sector privado que pueda generar los puestos de trabajo requeridos por la población. Más de 60 por ciento de los habitantes de este país tienen menos de 20 años, y muchos de ellos estarán incorporándose a la fuerza de trabajo durante la próxima década.

Para Sok Keng, que ahora tiene 17 años, la vida está llena de posibilidades. Ahora trabaja a tiempo completo en una nueva fábrica de manteles y servilletas destinados a las mesas del mundo industrializado. Su empleo, que es muy codiciado por la paga y los beneficios que implica, le da esperanzas.

"En el futuro, cuando me case, quiero tener hijos. Y quiero que aprendan otras cosas, no solo a coser ", dice Sok keng.