Seguridad alimentaria

El trabajo decente para lograr la seguridad alimentaria

      
Actualmente, alrededor de mil millones de personas en todo el mundo están afectadas por el hambre crónica, mientras que, al mismo tiempo, la tendencia actual hacia un aumento sin precedentes de los precios de los alimentos da lugar a un aumento del hambre, la pobreza, el desempleo, el malestar social y la inestabilidad política.

La fragilidad de la recuperación económica y las elevadas tasas de desempleo en muchos países, así como la persistencia del hambre, obstaculizan los esfuerzos destinados a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) acordados, en particular el ODM1:erradicar la pobreza extrema y el hambre. La inclusión de la Meta 1.B con miras a «lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, incluidos las mujeres y los jóvenes» que figura en el ODM1, ha puesto de manifiesto el papel fundamental que desempeña el trabajo decente para reducir la pobreza y para abordar la cuestión de la inseguridad alimentaria de una manera sostenible.
La OIT, gracias a su estructura tripartita y a sus profundos conocimientos técnicos del mundo del trabajo, disfruta de una posición única para contribuir y seguir apoyando los esfuerzos de las Naciones Unidas para avanzar hacia una mayor seguridad alimentaria mediante el trabajo decente, en particular en lo que respecta al fortalecimiento de la capacidad de resiliencia de los medios de subsistencia.

Sobre la base de estas consideraciones, la Oficina ha elaborado un programa sectorial que tiene por objeto fomentar la seguridad alimentaria mediante el trabajo decente a través de la ampliación de las oportunidades para el empleo productivo y con una remuneración justa en industrias clave del sistema alimentario, fundamentada en los derechos en el trabajo, la protección social y el diálogo social.

La participación de los sindicatos sectoriales, las organizaciones de empleadores y las autoridades nacionales, regionales y locales en la elaboración y la aplicación de estrategias de lucha contra la inseguridad alimentaria permitirá garantizar la responsabilización, la sostenibilidad, y la adecuación a las necesidades de los países.