Empleos verdes: ¡Mejoremos el clima para la igualdad de género también!

Enero 2009 tema de la campaña La igualdad de género en el corazón del trabajo decente, 2008-2009

Casi el 75% de los ciudadanos más pobres del mundo — los que viven con menos de dos dólares de los Estados Unidos por día — dependen significativamente del medio ambiente para su subsistencia diaria. La falta de respuesta a los retos que plantea el cambio climático podría tener serias repercusiones en los medios de vida de estas personas. Por otra parte, el cambio climático está haciendo peligrar la concreción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados internacionalmente. La crisis económica y financiera que sacude al mundo también plantea dificultades, entre otras, la creciente preocupación de que los compromisos previamente asumidos de poner un tope a las emisiones de gases de efecto invernadero, o de eliminar gradualmente las fábricas contaminantes, sean reemplazados por el tipo de estímulos económicos que un líder político ha denominado “baratos y facilistas”.

El cambio climático, que afecta por igual a los países desarrollados y a aquellos en desarrollo, es una de las mayores dificultades que el siglo XXI plantea a la comunidad global. Pese a que los países en desarrollo han sido los que menos han contribuido a las causas del cambio climático, son los más expuestos a sus consecuencias negativas, debido a su vulnerabilidad frente a los sucesos ambientales extremos. Quienes tienen más probabilidades de verse perjudicados son las mujeres y los hombres de los sectores con mayor dependencia del clima, tales como los de agricultura y turismo. A esto se suma el hecho de que el cambio climático no afecta a hombres y mujeres por igual. Cada vez se considera a las mujeres más vulnerables que los hombres ante los efectos negativos del cambio climático, pues constituyen la mayoría de las personas pobres del mundo y, en proporción, dependen más de los recursos naturales amenazados. Además, cumplen un papel más importante que los hombres en la gestión de los recursos naturales —en actividades agrícolas, en la plantación, protección y cuidado de almácigos y plántulas —, y en la alimentación y atención de su familia. Sin embargo, tarde o temprano, tanto mujeres como hombres, ricos como pobres, pierden la inmunidad ante las dificultades y los peligros que el cambio climático acarrea.

El Programa de Trabajo Decente de la OIT impulsa el crecimiento “verde” a través de la promoción de empresas y empleos verdes; de políticas activas para el mercado laboral, que combinan planes de seguridad social para los trabajadores desplazados con el desarrollo de competencias, para ayudar a las empresas y a los trabajadores a adaptarse a las oportunidades y a aprovecharlas; de trabajo higiénico y seguro para los trabajadores y el medio ambiente; y de respeto por los derechos de los trabajadores a la libertad, por ejemplo, de participar en el diálogo social, esencial para dar forma a respuestas efectivas. Los empleos verdes decentes establecen un vínculo efectivo de mutuo sostén entre el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (erradicar la pobreza extrema y el hambre) y el séptimo (garantizar la sostenibilidad del medio ambiente).

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