Carmen Bueno: “La violencia y el acoso laboral impactan a la sociedad en su conjunto”

Santiago de Chile.- Según estimaciones recientes de la OIT, más de una de cada cinco personas trabajadoras ha experimentado alguna forma de violencia y acoso en su vida laboral. ¿Son las mujeres las más afectadas? ¿Cómo afecta esta vulneración de derechos a sus trayectorias laborales?
En esta entrevista con la Especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo de OIT Cono Sur, Carmen Bueno, exploramos la magnitud de este fenómeno, cómo afecta a mujeres y hombres de manera diferente, y las implicancias del Convenio núm. 190 de la OIT para prevenir y eliminar la violencia de género en el mundo laboral.
 

¿Qué entendemos por violencia y acoso en el mundo del trabajo?

De acuerdo con el Convenio núm. 190 de la OIT, entendemos por violencia y acoso en el mundo del trabajo “un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico”. 
Este fenómeno no se limita a un lugar de trabajo específico, sino que puede producirse en otros contextos relacionados con el trabajo, tales como los trayectos entre el domicilio y el lugar de trabajo, en el espacio digital de las comunicaciones relacionadas con el trabajo (ciberviolencia y ciberacoso), en los desplazamientos o en actividades sociales relacionados con el trabajo, entre otros.
 

¿Son las mujeres las más afectadas por la violencia y el acoso en el trabajo?

La violencia y el acoso son un problema que afecta a muchos lugares de trabajo en todos los sectores de actividad y en todos los países. Según estimaciones de la OIT, más de una de cada cinco personas empleadas han sufrido alguna modalidad de violencia y acoso durante su vida laboral. Mientras que la violencia y el acoso físicos en el trabajo afectan mayormente a los hombres y la violencia y el acoso psicológico son denunciados casi por igual por hombres y por mujeres, la violencia y el acoso sexuales son reportados por una mayoría de mujeres, detectándose aquí la mayor diferencia de género.
Es por ello que el Convenio núm. 190 define la violencia y el acoso por razón de género, entendiendo por tal aquellos comportamientos o prácticas dirigidos contra las personas por razón de su sexo o género, o que afectan de manera desproporcionada a personas de un sexo o género determinado, incluyendo el acoso sexual. Además, el Convenio mantiene una perspectiva de género para prevenir y eliminar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo y reconoce los efectos de la violencia doméstica en el mundo del trabajo.
 

¿Cómo afectan la violencia y el acoso a las personas trabajadoras y al mundo del trabajo en general?

En primer lugar, la violencia y el acoso conllevan un gran costo humano para las personas trabajadoras que los sufren, afectando negativamente a su salud física, psicológica y sexual, a su seguridad, a su dignidad, a su bienestar y a su entorno familiar y social. Además, pueden impedir que las personas, en particular las mujeres, accedan al mercado de trabajo, permanezcan en él o progresen profesionalmente.
Sin embargo, no debemos olvidar que la violencia y el acoso tienen también un efecto negativo sobre la productividad, la competitividad, la imagen reputacional y la sostenibilidad de las empresas y organizaciones. 
En definitiva, estas conductas afectan a la sociedad en su conjunto, pues suponen una violación a los derechos humanos, siendo incompatibles con el trabajo decente y la justicia social.
 

¿Qué medidas se podrían adoptar para avanzar en la construcción de un mundo del trabajo libre de violencia y acoso?

El Convenio núm. 190 y la Recomendación núm. 206 de la OIT ofrecen un marco inclusivo, integrado y con perspectiva de género para avanzar en la construcción de un mundo del trabajo libre de violencia y acoso.
En primer lugar, es clave que los países adopten medidas de prevención y de protección, incluyendo una legislación que defina y prohíba la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, exigiendo a las empresas y a las organizaciones, entre otras acciones: adoptar una política frente a la violencia y el acoso en el lugar de trabajo; gestionar el riesgo de violencia y acoso como un riesgo psicosocial, al igual que los restantes riesgos a los que pudieran estar expuestas las personas trabajadoras; proporcionar a los trabajadores y otras personas concernidas, información y capacitación acerca del riesgo de violencia y acoso y las medidas de prevención y protección correspondientes. El derecho a la negociación colectiva a todos los niveles también se reconoce como un medio para prevenir y abordar la violencia y el acoso. 
En segundo lugar, los países han de asegurar una aplicación efectiva de las medidas legales anteriores, mediante mecanismos de control adecuados, tanto judiciales como administrativos, que podrán imponer, en su caso, sanciones y medidas de aplicación inmediata, incluyendo la interrupción de la actividad laboral en caso de peligro inminente. Deberán establecerse procedimientos de presentación de quejas y medidas de protección de los denunciantes, víctimas, testigos e informantes, protegiendo su privacidad y facilitándoles el acceso a servicios de asistencia y vías de recurso y reparación seguros y eficaces. 
Por último, todo país deberá proporcionar orientación, formación y sensibilización a los empleadores, a los trabajadores y a sus respectivas organizaciones, así como a las autoridades competentes, para erradicar toda forma de violencia y acoso en el mundo del trabajo, abordando esta problemática de manera trasversal en otras políticas nacionales, entre otras, las de seguridad y salud en el trabajo, de igualdad y la no discriminación, y de migración.