Hilo, aguja e inclusión: la formación profesional en moda genera oportunidades de trabajo decente para migrantes en São Paulo

La iniciativa es parte del Proyecto Trabajo Esclavo Nunca Más, que promueve la inserción de personas en situaciones de vulnerabilidad en el mercado laboral formal y cuenta con la participación de nombres reconocidos de la moda brasileña como Reinaldo Lourenço.

Notícias | 12 de Abril de 2021
Brasilia - La venezolana Sara Mathias, de 29 años, recuerda que sus manos temblaban y que su nerviosismo no se disimulaba en el primer día de clase en el Taller de Diseño de Moda, en São Paulo, junto a 19 inmigrantes de Bolivia, Venezuela y República Democrática del Congo, todos exvíctimas del trabajo esclavo. El curso está coordinado por uno de los diseñadores más influyentes de Brasil, Reinaldo Lourenço, y el reconocido estilista personal Yan Acioli.

“Yo estaba animada y nerviosa. (La clase) Era un nivel mucho más avanzado para mí. ¡Un bolsillo yo lo tuve que hacer cuatro veces! Pero me encantó saber que yo puedo, yo aprendo. Un mundo se abrió en mi cabeza con este curso y ahora estoy buscando más conocimientos”, dice Sara.

Sara Mathias, alumna del curso de formación profesional en diseño de moda
Viviendo en Brasil desde hace dos años, la joven decidió aprender a coser tras dejar “otro trabajo de explotación y humillación”, el año pasado.
“Todos los días tenía que limpiar 12 departamentos en un condominio, más de 10 horas de trabajo. Y me trataban muy mal”, dice Sara. “Con este taller de costura, volví a soñar. Quiero trabajar con eso, ganarme mi dinero, pero sin humillaciones”.

La formación profesional en diseño de moda forma parte del proyecto Trabajo Esclavo Nunca Más, impulsado por el Ministerio Público del Trabajo (MPT) en alianza con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Universidad de Campinas (Unicamp). El proyecto busca combatir el trabajo esclavo, promover el trabajo decente y la inclusión de grupos en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y además desempeña acciones con empresas de moda.

“Iniciativas como la del Proyecto Trabajo Esclavo Nunca Más son fundamentales y deben ser replicadas, porque tienen la capacidad de cambiar realidades en poco tiempo y de iniciar el camino hacia el trabajo decente, es decir, en condiciones de libertad, dignidad, equidad y seguridad. Y el impacto no se limita a los beneficiarios directos, sino que colabora con el cambio de perspectiva de toda la sociedad, reduciendo los prejuicios y garantizando la igualdad de derechos a todas las personas”, dice Thaís Dumêt Faria, oficial técnica en principios y derechos fundamentales en el trabajo para América Latina y el Caribe de la OIT.



“Esta acción está en línea con una de las premisas de la OIT de que no hay crecimiento económico sin justicia social y la Agenda 2030 en sus diversos indicadores y sobre todo en su lema: ¡No dejar a nadie atrás!”, agrega.

Desconocimiento y vulnerabilidad

El trabajo esclavo es un crimen y una grave violación de los derechos humanos. Miles de personas, en áreas urbanas y rurales, aún son explotadas a través del trabajo esclavo, que puede tomar la forma de servidumbre por deudas, sumisión, condiciones de trabajo degradantes y jornadas laborales agotadoras, así como otras formas de coerción y violencia.

En Brasil, entre 1995 y 2020, más de 55 000 personas fueron rescatadas de condiciones laborales similares a la esclavitud, a través de operaciones de inspección lideradas por Auditores fiscales del trabajo. Responsable de la captación de estudiantes de la Oficina, Alberto Pinto señala que una parte significativa del grupo seleccionado no pudo identificar si habían pasado por una situación laboral análoga a la esclavitud.



“Todos ellos han pasado, sí, en algún nivel. Pero 15,4 por ciento de los participantes todavía contestaron “quizás” en el cuestionario que hicimos, aunque hayan relatado experiencias típicas de ese tipo de servidumbre. Esos trabajadores piensan: he sido acogido, alguien me dio techo y comida. Pero eso es un crimen, es una explotación”, señala Alberto. Quien trabaja con diversidad desde hace 35 años, él piensa que hoy el grupo tiene “un nivel de consciencia mucho mayor”.

La historia de Richard Rocha, un boliviano de 36 años, podría ilustrar esa estadística. Él llegó a São Paulo hace seis años con su esposa y dos hijas. “Todos los que vienen acá saben que tienen que pasar por ese camino, porque estamos todos buscando una oportunidad en la vida. Nosotros pensamos: si yo no paso por eso, ¿cómo voy a llegar allá? Esa es la puerta más fácil”, dice él.

La legislación brasileña garantiza derechos laborales iguales tanto a nacionales como a inmigrantes, aunque estén en situación migratoria irregular. Ese tratamiento igualitario está determinado en el caput del artículo 5º de la Constitución brasileña de 1988 y es reforzado por el artículo 1º del Convenio nº 111 de la OIT, de 1958, sobre la discriminación en materia de empleo y ocupación, ratificado por Brasil en 1965.



En las relaciones de trabajo, la Consolidación de las Leyes Laborales garantiza a todos y todas derecho a vacaciones, sueldo mínimo, y una jornada laboral no superior a 44 horas semanales, además de descanso semanal remunerado y el cumplimiento de las normas de seguridad y salud en el trabajo etc.

El procurador del MPT en São Paulo y coordinador del proyecto, Gustavo Accioly, apunta que, a pesar de las leyes y del trabajo de la fiscalización en Brasil, esos inmigrantes todavía “caen en una trampa por necesidad”. “La vulnerabilidad social y económica es tan grande que ellos no tienen consciencia de lo que sufren. Una persona que enfrenta eso es “cosificada”, la propia persona se confunde a sí mismo con una máquina”, asegura Accioly.

El procurador subraya que las iniciativas como la del proyecto Trabajo Esclavo Nunca Más traen cambios reales de vida. “El trabajo decente es una de las puertas de entrada para la reinserción de las personas en el mercado laboral y para el rescate de su autoestima. Necesitamos de muchas más iniciativas como esta”.

Del taller a las pasarelas

Las clases del taller tuvieron lugar el pasado mes de enero en la fábrica de Reinaldo Lourenço, situada en el barrio de Pinheiros, zona este de la capital de São Paulo. Ha sido la primera vez que él abrió su fábrica para una acción como esta. Debido a la pandemia de la COVID-19, el curso fue impartido en grupos de cinco personas, ministrando una clase por semana y respetando los protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como el distanciamiento, el uso de mascarillas y ambientes aireados.

La clase inaugural fue proferida por Reinaldo y seguida por una palestra con el estilista Jeff Benício.

“Los alumnos fueron llevados al local de trabajo donde todo ocurre, donde el trabajo es formal, algo muy diferente a la explotación por la que pasaron”, dice el director de Marketing de la marca Reinaldo Lourenço, Thiago Arikawa. El lugar de trabajo también sirvió como fuente de inspiración para los participantes de la Oficina, porque en el equipo de Reinaldo había tres costureras bolivianas. “Los alumnos percibieron: si estas personas están acá, yo también puedo”.

 

La coordinadora de la Oficina de Moda, Elmira Dias da Silva, quien ha trabajado en el equipo de Reinaldo durante 12 años, señala la importancia de la oportunidad para la inserción de los alumnos y las alumnas en el mercado laboral de la moda.

“Cada participante está en un nivel distinto, pero ellos salieron listos para trabajar en cualquier línea de producción. Eso nos brinda una satisfacción muy grande.”, dice Elmira. Ella misma es costurera desde hace más de 30 años y tiene su taller hace dos.

“Fue gratificante presenciar la satisfacción de los alumnos cuando vieron sus piezas listas, vestidas por los modelos. Me propuse felicitarlos en cada prueba de ropa, de empoderarlos y animarlos a continuar”, añade Elmira. Ella destaca con orgullo que los alumnos tomaron clases de costura con el mismo nivel de exigencia que se practica en la fábrica de su exjefe.

La boliviana Ely Quinteros, de 28 años, que vive en Brasil hace siete años, ya es costurera. Después de trabajar por meses ganando “casi nada” y en jornadas de más de 14 horas al día, ella vio en la Oficina la oportunidad de que su trabajo fuera más valorado.

“Aprendí cosas aquí que nunca había visto. Ahora que sé como hacer piezas más sofisticadas, podré ganar más, mejorando mi trabajo. Es una oportunidad para mejorar de vida. Quiero tener mi propio taller y comprarme una casa”, planea Ely.



Durante el curso, la clase produjo 40 looks con la ayuda de reconocidos profesionales en el área como Jeff Benicio, Patrícia Martins y Elmira Silva. Las piezas fueron presentadas en un desfile de moda cerrado, que tuvo lugar en el Museo de la Inmigración del Estado de São Paulo el pasado 1 de marzo y contó con la banda sonora firmada por DJ Zé Pedro. La grabación del desfile fue transmitida en la plataforma de la revista Elle Brasil el pasado 8 de marzo.

Los alumnos y las alumnas hacen planes para continuar en el negocio de la moda. Elmira elaboró una lista de contactos para indicar a los futuros compañeros oportunidades laborales. El mailing también estará disponible para la fábrica Reinaldo Lourenço, quien siempre refuerza su equipo durante las temporadas de moda y los plazos de entrega de colecciones.

Manifiesto por la concientización y el rescate de la autoestima

Un manifiesto digital en el Día Nacional de Lucha contra el Trabajo Esclavo, el 28 de enero, marcó el lanzamiento y la primera etapa del proyecto. Para la ocasión, el diseñador Eugênio Santos creó una camiseta especial, que fue confeccionada por personas que fueron víctimas del trabajo esclavo y presenta los rostros de personas migrantes y refugiadas retratados por el reconocido fotógrafo Guilherme Licurgo.



Uno de los rostros que se imprimió en la camiseta del manifiesto fue el del boliviano Jheysson Flores. Él ha dicho que fue “emocionante” participar en la acción: “Muchos amigos de Bolivia me enviaron mensajes. Estaba tan orgulloso y eso me dio fuerzas para seguir”. El manifiesto contó con la participación de activistas y artistas brasileños como Wagner Moura, Daniela Mercury, Dira Paes, Paola Carosella e Ivete Sangalo.
A los 23 años, Jheysson ya es costurero y desde hace casi tres años tiene su propio taller de costura, ubicado en su casa. Su actuación llamó la atención en la Oficina de diseño de moda con Reinaldo Lourenço. “Había una pieza que no sabía hacer (un abrigo), muy difícil, pero la hice. Ahora podré decir: ¡sé cómo hacerla! ”, dice emocionado.

El joven llegó a São Paulo a los 11 años, con su madre, María Rosa, y su hermano, que tenía 10 años. La familia llegó en autobús desde Bolivia -un viaje de tres días-, y los niños tuvieron que esconderse debajo del asiento y de las bolsas para que la madre no gastara con dos billetes más el escaso dinero que tenían. A partir de entonces, se repite la historia del trabajo esclavo. Aquí, con un agravante más: trabajo infantil. Sin poder estudiar, los niños comenzaron a coser para ayudar a su madre. Ganaban 10, 20 reales brasileños al final del mes. Con el dinero, le pedían a alguien conocido que les comprara comida, ya que nadie podía salir del alojamiento.



“La primera vez que vimos la calle fue cinco meses después de haber llegado aquí (a São Paulo). Sabíamos que algo andaba mal en este trabajo, pero no sabíamos que podía ser eso (análogo a la esclavitud)”, dice Jheysson. “La mayor tristeza de mi madre es que hemos perdido más de dos años de estudio y parte de nuestra infancia. Pero como ella misma nos enseñó, tenemos que centrarnos en las cosas buenas”.

Hoy, un pequeño emprendedor, él dijo que tiene “muchas metas para el futuro”. “Ese taller de costura fue como un diploma para mí. Mejorará mis ganancias, porque podré trabajar con diferentes tipos de piezas, más elaboradas”, planea. Es más: “Quiero viajar, ver mundo y comprar una casa en São Paulo. Quiero poder darle a mi hijo todo lo que yo no tuve”.