Durante los últimos decenios hemos sido testigos del aumento sostenido de la presencia de la mujer en la fuerza de trabajo, como empleadora o trabajadora. Al mismo tiempo, ellas han ido ganando espacios en las instituciones de diálogo social. Cuando participan en el diálogo social y también dentro de sus propias organizaciones, las mujeres son más proactivas a la hora de hacer que la igualdad de género sea uno de los temas prioritarios. Es por ello que, al aumentar la participación de las mujeres en las instancias de diálogo social, las cuestiones de género adquieren mayor relevancia.

El principal objetivo del diálogo social es la promoción del consenso y la participación democrática de los actores del mundo laboral: gobiernos, organizaciones de empleadores y trabajadores. Un diálogo social exitoso — que incluye todo tipo de negociación, consulta e intercambio de información entre las partes interesadas — va a depender de los procesos y estructuras que tienen potencial para solucionar temas económicos y sociales determinantes; para alentar el buen gobierno; fomentar la paz y la estabilidad social y laboral e impulsar el progreso económico. Por lo anterior, el diálogo social es un medio importante para alcanzar la justicia social.

Como en el diálogo social se ponen de manifiesto las necesidades y aspiraciones de quienes articipan en él, hombres y mujeres deberían estar representados en forma equitativa para que sus voces puedan ser escuchadas sin temor a represalias.