Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

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Llevar la OIT a América del Sur: Una travesía histórica y épica

Brasil, Uruguay, Argentina y Chile fueron miembros fundadores de la Organización Internacional del Trabajo, pero la sede de Ginebra les quedaba a larguísima distancia. El primer Director de la OIT, Albert Thomas, quiso acercarlos a la institución, y en 1925 emprendió una travesía épica de 70 días hacia Sudamérica.

Comunicado de prensa | 7 de agosto de 2019
GINEBRA (OIT Noticias) – El 30 de junio de 1925, Albert Thomas, primer Director de la Organización Internacional del Trabajo, se embarcó en el transatlántico SS Alsina en Marsella, iniciando una travesía épica de 70 días para llevar a América del Sur una OIT que en ese entonces solo contaba con seis años de vida.

En su afán de lograr una participación más estrecha de esos países en las actividades de la Organización e instarlos a ratificar algunos de los 25 Convenios ya adoptados por la OIT, Thomas viajó por barco y por tren visitando Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Los cuatro países eran miembros fundadores de la OIT, pero rara vez participaban en las lejanas reuniones de Ginebra.

Thomas se reunió con los representantes tripartitos y mostró gran interés en el funcionamiento de los mercados de trabajo y en las organizaciones de trabajadores y de empleadores. Hizo un apunte pormenorizado de sus observaciones en un diario, y registró entrevistas, reuniones, viajes e incluso impresiones sobre los paisajes y los vinos.

Tras pasar la primera noche en la región, el 15 de julio de 1925 escribió: “Desde lo alto del Hotel Gloria, veo la espléndida bahía de Río de Janeiro.” Thomas se desplazó en tren a Sao Paulo, ciudad a la que citó como Saint Paul. En su diario, describió zonas industriales y un hotel para inmigrantes.

Otro largo viaje en tren llevó a Thomas a Montevideo, donde encomió las instituciones laborales de Uruguay; en sus registros narra que “hay 43 inspectores, de los cuales 23 trabajan en la capital”.

A continuación, se desplazó a la vecina Buenos Aires, a donde llegó en la madrugada del jueves 30 de julio. En su diario, se refirió a la Argentina como “un país de estilo europeo” donde “las dificultades son similares a las que pueden encontrarse en Estocolmo, en Berlín o en los Balcanes”.

Luego se dirigió al oeste y, camino de Chile, visitó Rosario, Córdoba y Mendoza. Durante el lento cruce de la cordillera de los Andes, aprovechó para leer sobre el país al que se dirigía.

En Santiago, Thomas se reunió con el Presidente Arturo Alessandri. Luego visitó una mina de cobre y las ciudades de Concepción y Valparaíso.

En su diario, indicó que había instado a los cuatro gobiernos a acelerar el proceso de ratificación de los Convenios de la OIT. Hacia el final de su viaje recibió una gran noticia: el Gobierno de Chile le comunicó que ratificaría ocho Convenios, primera ratificación de este tipo en América Latina.

Sin embargo, Thomas era consciente de que no todos estaban satisfechos con su visita, y mencionó que había sido acusado de traicionar a la clase obrera. “Nos han insultado y nos han calumniado sin que pudiéramos responder”, se lamentaba en su diario.

El 12 de agosto comenzó su larga travesía de regreso; volvió a atravesar la Argentina, en cuyo puerto se embarcó posteriormente en el transatlántico SS Lutetia.

En 1925, la Revista Internacional del Trabajo publicó un artículo sobre el viaje, al que calificó de “muy breve”. Se afirmaba que en los países que Thomas había visitado, “sigue habiendo determinadas deficiencias en la legislación nacional”, pero que se esperaba que “la justicia social y el bienestar de los trabajadores encontrarían su justo lugar en el desarrollo económico que estaba produciéndose en esos países”.

Albert Thomas, que tuvo una prominente carrera en Francia como periodista, político, ministro y embajador, fue designado Director de la OIT en 1919. En 1932, después de dedicar 13 años a asegurar la fuerte presencia de la OIT en el mundo, murió repentinamente a los 54 años de edad.