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La "criada" explotada: una buena historia para una película, mas no para la vida real

Millones de trabajadores domésticos reciben sueldos inferiores al salario mínimo, y pocas veces se benefician del seguro de enfermedad, vacaciones pagadas o tiempo libre. ¿Ha cambiado algo desde la adopción del Convenio sobre el trabajo decente para los trabajadores domésticos el año pasado?

Artículo | 7 de junio de 2012
Por Manuela Tomei, Directora del Departamento de la Protección de los Trabajadores de la OIT

La noche de los Premios Oscar de este año (26 de febrero), Octavia Spencer ganó la estatuilla por mejor actriz de reparto gracias a su interpretación de Minny en la película The Help (Criadas y señoras), una sirvienta que dice lo que piensa en el Misisipi de los años 1960. Un poco antes, ella también había ganado otro premio por su actuación en la misma película. En su discurso de aceptación por el premio Golden Globe, Spencer, quien proviene del Profundo Sur de los Estados Unidos y cuya madre, según se dice, trabajó como criada, declaró que la película ponía en evidencia la situación de los trabajadores domésticos de esa época y de la actualidad, y citó a Martin Luther King quien dijo que: “Todo trabajo que enaltece la humanidad tiene dignidad e importancia”.

Sin embargo, el trabajo y la experiencia de vida de Minny y Aibileen y de las otras mujeres negras representadas en The Help podrían haber sido tomadas desde cualquier lugar del mundo contemporáneo.

Cuanto menos, millones de trabajadores domésticos ganan menos del salario mínimo, y pocas veces se benefician del seguro de enfermedad, vacaciones pagadas o tiempo libre. Si te ausentas un día por enfermedad, es probable que te despidan, sin ninguna prestación por desempleo. En algunas partes del mundo, los trabajadores domésticos enfrentan abusos físicos y sexuales, aislamiento, condiciones similares a la esclavitud, y hasta la muerte.

A nivel mundial, las mujeres constituyen más del 80 por ciento de los trabajadores domésticos, unos 44 millones en total. Y esta cifra está creciendo bajo la presión de los cambios demográficos y sociales, aumentando las desigualdades de ingreso, lugares de trabajo poco favorables a la vida familiar y políticas públicas inadecuadas.

En muchos países como Brasil y Sudáfrica, el trabajo doméstico es la principal fuente de empleo de las mujeres y su importancia también está creciendo en los países industrializados como en el Reino Unido o Francia.

No más trabajadores de segunda clase


El trabajo doméstico es esencial para el buen funcionamiento no sólo de nuestros hogares sino también de los mercados laborales. Garantiza el cuidado de nuestros niños y nuestros hogares, permite que nuestros doctores, maestros, abogados y millones de otros, a su vez, vayan a trabajar.

Pero los trabajadores domésticos tradicionalmente provienen de las escalas más bajas de la sociedad, tienen una cantidad limitada de años de educación, y pertenecen a grupos étnicos que son víctimas de discriminación o, que son víctimas de la marginalización. Esto explica y refuerza la imagen del trabajo doméstico como un empleo de segunda clase, y la percepción de los trabajadores domésticos como trabajadores de segunda categoría. Como resultado, el trabajo doméstico sigue siendo en gran medida poco reglamentado e informal en todas las regiones.

Sin embargo, las cosas están comenzando a cambiar. Hace casi un año, la Organización Internacional del Trabajo finalmente enmendó esta injusticia al adoptar un nuevo Convenio que establece una protección laboral mínima para estos trabajadores a nivel mundial. La nueva norma determina que los trabajadores domésticos deberían tener derecho a la seguridad social y al salario mínimo (donde este último régimen existe), condiciones de empleo equitativas, protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso y violencia.

En resumen, el trabajo doméstico es reconocido internacionalmente como trabajo, y los trabajadores domésticos, como merecedores de la misma protección legal de los otros trabajadores en general. Son necesarias dos ratificaciones para que el nuevo convenio entre en vigor; diversos países, incluyendo Filipinas, Sudáfrica y Suecia han expresado su intención de ratificarlo antes de finales de año.

Hace poco, Uruguay completó los procedimientos para la ratificación del Convenio No. 189 y se espera que entregue el instrumento de ratificación a la OIT en el futuro próximo.

El hogar no es un lugar de trabajo convencional


Pero los desafíos de transformar el trabajo doméstico en trabajo decente permanecen. Hasta la fecha, en gran medida ha sido una industria sin ley, y cerca de la mitad de los países del mundo han excluido a los trabajadores domésticos de su legislación laboral. Aún en los casos en que están amparados por la ley, casi nunca se benefician de la misma protección que los otros trabajadores.

Además, para que la protección sea eficaz, es necesaria la acción en diferentes niveles de gobernanza tanto dentro como entre las naciones: el trabajo doméstico es llevado a cabo en hogares fuera de la vista del público y, al mismo tiempo, con frecuencia es realizado por mujeres que cruzan las fronteras nacionales para cuidar de las familias de otras personas.

El hogar no es un lugar de trabajo convencional, y las leyes nacionales tienden a proteger la inviolabilidad de la privacidad de los individuos. Por lo tanto, verificar el cumplimiento de la ley en los hogares privados es mucho más difícil que en un fábrica u otro lugar más tradicional. Es necesaria una gran cantidad de innovación y creatividad.

También son importantes la movilización y el coraje de los trabajadores domésticos - tan acertadamente representados por las actrices Octavia Spencer y Viola Davis en The Help - no sólo para hacer frente a condiciones agobiantes de trabajo y de vida, sino también para expresar sin temor la demanda de justicia ante un peligro evidente.

Hemos presenciado ejemplos de este coraje, y están cambiando las cosas para bien en diversos países. En Chile, el Ministerio de Trabajo logró un acuerdo con las asociaciones de trabajadores domésticos para reducir la semana laboral de 72 a 45 horas (el límite de horas semanales aplicado a los trabajadores en general) dentro de los próximos tres años. Recientemente, el Presidente de Chile presentó ante el Congreso un proyecto de Ley sobre trabajo doméstico.

En Estados Unidos, los trabajadores domésticos han abierto nuevos caminos al demandar una legislación que brinde los mismos derechos que a casi todos los otros trabajadores. En 2010, el Estado de Nueva York se convirtió en el primer estado en la historia de EE.UU. en aprobar este tipo de legislación, y actualmente California está considerando su propio proyecto de ley. Filipinas, un país que ha hecho mucho para proteger a sus ciudadanos que trabajan en el exterior como domésticos, está por promulgar una nueva ley que establece un mínimo de protección laboral para los trabajadores domésticos filipinos en el país.

Estos son progresos que debemos imitar.

La historia de la criada pobre que es objeto de explotación, maltrato o abusos en el hogar de otro debe ser confinada a la ficción.