Acceso al agua y trabajo infantil

En primera persona: “Ahora que tenemos agua, ellos tienen tiempo para hacer las tareas de la escuela”

Un estudio realizado en Argentina por la OIT y el INTA reflejó que las tecnologías de acceso al agua disminuyen la participación de niños y niñas en actividades productivas. Las historias de Elsa Tolaba y Lorena Miranda, de las provincias de Salta y Mendoza, reflejan el impacto de esos proyectos.

Comunicado de prensa | 23 de marzo de 2021
(Buenos Aires, OIT Argentina) – “Cuando éramos chicos, conseguíamos agua de una acequia cercana. Tardábamos más de tres horas en ir y volver. Lo hacíamos todos los días”. Quien habla es Elsa Tolaba, de la Quebrada de los Zarzos, en la provincia de Salta. Como le sucedió a ella durante su infancia, también sus hijos debieron acarrean tachos y botellas con agua para beber, cocinar, higienizarse y dar de tomar a los animales.

“El tema del agua era un sufrimiento”, dice Lorena Miranda, propietaria de una pequeña granja en la localidad de El Espino, en la provincia de Mendoza. “Teníamos que buscarla con baldes y recipientes en los predios de los vecinos o familiares cercanos. No podíamos tener árboles ni animales. También nuestra higiene era difícil”, recuerda.

Las historias de Tolaba y Miranda son apenas dos casos de los casi 200 hogares que fueron relevados en el marco del estudio Acceso al agua para reducir el trabajo infantil en zonas rurales. Un aporte a la innovación tecnológica en la agricultura, una investigación realizada por la OIT y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y publicada en el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil.

El estudio, que relevó 187 hogares de todas las regiones argentinas, analiza el aporte de las tecnologías de innovación para el acceso al agua en la agricultura familiar y su efecto en la reducción del trabajo infantil.





En todo el país, miles de personas asumen la tarea diaria de buscar y acarrear agua para consumo doméstico y productivo, por kilómetros de caminos rurales. Se trata de actividades consideradas dentro de las tareas domésticas y recaen mayormente en mujeres y en niños y niñas entre 5 y 12 años.

En efecto, el estudio de la OIT y el INTA señala que las mujeres suelen apoyarse en sus hijos e hijas para la gestión del agua, en especial cuando los hombres son contratados para trabajar en cosechas temporarias y deben trasladarse a otras localidades.

La investigación también refleja que, en promedio, la cantidad de horas semanales dedicadas a esas tareas se redujo a menos de la mitad gracias a la implementación de los proyectos especiales del ProHuerta, programa llevado adelante entre INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que benefició a 17.000 familias con distintas obras de infraestructura.

Entre 2016 y 2019, estos proyectos lograron instalar diversas tecnologías de captación, conducción, almacenamiento y distribución del agua para uso integral, destinados al consumo doméstico, a la producción animal y el riego en diferentes provincias del país.

Sin embargo, para resolver el problema del trabajo infantil no basta con garantizar el acceso al agua, ya que los niños y las niñas aún participan de otras actividades productivas. “Tenemos más tiempo para salir a buscar lo que más necesitamos ahora, la leña. Mis hijos me ayudan, al igual que con la siembra”, señala Tolaba, quien agrega: “Ahora que tenemos agua, que era lo esencial, ellos tienen más tiempo para realizar sus tareas de la escuela y practicar folclore”.

Para Tolaba, el acceso al agua les permite asimismo cultivar una huerta y mejorar de esa manera el abastecimiento de alimentos para el consumo familiar.

Del mismo modo, desde Mendoza, Miranda comparte su experiencia: “Antes de conectarnos a la red de agua, los niños andaban sucios, con sus caras partidas y la piel fea. Al conectarnos, abrimos la canilla y fue increíble. Ver salir el agua dentro de nuestra casa es una alegría inmensa. Pudimos mejorar la higiene personal, gracias a la instalación de una ducha y además pudimos hacer limpieza de la ropa y la casa”.

El 85 por ciento de los hogares relevados en el marco de este estudio pudieron dar nuevos usos al agua que disponen y destinar el tiempo de recolección a otros quehaceres.