Eliminar el trabajo infantil es un instrumento poderoso para promover el desarrollo económico y humano

El trabajo es una actividad central en la vida de hombres y mujeres en todo el mundo. Además de producir bienes o servicios en una economía, provee los medios de sustento necesario para los individuos y es un elemento fundamental que contribuye a la realización personal y a la dignificación humana. Juan Somavía, Director General OIT.

Noticia | 12 de junio de 2007

El trabajo es una actividad central en la vida de hombres y mujeres en todo el mundo. Además de producir bienes o servicios en una economía, provee los medios de sustento necesario para los individuos y es un elemento fundamental que contribuye a la realización personal y a la dignificación humana. Juan Somavía, Director General OIT.

Por: Juan Somavia
Director General de la OIT

 

Hoy más que nunca, cuando compromisos globales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), plantean de manera prioritaria superar la pobreza que afecta a 1.200 millones de personas en el mundo que sobreviven con menos de US$1 al día, de las cuales cerca de 200 millones son latinoamericanas, el trabajo cobra una indiscutible importancia y representa un reto para los Estados, los organismos internacionales y la sociedad en su conjunto, que están llamados a garantizarlo.

Cuando se habla de promover y garantizar el trabajo, no se puede hablar de cualquier trabajo y en ese sentido la OIT es clara al referirse al Trabajo Decente, entendido como un trabajo productivo con una remuneración justa, que ofrezca seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas para el desarrollo personal y la integración social.

Este concepto ha calado en todo el mundo, a tal punto que el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas hizo en el 2006 un llamamiento al sistema multilateral en su conjunto y a los organismos donantes para que incorporen el Programa de Trabajo Decente en sus políticas, programas y actividades encaminadas a la consecución de los ODM. De hecho, en el 2007 el objetivo del “empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos” se añadirá a los ODM. También los presidentes de las Américas han hecho suya la agenda del trabajo decente y han suscrito compromisos políticos  expresados en la Declaración y el Plan de Acción de Mar del Plata, en el marco de la IV Cumbre de las Américas realizada en el 2005 y en la Agenda Hemisférica 2006-2015 para el Trabajo Decente en las Américas  adoptada por todos los países miembros de la OIT en la XVI Reunión Regional Americana en Brasilia en mayo del 2006.
 
El trabajo infantil plantea un acuciante problema, económico, social y de derechos humanos. A pesar de los grandes avances obtenidos en la prevención y combate del trabajo infantil en el mundo, aún existen 218 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que trabajan, de los cuales 190 millones realizan labores peligrosas. De ellos, 20 millones son latinoamericanos.

Especialmente sensible es la situación de los niños, niñas y adolescentes que trabajan en la agricultura y el sector rural. Según datos de la OIT, siete de cada diez niños y niñas que trabajan lo hacen en la agricultura expuestos a graves peligros, pues es precisamente en el sector rural donde se producen las más grandes y amplias violaciones de los derechos fundamentales en el trabajo.

Para enfrentar esta realidad en América Latina, la OIT ha apoyado a los países en la aprobación y puesta en marcha de Planes Nacionales de Lucha contra el Trabajo Infantil, vigentes en 16 países de la región; conformación de igual número de comisiones tripartitas especializadas que promueven la aplicación de políticas públicas de prevención de la explotación infantil y protección del trabajo adolescente y adecuación de la normativa internacional en la legislación interna.

Aunque el reto aún es grande, la región ha logrado importantes progresos en la lucha contra el trabajo infantil, que de acuerdo con estimaciones recientes se ha reducido en por lo menos un 11%. A través de proyectos específicos, la OIT en conjunto con socios locales ha atendido a cerca de 100 mil niños, niñas y adolescentes con servicios que les ayudan a ingresar, permanecer y rendir mejor en la escuela y a mejorar sus condiciones de salud. Con las familias y las comunidades se ha trabajado en iniciativas de mejora de ingresos y fortalecimiento de capacidades que ha alcanzado a más de 50 mil personas.

Hoy, cuando se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, ya nadie puede dudar que la prevención y eliminación del trabajo infantil es un elemento fundamental para alcanzar los ODM. Se trata de una inversión rentable, no solo en términos sociales de bienestar y protección de los niños y niñas, sino en también en términos económicos asociados a la mayor capacidad productiva derivada de la educación universal.

Nuestra meta es Trabajo Decente para los padres. Educación de calidad para los niños. Verdaderas oportunidades para los jóvenes. Dignidad para todos. Lograr esto resulta difícil y complejo, pero el Día Mundial contra el Trabajo Infantil es una oportunidad para renovar el compromiso y redoblar los esfuerzos que muchos hombres y mujeres vienen realizando en diferentes rincones del mundo.