Diálogo Social: Herramienta para el fortalecimiento de la democracia y la justicia social.

Artículo | 22 de noviembre de 2009
La vitalidad del diálogo social es un indicador inequívoco de la madurez democrática de las relaciones laborales y del sistema político. Es también una herramienta clave para la distribución más justa del ingreso nacional.

El diálogo social reduce la capacidad del Poder Público para adoptar decisiones unilaterales o autoritarias. Al hacer más participativa y transparente la formulación de la política pública, modifica las relaciones de poder entre los distintos actores del sistema político, incluyendo las organizaciones de empleadores y de trabajadores.

Las condiciones más importantes que permiten el diálogo social son:

  • La existencia de organizaciones de trabajadores y de empleadores sólidas e independientes, con la capacidad técnica y el acceso a la información necesaria.
  • La voluntad política y el compromiso de todas las partes interesadas.
  • El respeto de la libertad sindical y la negociación colectiva.
  • Un apoyo institucional adecuado.

Para que exista diálogo social, el Estado no puede adoptar un rol pasivo. Tampoco puede ni debe interferir con la autonomía colectiva de los actores sociales. Su deber es crear un entorno propicio que permita a las organizaciones autónomas de empleadores y de trabajadores actuar libremente y sin temor a represalias.

La manipulación política de los procesos de diálogo y la práctica antidemocrática de interferir con la autonomía de las organizaciones sindicales o empresariales constituyen causas frecuentes del fracaso y descrédito del diálogo social en la región.

¿Cuál es el estado del diálogo social en la Subregión?

La respuesta varía por país, no obstante el cuadro general no es alentador. El diálogo social en muchos casos es de carácter intermitente, no tienes raíces profundas y está permanentemente expuesto a los vaivenes políticos de cada nación. Las organizaciones de empleadores y trabajadores requieren fortalecerse. La capacidad de veto está mucho más desarrollada que la capacidad de propuesta. Este desequilibrio hace inviable el surgimiento de un modelo más cooperativo y duradero de diálogo social.

Abatir la desconfianza constituye uno de los principales desafíos para el relanzamiento del diálogo en la región. La frustración con procesos de diálogo que con frecuencia concluyen sin resultados y una imagen desfavorable de las contrapartes, han minado la confianza en el diálogo. El reto es demostrar con hechos, no palabras, que el diálogo social funciona. Que produce resultados concretos. Que sirve para resolver problemas sociales y económicos. Que contribuye a cambiar la vida de la gente.

En muchos países, sentarse en una mesa de diálogo representa una amenaza para los dirigentes. Con frecuencia sus propias bases los tachan de traidores o vendidos. Cambiar esta cultura de confrontación y promover un sistema en el que se valore la disposición a dialogar y la capacidad de lograr acuerdos es una necesidad imperiosa.

En este contexto inicia el Proyecto de Diálogo Social de OIT. Esta es una iniciativa financiada por el gobierno de los Estados Unidos dirigida al fortalecimiento del diálogo social en Centroamérica y la República Dominicana.

Tres son los principales resultados esperados: a) Fortalecimiento de las instituciones de diálogo social; b) fortalecimiento de los actores sociales; y c) promoción del diálogo a nivel sectorial o de empresa, incluyendo la negociación colectiva. Una agenda sin duda ambiciosa, pero pertinente y muy oportuna.

Artículo publicado en Sección Colaboración del Boletín del Trabajo # 7, 2009.