6. Igualdad

Desarrollo Sostenible

Trabajo Decente

Economía Social Ambiental Empleo Protección Rerechos Diálogo
Metas de los ODS pertinentes
10.1, 10.3, 10.4, 8.8
Resultados en materia de políticas pertinentes
1, 3, 7, 8

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En la actualidad hay cada vez indicios más numerosos de un cambio de actitud que consiste en atribuir una gran importancia al rendimiento del capital en detrimento de la mano de obra, con un aumento de las desigualdades de los ingresos. De hecho, la participación del trabajo en la renta nacional está disminuyendo, al tiempo que los beneficios están aumentando en muchos países. Los modelos de crecimiento actuales tienden a favorecer a los que más tienen, más que a los pobres. La desigualdad de salarios ha ido en aumento. En algunos países, se ha observado un marcado aumento de los ingresos ya de por sí más altos, con importantes dimensiones de género; en otros países, los trabajadores calificados muy demandados en el mercado de trabajo han recibido primas salariales más altas. Por otra parte, las reformas del mercado de trabajo destinadas a propiciar la flexibilidad y a disminuir los costos laborales provocando recortes en las prestaciones sociales, la menor progresividad de las políticas fiscales, el debilitamiento de la negociación colectiva y el diálogo social, y el abandono de los salarios mínimos han contribuido en la mayoría de los países a degradar la situación de los trabajadores situados por debajo de la mediana de los ingresos.

La desigualdad debilita el vínculo entre el crecimiento económico y la creación de empleo en general, y entre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza y de los trabajadores pobres, como otras dimensiones del déficit de trabajo decente. La desigualdad no tiene solo una dimensión material, sino también muchas otras dimensiones inmateriales, como la desigualdad de poder y voz, y la desigualdad de acceso a los derechos, a la protección social, al capital social, etc. Estas diversas dimensiones de la desigualdad suelen interconectarse y reforzarse entre sí (19). Esta sección se centra principalmente en el aspecto de la desigualdad en los ingresos. Más adelante, en la sección relativa a la igualdad de género y no discriminación, se analizarán otras dimensiones de la desigualdad, a pesar de estar muy relacionadas con la desigualdad de ingresos, pues la desigualdad salarial entre las mujeres y los hombres está claramente vinculada a la desigualdad de ingresos (31).

El coeficiente de Gini23 se utiliza comúnmente para medir la desigualdad en los ingresos. Tomando en consideración la distribución de ingresos de todos los seres humanos, la desigualdad en los ingresos a nivel mundial ha crecido a paso constante desde el siglo XIX. Según el coeficiente de Gini, este crecimiento constante se registró entre 1820 y 2002, con un marcado incremento entre 1980 (coeficiente de Gini de 0,43) y 2002 (0,71). Esta tendencia parece haber alcanzado su punto más alto; el comienzo de la reversión coincide con un crecimiento económico rápido en las economías emergentes, en particular en las zonas altamente pobladas de los países del grupo de los BRIC. La región de América Latina y el Caribe registró el coeficiente de Gini más alto del mundo para los ingresos netos, de 0,48. El resto de los promedios regionales fueron: África Subsahariana (0,44); Asia (0,40); Medio Oriente y África Septentrional (0,39); Europa Oriental y Asia Central (0,35); y países de ingresos altos (0,31). Sudáfrica registró el coeficiente de Gini más alto, de 0,68 (32).

En muchos países, la desigualdad comienza en el mercado de trabajo. Los cambios en la distribución salarial y el empleo remunerado han sido factores clave de las últimas tendencias en materia de desigualdad. En las economías desarrolladas donde más creció la desigualdad, esta situación fue muchas veces el resultado de una combinación de mayor desigualdad salarial y pérdida de empleos. En diversas economías emergentes y en desarrollo, la desigualdad ha disminuido. El factor predominante para que esto sucediera en esos países fue la distribución más equitativa de los salarios y del empleo remunerado (33).

La creciente desigualdad obedece en parte a la disminución de la participación de los salarios en las economías nacionales, pues los ingresos procedentes del capital están mucho más concentrados que los ingresos procedentes del salario. Entre 1999 y 2013, el crecimiento de la productividad de la fuerza de trabajo en las economías desarrolladas superó el crecimiento del salario real, y la participación de la fuerza de trabajo en la renta nacional se redujo en las economías más grandes. La participación salarial ajustada en la UE y 11 países más de la OCDE disminuyó del 64 por ciento en 1991 al 58 por ciento en 2013 (34).

Para combatir la desigualdad, la OIT propone las siguientes respuestas de política (33):
  • Promoción de la creación de empleo: La creación de empleo es una prioridad en todos los países, y el acceso al empleo o la pérdida del empleo remunerado es un determinante clave de la desigualdad de ingresos. En las economías desarrolladas, las pérdidas de empleo que afectan en forma desproporcionada a los trabajadores de bajos ingresos contribuyen a aumentar la desigualdad. En las economías emergentes y en desarrollo, la creación de empleo remunerado para los que están en el pie de la estructura salarial —que en forma desproporcionada suelen ser las mujeres— contribuye a reducir la desigualdad.
  • Redistribución fiscal mediante impuestos y sistemas de protección social: En cierta medida, las políticas fiscales compensan la desigualdad en el mercado de trabajo, a través tanto de los sistemas de tributación progresiva como de las transferencias, que tienden a nivelar la renta de los hogares. Las economías emergentes y en desarrollo deberían incrementar los ingresos fiscales con distintas medidas, como la ampliación de la base impositiva a través del desplazamiento de los trabajadores y las empresas de la economía informal a la formal, y la mejora de la recaudación tributaria; esto permitiría la ampliación de los sistemas de protección social para los segmentos de la población que no están protegidos.
  • Salarios mínimos y negociaciones colectivas:: Un estudio reciente sugiere que los gobiernos tienen un margen considerable para utilizar los salarios mínimos como herramienta de política. Por una parte, las investigaciones indican que el aumento del salario mínimo y el nivel de empleo no se contrarrestan, o que dicho aumento tiene un efecto muy limitado sobre el empleo, lo cual puede ser positivo o negativo. Por otro lado, demuestran que los salarios mínimos contribuyen efectivamente a reducir la desigualdad salarial y la disparidad salarial entre ambos sexos.
  • Atención especial a los grupos desfavorecidos de trabajadores: Hacer extensivos el salario mínimo y la negociación colectiva a los trabajadores mal remunerados servirá para reducir la desigualdad sufrida por las mujeres, los migrantes y los grupos vulnerables, que están sobrerrepresentados entre dichos trabajadores. Sin embargo, por sí solas, estas herramientas de política no eliminan todas las formas de discriminación o disparidades salariales, que constituyen una fuente significativa de desigualdad. Con respecto a todos los grupos, para superar las disparidades salariales no explicadas en términos de capital humano y de las características del mercado de trabajo, se requiere una gama más amplia de políticas. Por ejemplo, para lograr la igualdad de remuneración entre los hombres y las mujeres, es preciso aplicar políticas de lucha contra las prácticas discriminatorias y los estereotipos de género acerca del valor del trabajo femenino; políticas eficaces sobre maternidad, paternidad y excedencia parental; y políticas que promuevan una distribución más justa de las responsabilidades familiares.
En algunas economías emergentes y economías en desarrollo, se ha logrado aumentar la renta de los grupos de bajos ingresos mediante programas de empleo directo (India y Sudáfrica) o transferencias en efectivo (Brasil y México, entre muchos otros países). En última instancia, la vía más eficaz y sostenible para que la población en edad de trabajar supere la pobreza es contar con un empleo productivo que a la vez esté remunerado con un salario justo. Las políticas deben estar encaminadas al logro de este objetivo.

Relación entre la Agenda de Trabajo Decente y los ODS

La cuestión de la igualdad es un tema central en la Agenda 2030, que procura «velar por que todos los seres humanos puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad»; en consecuencia, la Agenda incluye el objetivo 10, relativo a la igualdad, que apunta a «reducir la desigualdad en y entre los países». Desde la perspectiva del trabajo decente, las metas más pertinentes de este objetivo son la 10.1 (igualdad de ingresos), la 10.3 (igualdad de oportunidades) y la 10.4 (políticas fiscales, salariales y de protección social a fin de lograr una mayor igualdad). Además, muchas otras metas de los ODS (las metas 1.4., 2.3, 5.5, 5.a, 5.c, 8.5 y 16.3) exhortan a la igualdad de derechos, la igualdad de acceso, la igualdad de oportunidades o la igualdad de remuneración.

La lucha por lograr una mayor igualdad es fundamental para la Agenda de Trabajo Decente. La promoción de la justicia social como estrategia central para lograr más igualdad ha quedado resaltada en la primera oración de la Constitución de la OIT: «Considerando que la paz universal y permanente solo puede basarse en la justicia social...». Esto fue reafirmado por la Declaración de Filadelfia (1944), que establece «que todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo, tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades». En la Declaración sobre la Justicia Social (2008), también se señala que «los cuatro objetivos estratégicos son indisociables, están interrelacionados y se refuerzan mutuamente», y que la igualdad de género y la no discriminación son de carácter transversal y se plantean en relación con todos los objetivos; esto fue reiterado más recientemente en 2016, en la Resolución sobre el Avance de la Justicia Social mediante el Trabajo Decente. En efecto, la promoción simultánea de los cuatro pilares de la Agenda de Trabajo Decente podría contribuir a reducir la desigualdad en forma significativa. Además, la aplicación de la recomendación de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización, aprobada en 2004 con el título Por una globalización justa, contribuiría en gran medida a reducir la desigualdad entre los países (ODS 10)(35).

Ejes de política transversales

Solo se podrá alcanzar mayor igualdad de ingresos y oportunidades si se aplica la Agenda de Trabajo Decente en su totalidad. El cumplimiento de los derechos protegerá a los grupos de población desfavorecidos; la ampliación de la protección social comprende una transferencia de recursos de los ricos a los pobres; la creación de empleos permite elevar la participación de los salarios en las economías nacionales; y la promoción del diálogo social en todos los niveles concede voz y representación a los trabajadores y a toda la sociedad civil. La consecución del objetivo de igualdad es inherente a los ejes de política transversal en materia de igualdad de género y no discriminación, por la estrecha relación que guarda con el objetivo principal de la OIT: lograr la justicia social para todos.

Las alianzas

Abordar la cuestión de las desigualdades es un tema central de la Agenda 2030, y la lucha por la igualdad de oportunidades y la igualdad de resultados afecta a cada una de las entidades del sistema de las Naciones Unidas, y de muchas instituciones no relacionadas con las Naciones Unidas. La OIT no ha celebrado específicamente «alianzas de igualdad», pero ha concluido Memorandos de Entendimiento con todos los organismos, fondos y programas principales de las Naciones Unidas; con muchas organizaciones y bancos de desarrollo regionales; y con numerosos socios para el desarrollo, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado. Todos estos documentos hacen referencia a la Agenda de Trabajo Decente como instrumento principal para promover mayor justicia social y, por lo tanto, contribuir a una mayor igualdad. El carácter central de la búsqueda de justicia social quedó reafirmado para el sistema de las Naciones Unidas en 2007, cuando la Asamblea General declaró el 20 de febrero el Día Mundial de la Justicia Social.

Capacidad de la OIT

El carácter transversal y abarcativo de la batalla por el trabajo decente, la justicia social y la igualdad afecta a cada dependencia técnica, cada oficina exterior y cada equipo técnico de la OIT; cada una de estas dependencias, oficinas y equipos contribuyen con su experiencia técnica, sus conocimientos y sus herramientas a una preocupación multidimensional de toda la Oficina. Sin perjuicio de lo anterior, los cuatro resultados en materia de políticas que se han priorizado explícitamente en el ODS 10 son: RP 1 (más y mejores empleos), RP 3 (protección social), RP 7 (cumplimiento) y RP 8 (formas inaceptables de trabajo). Las unidades que tienen a su cargo esos resultados son en realidad las principales defensoras de la igualdad en la OIT, como también lo es el Departamento de Género, Igualdad y Diversidad, que coordina el trabajo en los ejes de política transversales en materia de género, igualdad y no discriminación.

Recursos

Para consultar datos e indicadores de desigualdad y pobreza en el ámbito nacional, véase la sección pertinente de la Herramienta de Diagnóstico de la OIT (páginas 24 a 27). Para consultar recursos relacionados con el trabajo de la OIT en materia de igualdad, véanse las secciones sobre para citar solo algunas.


19. Organización Internacional del Trabajo (OIT). Decent Work Country Diagnostics - Technical Guidelines to draft the Diagnostics Report. Ginebra: 2015.

31. Fondo Monetario. Catalyst for Change: Empowering Women and Tackling Income Inequality. Washington : IMF, 2015.

18 - El coeficiente de Gini es un número entre 0 (donde 0 corresponde a una población donde existe una igualdad de riqueza, y perfecta igualdad) y 1 (donde una persona posee todo y las otras, nada: total desigualdad).

32. Ortiz, Isabel and Cummins, Matthew. Desigualdad global: la distribución del ingreso en 141 países . Nueva York: UNICEF. 2012.

33. Organización Internacional del Trabajo (OIT). Organización Internacional del Trabajo (OIT). Ginebra: 2015.

34. OECD, ILO. The Labour Share in G 20 Economies. Antalya: OCDE y OIT, 2015.

35. CMDSG. Por una globalización justa: Crear oportunidades para todos. Ginebra: 2004.