Invisibilizar el trabajo de amas de casa y desvalorizar a las empleadas domésticas son dos caras de una misma moneda

La secretaria general del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA), Pimpi Colombo, señaló la importancia de registrar a las trabajadoras y de concientizar sobre los beneficios que esto trae para ellas y para sus empleadores.

Fecha de la publicación: 4 de abril de 2019 |


-¿Cuál es el origen de SACRA?
PC: Nosotras nacimos en el año 83, retomando lo que fue un sueño de Eva Perón: que las mujeres pudiéramos tener un ingreso por el trabajo que realizamos en nuestros hogares. Nosotros armamos el sindicato para que las amas de casa tuviéramos un salario, una obra social y el derecho a tener un sindicato. Muchas veces cuando nos presentamos hay gente que no nos conoce y automáticamente piensan que somos un sindicato de empleadas domésticas porque hay una gran invisibilidad del hecho de que nuestras mujeres también trabajan en el hogar.

-¿Cuál es el mayor desafío que tienen como sindicato?
PC: Es la batalla cultural que damos día a día. Nos propusimos enseñarles a las mujeres que no digan: “Yo no trabajo, soy ama de casa”, sino que sepan que ese trabajo también debe ser remunerado. De hecho las moratorias previsionales que se hicieron en Argentina, en los años 2005, 2006 y 2007, permitieron que se jubilaran casi 2,5 millones de personas, de las cuales el 80% fueron mujeres. Tanto es así que se conoció popularmente como la jubilación de las amas de casa. La invisibilidad del trabajo de amas de casa y la desvalorización del trabajo de las empleadas domésticas son dos caras de una misma moneda que es la realidad que vivimos las mujeres.

-¿Qué magnitud tiene la invisibilidad del trabajo doméstico?
PC: En términos de números hay un 10% de hogares que tienen trabajadoras domésticas, de las cuales solo 1/3 están inscriptas y por lo tanto gozan de los derechos. Sin embargo, hay mucho más que un 10% porque la señora que va a trabajar a tu casa seguramente también tenga niños pequeños y le paga algo a otra señora para que se los cuide, ya sea a su vecina, a su tía, a su madrina. Uno cree que la persona que tiene empleada doméstica es una persona que tiene un cierto estándar económico. Pero en realidad es una cadena enlazada de mujeres que hace posible que tengamos empleo, un ingreso, un desarrollo profesional.

-¿Han recibido algunas críticas por reivindicar el lugar de la mujer como ama de casa?
PC: Cuando nuestro sindicato comenzó nos criticaban porque decían que nosotras íbamos a eternizar a las mujeres en la tabla de lavar y en la cocina. El rol en el hogar ya lo tenemos. Nosotras –y creo que la mayoría de las mujeres– no renegamos de atender nuestra casa. Renegamos porque esa tarea no sea valorada, renegamos que a nosotras y a las empleadas domésticas nos consideren de segunda.

-Como parte de su trabajo en contra de la informalidad, junto con OIT, elaboraron una Guía para Trabajadoras de Casas Particulares, ¿cómo fue ese trabajo?
PC: Estamos muy contentas de ser parte de este emprendimiento. Es una guía que por un lado, está dirigida a las personas que emplean trabajadoras domésticas y, por otro, a las trabajadoras de casas particulares. Le sirve tanto a quien emplea como a quien es empleado. En esta conversación sobre cómo defender los derechos de las trabajadoras domésticas, surgió la posibilidad de hacer una guía. Sabíamos que la mayoría de las trabajadoras y sus empleadores no saben cómo es el asunto del registro. Queríamos crear una manera que facilite, naturalice y que se haga más fluido este tema.

-¿Cuál es el recibimiento que hacen las trabajadoras de estas guías?
PC: Esta guía, que ya tiene dos ediciones y que hacemos junto a la OIT y al Ministerio de Trabajo, es muy bien recibida. Porque es pura información de cosas que ellas no saben. Para las compañeras debe ser muy importante porque pueden llevársela a sus empleadores y mostrarle, que conozcan de sus derechos y obligaciones. La experiencia nuestra es que se nos escurre entre las manos. Todo el mundo la quiere tener.