Sacar de las minas el trabajo infantil en Santa Filomena

Aún se busca oro en Santa Filomena, una remota comunidad minera situada a una considerable distancia de Lima, Perú. Pero ahora no se emplean niños en ello. Con la ayuda de la OIT, esta localidad de 1.500 habitantes pudo declararse libre de trabajo infantil el pasado mes de junio, brindado unas perspectivas más halagüeñas para los mineros y su comunidad.

LIMA - "Aparece, orito, aparece", solían gritar los niños con la esperanza de contemplar alguna pepita dorada de la mezcla de mercurio y tierra mineral en su criba, o cuando removían grava y piedras con las manos.

En Perú, unos 50.000 niños a edades tan tempranas como la de seis años trabajan en explotaciones de minería de oro, lo que es considerado como una de las peores formas de trabajo infantil. De acuerdo con las estimaciones del Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), unos 11.000 niños menores de 6 años podrían ser reclutados en un futuro próximo.

Sin embargo, los habitantes de Santa Filomena han dado un paso adelante. El pasado mes de junio, Ana María Romero, ministra para la Mujer y el Desarrollo Social, declaró a la localidad como "la primera comunidad minera libre de trabajo infantil en Perú".

"Los niños y niñas de Santa Filomena ya no estarán expuestos al mercurio ni deberán soportar sobre sus espaldas el peso de los sacos de mineral que acarreaban", señaló la ministra en la inauguración de la planta de procesamiento de oro a pequeña escala que sustituirá a los niños que trabajaban en la explotación.

Santa Filomena se encuentra situada en la región de Ayacucho, en la sierra de Perú. Su historia se remonta a mediados de la década de 1980, con la llegada de los primeros buscadores de oro. Actualmente, el 47% de los 1.500 habitantes de la localidad son niños, y la gran mayoría de ellos ha trabajado.

La comunidad fue incluida en el programa OIT-IPEC para la erradicación del trabajo infantil en la minería en América del Sur, que comprende a Bolivia, Ecuador y Perú, donde unas 400.000 personas, directa o indirectamente, dependen de esta actividad, y se estima que unos 200.000 niños participan en ella o comenzarán a hacerlo en breve.

Vida de minero

Perú es el mayor productor de oro en América Latina y el séptimo en la clasificación mundial. Este mineral constituye el principal producto de exportación del país, y un 13%, unas 15 toneladas al año, procede de explotaciones mineras de pequeña escala, con un valor de exportación de 120 millones de dólares al año. El mineral brinda un medio de vida a unas 30.000 familias.

Las explotaciones a pequeña escala se consideran tanto una oportunidad, como un problema en Perú. Por una parte, se reconoce su capacidad para la creación de empleo y su aportación al desarrollo local, a la lucha contra la pobreza y la migración a las grandes ciudades. Además, la minería a pequeña escala hace posible el ingreso de divisas y permite la explotación de emplazamientos cuyos bajos rendimientos, tecnología sencilla e intensidad en el empleo de mano de obra carecen de interés para la minería industrial. Por otra, la extracción de oro es sinónimo de contaminación medioambiental, graves problemas de salud y seguridad en el trabajo, precarias condiciones de trabajo y, cada vez con mayor frecuencia, la utilización de mano de obra infantil en localizaciones extremadamente peligrosas.

En las minas de pequeña escala, es habitual contemplar a niños trabajando en el interior de los pozos mineros, donde inhalan una mezcla de polvo y gases tóxicos, o en el exterior, en las instalaciones para el lavado de oro, donde soportan elevadas temperaturas y lluvias torrenciales y respiran mercurio gaseoso, altamente tóxico, generado por la quema de la amalgama que permite la separación de las partículas de oro.

"La salud de los niños se ve gravemente afectada", afirma en el sitio web del programa de la OIT-IPEC sobre minería a pequeña escala.

Acción comunitaria

En opinión de Carmen Moreno, experta local de OIT-IPEC, "la experiencia en Santa Filomena es la más completa y emblemática, ya que pone de manifiesto que es posible prevenir y eliminar el trabajo infantil en la minería artesanal de oro con el apoyo decidido de las instituciones locales y un planteamiento integrado respecto al desarrollo sostenible de la comunidad y de las familias".

La comunidad minera de Santa Filomena se ha organizado en torno a la Sociedad de Trabajadores Mineros, con el fin de obtener beneficios tales como el permiso para el uso de explosivos y una mejora de las instalaciones de transporte del oro al centro de distribución, elementos esenciales para la optimización de las condiciones de trabajo.

Sobre la base proporcionada por esta organización comunitaria, y junto con la ONG CooperAccion y diversas autoridades peruanas, la OIT inició su proyecto de erradicación del trabajo infantil en la minería de pequeña escala en Santa Filomena. El modelo de la OIT de prevención y eliminación del trabajo infantil se fundamentó en la promoción del desarrollo sostenible y en la participación de la comunidad.

Mediante la combinación de estrategias de formalización, modernización productiva, fortalecimiento de las capacidades organizativas, mejora de la protección social, generación de ingresos para las mujeres, sensibilización y desarrollo de los servicios de educación, nutrición y salud, el proyecto logró que cientos de niños y niñas abandonaran las minas.


El programa minero

Gracias al programa de OIT-IPEC para la promoción del desarrollo sostenible en las comunidades mineras de siete emplazamientos en Bolivia, Ecuador y Perú, se han retirado a 1.046 niños de este tipo de explotaciones de pequeña escala, y se ha evitado que otros 6.265 se iniciaran en tal actividad.

El programa subregional para la prevención y la eliminación progresiva del trabajo infantil en la minería de oro de pequeña escala en América del Sur se puso en marcha en 2000, con el apoyo del Departamento de Trabajo de Estados Unidos (USDOL).

Los principales elementos en la estrategia contra el trabajo infantil en la minería de pequeña escala en estos países atañen fundamentalmente a las condiciones de trabajo en las explotaciones, la situación de los niños, las necesidades de desarrollo de las comunidades y las políticas públicas a escala nacional y local.

Entre los componentes esenciales del programa figuran la sensibilización de las familias, el fortalecimiento de las instituciones, y la mejora de los servicios y el proceso de producción minera a fin de generar mayores ingresos para los adultos.

En las minas de Bella Rica, Ecuador, unas 3.000 personas buscan fortuna. No son muchos los que la encuentran: la baja productividad permite a la mayoría de las familias obtener tan sólo el oro suficiente para sobrevivir. Con frecuencia, los niños procesan toneladas de material.

Sin embargo, incluso en este contexto, el programa de la OIT se ha puesto en marcha y las cosas comienzan a cambiar. Bladimir Chicaiza, representante de OIT-IPEC en Ecuador, señala que se han retirado ya a 230 niños de las actividades mineras en Bella Rica. Otros 50 menores siguen trabajando porque sus padres temen perder los fondos que les aportan sus hijos.