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Nuestro impacto, sus historias

El flagelo de las zonas rurales de Madagascar: Los niños trabajadores domésticos

Un estudio de la OIT en las zonas rurales de Madagascar saca a la luz las principales causas que originan el trabajo infantil

Reportaje | 30 de marzo de 2016
Ginebra (OIT Noticias) – Ravaka tiene 14 años. Desde los 12 ella iba a trabajar en vez que a la escuela.

“Fui a la escuela durante tres años, hasta que mi mamá murió. Mi papá no tenía un trabajo estable, así que tuve que abandonar la escuela e ir a trabajar en Anosizato, una aldea cerca de Antananarivo, la capital. Limpiaba, pelaba vegetales”, evocó Ravaka.

Durante dos años, Ravaka trabajó por un salario mensual irrisorio de 3.000 ariary (menos de 1,50 dólares). Pero ella soñaba con regresar a la escuela. Afortunadamente, su sueño se hizo realidad y está pensando estudiar medicina, gracias una institución de Aldeas Infantiles SOS que incorpora a los niños entre 12 y 17 años que no asisten a la escuela.

La institución recibe el apoyo financiero del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) operado por la OIT en tres zonas rurales del país especialmente afectadas (Amoron’i Mania, Analamanga y Vakinankatra).

“Madagascar ha estado firmemente comprometida a eliminar el trabajo infantil desde 1997. En 2004, adoptó un plan de acción nacional que ha reducido de manera significativa la tasa de trabajo infantil”, explicó Christian Ntsay, director de la Oficina de país de la OIT en Madagascar.

“Mas la situación sigue siendo preocupante. En 2007, 28 por ciento de los niños malgaches de entre 5 y 17 años realizaban habitualmente algún tipo de actividad económica. La crisis económica internacional y las tensiones socio políticas registradas en la isla han producido un deterioro”, agregó.

Disponer de datos confiables

Los datos estadísticos confiables son esenciales para combatir el trabajo infantil de manera más eficaz. Por este motivo, el proyecto de la OIT llevó a cabo un estudio de referencia sobre trabajo infantil en las tres regiones que cubre el proyecto (disponible en francés, Etude de base sur le travail domestique des enfants).

El estudio pone de manifiesto diversas tendencias persistentes. Por ejemplo, la mayoría de los niños empleados en trabajo doméstico provienen de zonas rurales. El hecho que hayan abandonado la escuela es uno de los principales factores subyacentes a este tipo de empleo. Los motivos por los cuales abandonan la escuela citados con más frecuencia son la falta de recursos económicos para pagar los gastos escolares y la obligación de ayudar financieramente a sus padres.

El estudio muestra además que 44 por ciento de los niños trabajadores domésticos en las tres regiones estudiadas tenían entre 10 y 12 años la primera vez que fueron contratados. Su salario promedio – con frecuencia entregado a los padres – era de 25.000 ariary (12,50 dólares). Una cifra muy por debajo al salario mínimo de 133.000 ariary.

Además, los niños con frecuencia terminan de trabajar entre las 6 p.m. y las 8 p.m. y, en el 30 por ciento de los casos, aún más tarde, privándolos de su derecho a la recreación y a la educación, y en contra de lo que dispone el Código de Trabajo de Madagascar.

La terrible experiencia de Niry

Los relatos de primera mano recopilados por los autores del estudio en las encuestas en algunos casos son profundamente impactantes. Para muestra, el caso de Niry.

Niry tenía 15 años y provenía de una familia numerosa. Ella trabajaba como criada para una familia local. Separada de su familia, estaba obligada a levantarse a las 3 a.m. y no podía ir a dormir antes de las 11 p.m., después de lavar la ropa y el coche, planchar, limpiar la casa, preparar las comidas y cuidar a los niños.

Un día, cuando Niry reclamó sus salarios, que no había recibido durante tres meses, la señora de la casa se enfureció y prendió fuego a sus vestidos. Era medianoche cuando su jefe se dio cuenta de sus quemaduras y la echó de la casa. No sabiendo a dónde ir, Niry pasó dos horas deambulando por las calles hasta que se desmayó. Los agentes comunitarios la recogieron y la remitieron a un centro donde pudo presentar una demanda y reclamar sus derechos.

“La historia de Niry es extrema, pero es una realidad que muchas veces viven los niños en trabajo doméstico”, explicó Lauréat Rasolofoniainarison, administrador del proyecto para combatir el trabajo infantil en las regiones de Amoron’i Mania, Analamanga y Vakinankaratra (LCTE/AMAV) financiado por la cooperación técnica de la OIT.

Según Lauréat Rasolofoniainarison, gracias al proyecto, 564 niños en situaciones de trabajo infantil han sido retirados del trabajo doméstico, 125 de los cuales (entre 12 y 15 años) recibieron clases de reparación, lo cual les permitió presentar los exámenes nacionales para obtener el Certificat d’Etudes Primaires Elémentaires (CEPE, o certificado de estudios primarios elementales), el primer diploma oficial.

Además, otros 439 muchachos (entre 15 y 17 años) recibieron formación profesional en diversas disciplinas (asistente doméstico calificado, mecánico de automóviles, maquinista industrial, limpieza profesional, electricista, fontanero, agricultor y cría moderna de animales) antes de ser reintegrados en la sociedad y en el mercado de trabajo. El proyecto suministró también asistencia a 136 padres de estos niños, a fin de mejorar sus ingresos.

En Madagascar, la OIT trabaja además para luchar contra la explotación sexual con fines comerciales de los niños. A principios de 2016, gracias a un programa conjunto de la OIT y UNICEF, alrededor de 50 niños de la turística isla de Nosy Be fueron sacados de las calles y comenzaron a recibir formación profesional en sectores como el turismo, la hotelería, la restauración y la iniciativa empresarial.