Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

En lo más profundo de un suburbio de África, crece un movimiento de empleo juvenil

En el segundo suburbio más grande de África, el desempleo juvenil alcanza su pico más alto. Pero los proyectos cooperativos están ayudando a los jóvenes a encontrar trabajo y salir de la pobreza poco a poco. Ello gracias a diferentes iniciativas, como cultivar alimentos en los terrenos de la comunidad, procesar desperdicios para biocombustible o mejorar el saneamiento. La periodista Anne Holmes informa sobre cómo este resurgimiento económico comienza a producir sus resultados, pequeños si bien significativos, frente a un importante desafío de la actualidad.

Artículo | 14 de diciembre de 2011

KIBERA, Kenya (OIT EnLínea) – En medio del laberinto de la infinita red de senderos de este bullicioso suburbio, un hombre joven cuida de hileras de plantas en un pequeño vivero de la comunidad. El hombre forma parte de un grupo de jóvenes que también se encarga de un quiosco de agua, un negocio de alquiler de sillas y de un baño público, donde se paga por el uso de las letrinas.

Mientras tanto, en la calle principal del barrio, otros hombres jóvenes con baldes de agua, trasportados desde un riachuelo cercano, lavan coches a toda velocidad.

Tres años atrás, durante los violentos enfrentamientos que estallaron después de las elecciones, los jóvenes arrancaban los rieles del ferrocarril que atraviesa Kibera, furiosos frente a la falta de trabajo y a las altas tasas de desempleo. Miles de jóvenes sin trabajo ocuparon las calles para destruir y quemar los negocios y las casas de aquellos que consideraban privilegiados desde el punto de vista económico.

Hoy en día, los residentes han reconstruido sus comunidades y el ajetreo que anima el asentamiento informal no se debe a la violencia fruto de la frustración, sino al trabajo productivo. Sin embargo, el desempleo continúa siendo un desafío enorme, en particular entre los jóvenes, una cuestión que los analistas están estudiando mientras el país se prepara para las nuevas elecciones el próximo año.

Kibera se encuentra en la línea de fractura de la crisis del empleo juvenil, con cerca del 80 por ciento de los jóvenes sin trabajo. El informe Tendencias mundiales del empleo 2010 estimaba la tasa de desempleo juvenil en 12,7 por ciento, mientras que en algunos países, en particular en África del Norte y África Subsahariana, la misma alcanza el 40 por ciento o más. Para 2011, se estima que la tasa mundial se ubique en 12,6 por ciento.

Lo que sucede en Kibera es un microcosmo de lo que puede ocurrir en cualquier lugar: encontrarle trabajos a los jóvenes o enfrentar las consecuencias. La OIT, reconociendo la necesidad de invertir nuevas energías en el empleo juvenil, se prepara para un año de proyectos e iniciativas con el fin de movilizar el apoyo a favor de planes destinados a promover la creación de empleos para los jóvenes a nivel mundial.

En el vivero de la comunidad, Víctor Matioli, de 34 años, ya ha puesto en práctica un proyecto que está creando empleos para los jóvenes. Víctor explicó cómo inició la Granja Orgánica de Youth Reform: “Después de las violencias postelectorales, comenzamos a cultivar. Nuestra idea era reunir a los jóvenes y rehabilitarlos para hacer actividades positivas”.

En la principal arteria de Kibera, la empresa de lavado de autos desborda de energía. Gabriel Owino administra la empresa cooperativa que constituyó con un grupo de amigos hace 10 años y supervisa un taller mecánico cerca de la fuente de agua.

“Estas personas tienen sus propias calificaciones para trabajar. Algunos van y vienen y encuentran buenos empleos”, explicó. “Algunos van a la escuela. Otros obtienen sus diplomas aquí, y no tienen trabajo, de manera que intentamos mantenernos ocupados, fuera de la calle”.

Uno de los desafíos más importantes en estos suburbios es la falta de servicios de saneamiento adecuados. Los “inodoros volantes”, las bolsas de poliuretano utilizadas para evacuar y tiradas al borde del camino, contaminan el entorno, y la falta de cloacas hacen que los baños públicos se atasquen y, con frecuencia, desborden cuando llegan las lluvias.

“El problema más grande en Kibera son los baños y la duchas”, señaló Víctor Matioli. “Las personas no los poseen”.

Esta carencia en el servicio público ha estimulado una de las oportunidades de empleo más estables para los residentes de Kibera, quienes decidieron tomar cartas en el asunto.

La Umande Trust, una organización patrocinada por el Sistema cooperativo para África de la OIT a través de su mecanismo de financiación (Challenge Fund), es uno de los grupos involucrados más innovadores. Emplea sobre todo a jóvenes o mujeres para construir y hacer funcionar lo que ellos llaman “bio-centros”, inodoros públicos que usan biomasa derivada del procesamiento de los residuos orgánicos humanos para calentar el agua de las duchas públicas. El gas también es vendido a los residentes locales para cocinar.

“Ahora consideramos los residuos orgánicos humanos como una inversión que puede producir biogás, y esta es una energía limpia. Tenemos la capacidad de explotarla y garantizar que estamos ofreciendo a la comunidad servicios de saneamiento limpios y dignos”, dijo Paul Muchire, Gerente de Comunicación de Umande Trust. “Recuerden, esto es metano, y el metano es más perjudicial que el carbón, por lo tanto, cuando se quema se reduce el daño que produce al medio ambiente”.

Umande tiene más de 50 centros similares a lo largo de toda Kenya, que son dirigidos por grupos independientes de la comunidad. La mayoría de ellos se encuentran dentro de los asentamientos informales de Nairobi.

“En términos del empoderamiento económico de la comunidad, esta instalación necesita de un conserje. Por lo tanto, ese es un puesto que se crea”, explicó Paul Muchire. La mayoría de estas instalaciones necesitará de al menos dos conserjes para cubrir los turnos. Una tercera persona será necesaria para realizar la limpieza y el mantenimiento, de manera que la planta baja de la instalación de por sí sola genera tres empleos permanentes.

En el segundo piso del bio-centro hay espacios que pueden ser utilizados para otras actividades comerciales. Algunos son alquilados como oficinas o salas de recepción. Otros han sido transformados en habitaciones de hotel. Cuando reciben sus salarios y dividendos, los trabajadores son estimulados a depositar un 10 por ciento de sus ganancias en un fondo rotatorio de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Umande (SACCO), al cual más adelante se puede recurrir para solicitar un préstamo para construir otra estructura de saneamiento.

“Nuestro punto de partida es que Kibera tiene recursos, las personas van a la escuela, hay una radio, cybercafés, internet”, dijo el gerente Josiah Omotto, quien fundó la organización con un grupo de amigos en 2004. “Hemos tratado de distanciarnos de la pobreza de Kibera, porque desde el momento que vemos a las personas desde la perspectiva de la pobreza, estamos perpetuando el desaliento”.

Josiah Omotto explicó que a lo largo de los últimos diez años, el empleo se basaba en el capital social. “Si conoces a alguien, consigues un trabajo”, agregó. “En las zonas de altos ingresos, el desempleo es muy bajo porque ellos conocen gente en el sector privado y también en el sector público”.

Por el contrario, los residentes de Kibera y aquellos de otros asentamientos informales en Nairobi están excluidos de ese sector económico. Sobreviven pasando de un trabajo informal a otro, vendiendo comida en quioscos en las calles o como vendedores ambulantes de objetos reciclados. Los ingresos estables siguen siendo una excepción.

“Umande puede ser traducido como “naciente”. Mirar al mundo desde un nuevo comienzo. No reciclar las ideas del pasado”, concluyó Josiah Omotto. “Nosotros realmente obramos con justicia”.

Maria-Elena Chavez, Directora de la Unidad de Cooperativas de la OIT, agregó: “Los miembros de SACCO están muy involucrados y las cooperativas han aportado una contribución muy visible al bienestar general. Al caminar por las calles de Kibera, los miembros de SACCO nos mostraron con orgullo su bio-centro, sus cuentas y los ahorros que han podido acumular, nos contaron que sus niños pueden ir a la escuela porque tienen acceso a pequeños créditos de SACCO para comprar los uniformes de la escuela. Este es un ejemplo muy tangible de cómo las cooperativas y los jóvenes pueden establecer una enorme diferencia en la vida de las personas”.