Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Nuevo informe de la OIT sobre las tendencias mundiales del empleo en 2003

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Tras dos años de desaceleración de la actividad económica, el número de desempleados en todo el mundo ha alcanzado niveles sin precedentes y las perspectivas de que mejore la situación del empleo mundial en 2003 son más bien escasas, dice la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en un nuevo informe titulado Tendencias mundiales del empleo que se publicó hoy en Ginebra. «La situación mundial del empleo se está deteriorando a pasos agigantados», dice el Sr. Juan Somavia, Director General de la OIT. «Mientras miles de millones de personas pasan a engrosar las filas de desempleados o de trabajadores pobres, las dudosas perspectivas de recuperación económica a nivel mundial hacen que sea poco probable que las tendencias del empleo se inviertan en 2003».

Comunicado de prensa | 24 de enero de 2003

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Tras dos años de desaceleración de la actividad económica, el número de desempleados en todo el mundo ha alcanzado niveles sin precedentes y las perspectivas de que mejore la situación del empleo mundial en 2003 son más bien escasas, dice la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en un nuevo informe titulado Tendencias mundiales del empleo 1 que se publicó hoy en Ginebra. «La situación mundial del empleo se está deteriorando a pasos agigantados», dice el Sr. Juan Somavia, Director General de la OIT. «Mientras miles de millones de personas pasan a engrosar las filas de desempleados o de trabajadores pobres, las dudosas perspectivas de recuperación económica a nivel mundial hacen que sea poco probable que las tendencias del empleo se inviertan en 2003».

En el nuevo estudio, la OIT estima que el número de personas desempleadas aumentó en 20 millones desde principios de 2000, situándose en 180 millones a finales de 2002. Además, el informe señala que la fragilidad de los mercados de trabajo ha invertido la disminución reciente del número de trabajadores pobres que se había alcanzado a finales del decenio de 1990.

Los más afectados por esta situación fueron las mujeres y los jóvenes, que tienden a trabajar en sectores particularmente vulnerables a las crisis económicas, señala el informe. Además, los trabajadores desempleados que se orientaron hacia el sector informal en busca de trabajo tuvieron que hacer frente a una incertidumbre todavía mayor debido a la ausencia casi total de desempleo en dicho sector y a la falta de cobertura de la seguridad social.

«Este deterioro de la situación mundial del empleo y las perspectivas de una recuperación ligera o tardía es muy perturbador», dijo el Sr. Somavia. «Si continúan estas tendencias aumentará espectacularmente el número de desempleados y de trabajadores pobres. Una recesión global a gran escala podría tener graves consecuencias para la estabilidad social y política de importantes partes del mundo.»

Entre las principales conclusiones a las que llega el informe cabe señalar las siguientes:

  • A finales de 2002 , el número de trabajadores pobres, o de trabajadores que sobreviven con un dólar o menos al día , volvió a registrar una tendencia ascendente, alcanzando el nivel de 1998 que se situó en 550 millones;
  • Si bien el desempleo aumentó en todo el mundo debido a la desaceleración de la actividad económica mundial y a la evolución de la situación después del 11 de septiembre, América Latina y el Caribe fueron los más afectados, alcanzando el desempleo un nivel sin precedentes de casi el 10 por ciento;
  • Para absorber a los que ingresan por primera vez en el mercado de trabajo y reducir el número de trabajadores pobres y de desempleados, es necesario crear como mínimo mil millones de empleos durante el próximo decenio con miras a lograr el objetivo de Naciones Unidas de reducir a la mitad la pobreza extrema para 2015.

«Nuestras medidas de desempleo tienen en cuenta en gran medida a los desempleados que cuentan con algún tipo de protección social», dijo el Sr. Somavia. «El número récord de personas en paro en todo el mundo es bastante preocupante, pero todavía lo es más el empeoramiento de las condiciones de trabajo en la economía informal de los países en desarrollo en donde se está recrudeciendo la lucha para sobrevivir con salarios de miseria.»

Perspectivas económicas y tendencias regionales

El desempleo empezó a crecer poco después de la irrupción de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en primavera de 2001, provocando una desaceleración de la actividad económica. Tras los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, D.C. se produjeron nuevas crisis y se agravó la contracción económica. Este crecimiento más lento en los países industrializados se tradujo en pérdidas de empleo en las industrias de los países en desarrollo orientadas a la exportación. Los más afectados fueron los sectores orientados a la exportación con gran densidad de mano de obra, como por ejemplo la industria del vestido que emplea a un alto porcentaje de mujeres.

Además, el debilitamiento de la confianza entre los inversores reveló la cruda realidad de la fragilidad financiera de los países en algunas regiones, con las consiguientes crisis que dejaron a muchas personas sin trabajo. En Argentina, por ejemplo, el desempleo se disparó a más del 20 por ciento en 2002, provocando una reacción en cadena en los países vecinos. Los conflictos armados y la violencia también han contribuido al aumento del desempleo y de la pobreza en países tan alejados entre sí como Colombia y Nepal. En Oriente Medio, el desempleo aumentó vertiginosamente en la Ribera Occidental y la Faja de Gaza, mientras en Israel continuaba la recesión.

Entre 2000 y 2002 el empleo disminuyó en los países industrializados, a excepción de Italia y Nueva Zelandia, en donde siguió aumentando en 2001 pero a costa de un descenso de la productividad. En general, el desempleo ha aumentado de forma constante en los países industrializados, del 6,1 por ciento en 2000 al 6,9 por ciento en 2002. En la Unión Europea, el desempleo disminuyó entre 2000 y 2001, del 7,8 por ciento al 7,4 por ciento, pero volvió a aumentar en 2002 al 7,6 por ciento. Entretanto, en América del Norte, el desempleo aumentó rápidamente en 2001 y 2002, pasando del 4,8 por ciento al 5,6 por ciento en los Estados Unidos y del 7,2 por ciento al 7,6 por ciento durante el mismo período en Canadá 2 .

En América Latina y el Caribe, la contracción económica global de 2001 hizo que aumentara vertiginosamente la tasa de desempleo de muchos países. La disminución del crecimiento económico produjo un aumento del desempleo en casi toda América Latina y en el Caribe entre 2001 y 2002, situándose la tasa de desempleo en casi el 10 por ciento a pesar del menor número de personas que se incorporaron a la fuerza de trabajo. El desempleo en la región afectó al 16 por ciento de los jóvenes trabajadores en 2001, lo que supone un aumento con respecto al 12 por ciento que se había registrado en 1997; además, casi todos los empleos para jóvenes los genera la economía informal.

Asia resultó muy perjudicada por la recesión que afectó a la industria de las tecnologías de la información y de la comunicación y que recortó las exportaciones a los países industrializados. El trabajo infantil y la trata de seres humanos siguen siendo cuestiones primordiales para la región de Asia en su conjunto. El cambio desfavorable de la coyuntura económica de 2001 afectó a Asia Sudoriental cuando empezaba a recuperarse de su crisis financiera de 1997-1998, registrándose una aumento del desempleo del 6 por ciento en 2000 al 6,8 por ciento en 2001, con una ligera disminución al 6,5 por ciento prevista para 2002. No obstante, las cifras registradas en los países de Asia Sudoriental por separado varían considerablemente. Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia, que dependen en gran medida del comercio, se vieron afectados por su exposición a las tendencias económicas globales. En cambio, Camboya, La República Democrática Popular Lao y Vietnam mantuvieron tasas de crecimiento elevadas, debido a un mayor acceso a los mercados de las economías industriales y a los mejores resultados del sector agrícola.

Asia Oriental también registró un crecimiento de la producción considerablemente inferior así como un empeoramiento de la situación del empleo durante el bienio, registrándose un aumento del desempleo del 3,2 por ciento en 2000 al 3,6 por ciento en 2001 y al 4 por ciento en 2002. Mientras que la tasa oficial de desempleo en las zonas urbanas de China era del 3,6 por ciento en 2001, las estimaciones recientes apuntan a que hoy puede haber alcanzado el 7,5 por ciento como resultado del elevado nivel de subempleo en el sector agrícola y de la desaparición de la práctica consistente en mantener a los trabajadores afectados por la supresión de puestos de trabajo empleados en las empresas públicas, lo que a menudo se conoce como mantenimiento preventivo del personal.

Durante 2001-2002 las economías de Asia Meridional demostraron su resistencia frente a las dificultades económicas globales. No obstante, las preocupaciones relativas a la seguridad, las malas condiciones meteorológicas, una desaceleración de la actividad económica correspondiente a las exportaciones y unos ingresos procedentes del turismo cada vez menores provocaron el empeoramiento de la situación del empleo. La pobreza aumentó, al igual que el número de trabajadores pobres. La tasa de desempleo de la región aumentó del 2,9 por ciento en 1995 a un 3,4 por ciento en 2002.En Pakistán, por ejemplo, las tasas de desempleo se dispararon en los últimos años situándose en casi un ocho por ciento. La situación desfavorable del empleo en 2001 y 2002 también apunta a un aumento del número de personas con ingresos bajos y condiciones de trabajo deficientes en la economía informal, más que a un aumento acusado de las tasas de desempleo.

La región de Africa Subsahariana ha conseguido mantener una tasa de crecimiento económico razonablemente constante, aunque en términos de renta per cápita se encuentra a menudo por debajo del 1 por ciento. La tasa de desempleo declarado aumentó de un 13,7 por ciento en 2000 a un 14,4 por ciento en 2002, aunque puede que se revisen las previsiones para 2002 debido a la creciente crisis alimentaria. Además del trabajo infantil y de la pérdida de empleos debido a los conflictos, una cuestión de creciente importancia para la región es la «fuga de cerebros» que despoja al continente del capital humano tan necesario. La situación en materia de salud está teniendo un grave efecto sobre el capital humano. Por ejemplo, un estudio reciente sobre la República de Tanzanía muestra que la epidemia del VIH/SIDA está haciendo que aumente la proporción de niños y jóvenes de edades comprendidas entre 10 y 19 años en la fuerza de trabajo mientras disminuye la proporción de adultos de entre 20 y 35 años por muerte o enfermedad.

Oriente Medio y Africa del Norte han experimentado un empeoramiento notable de las condiciones económicas generales durante los últimos dos años. El PNB disminuyó de más de un 6 por ciento en 2000 a un 1,5 por ciento en 2001.Los despidos y pérdidas de empleo resultantes de la reducción del tamaño del sector público llevaron a una aumento del desempleo, que alcanzó niveles de dos dígitos en algunos países. El desempleo entre los jóvenes fue elevadísimo en algunos países, entre otros, en Siria, Argelia, Bahrein y Marruecos. Por otra parte, los países del Golfo están adoptando cada vez más políticas para sustituir a los trabajadores migrantes por trabajadores nacionales. Esto puede tener importantes consecuencias para el empleo así como para las remesas a los países proveedores de mano de obra.

El desempleo en las economías en transición vuelve a aumentar tras haber disminuido del 13,5 por ciento en 2000 al 12,6 por ciento en 2001.A pesar de la recuperación económica y de las elevadas tasas de crecimiento que han experimentado estos países durante 2000 y 2001, el desempleo volvió a alcanzar en 2002 el 13,5 por ciento debido principalmente a la constante tendencia de las empresas de intentar ser más competitivas mediante la eliminación de las tecnologías con alta densidad de mano de obra y la desaparición del mantenimiento preventivo de personal. Al mismo tiempo, los gobiernos están reduciendo el empleo en el sector público. La aceleración del cambio estructural en previsión de la incorporación a la Unión Europea también ha hecho aumentar el desempleo en los países candidatos.

Perspectivas del empleo inciertas

En 2010, casi el 60 por ciento de la fuerza de trabajo del mundo se encontrará en Asia, y sólo China contará con una cuarta parte de la población activa mundial. Las otras regiones en desarrollo (África Subsahariana, Oriente Medio y África del Norte, y América Latina y el Caribe) también contarán con una mayor proporción de población activa en 2010. Mientras, la parte de la fuerza de trabajo mundial correspondiente a los países industrializados y a las economías en transición disminuirá alrededor de una quinta parte en 2010. Así, 1a, la mayor parte de los empleos que es necesario crear para 2010 corresponden a Asia (60 por ciento) y África Subsahariana (15 por ciento).

«Si se quiere que estos empleos contribuyan a aliviar la pobreza, deben ser productivos y ofrecer condiciones de trabajo decentes», dijo el Sr.Somavia. «Será necesario un crecimiento económico más rápido y políticas para promover la creación de oportunidades de trabajo decente y productivo.»

El aumento del desempleo y de la pobreza ejercerá importantes presiones en los objetivos presupuestarios de los gobiernos, dada la frágil situación financiera de muchos países, señala el informe. Los responsables de la adopción de políticas deberían centrarse en medidas que garanticen y propaguen la recuperación y aseguren que un crecimiento más rápido aporta el máximo número de oportunidades de trabajo decente, reduce el desempleo y la pobreza y reactiva el crecimiento del empleo.

En primer lugar, es esencial adoptar una política favorable a la creación de empleos que abarque medidas fiscales y de otro tipo para activar el crecimiento y estimular las inversiones con alto coeficiente de empleo. Esto debería ir acompañado de una estructura de incentivos para el sector privado que propicie la posibilidad de crear empleos.

En segundo lugar, los encargados de la adopción de políticas deben centrarse en reducir la vulnerabilidad de los países en desarrollo y de los miembros más pobres de la sociedad a los impactos externos. Las políticas activas del mercado de trabajo, incluidas las redes de seguridad social, son necesarias para reducir la inseguridad económica en un mundo globalizado. Además, las estrategias de desarrollo deberían abarcar la diversificación de la base de producción para extender y diluir los riesgos de vulnerabilidad, la reducción de las barreras arancelarias de los países industriales a los productos manufacturados, la reducción del riesgo de oscilaciones en las exportaciones de productos básicos, y la reducción de las medidas proteccionistas de los sectores agrícolas de los países ricos. También serán necesarias mejores infraestructuras de transporte, energía y comunicaciones.

En tercer lugar, las políticas a favor de los pobres son necesarias para ayudar a las mujeres y a los hombres a garantizar un trabajo productivo y decente en condiciones de libertad, seguridad y dignidad humana. Esto supone apoyar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas y su integración en la economía formal, así como las inversiones en los sistemas de educación y de asistencia sanitaria, que mejoren la capacidad de la fuerza de trabajo para trabajar de manera productiva. Además, acabar con todas las restricciones relacionadas con el derecho a organizarse y abordar la discriminación y el trabajo infantil y forzoso son pasos fundamentales hacia la potenciación económica, social y política de los pobres.

«Sólo a través de políticas favorables a los pobres y a la creación de empleos podremos resolver esta crisis creciente del empleo y situar al trabajo decente en el centro de las políticas económicas y sociales», declara el Sr.Somavia. «Un crecimiento económico más rápido es una condición necesaria, pero no suficiente. Si los responsables de la adopción de políticas no actúan ya todos nosotros podríamos sufrir graves consecuencias.»

1 Global Employment Trends , Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2003, ISBN 92-2-113360-5. Precio: 35 francos suizos. La versión española del informe Tendencias mundiales del empleo se publicará próximamente.

2 Todas las cifras correspondientes a 2002 son previsiones.