Objetivos de Desarrollo Sostenible

Una dieta equilibrada para estimular el crecimiento de la economía

El Director General Adjunto de la OIT, Gilbert Houngbo, pone de manifiesto la relación entre el trabajo decente, los niveles de vida aceptables y el crecimiento económico, que juntos ayudarán a alcanzar otros cuantos objetivos de desarrollo sostenible.

Opinión | 14 de septiembre de 2015
El Director General Adjunto de la OIT, Gilbert Houngbo
El ocho, para algunos, es el número de la suerte, ciertas culturas lo relacionan con la abundancia y la prosperidad. Por esto resulta oportuno que el nuevo Objetivo de Desarrollo Sostenible 8 de las Naciones Unidas se refiera al crecimiento sólido y continuo y al empleo decente para todos.


¿Cuál es la situación actual del empleo ocho años después que la crisis financiera y económica comenzó a gestarse a finales de 2007? A nivel mundial, el número de personas desempleadas asciende a 201 millones. El desempleo aún no ha disminuido hasta los niveles anteriores a la crisis, y los jóvenes se ven muy afectados con 74 millones de jóvenes sin trabajo el año pasado.

Además del número insuficiente de puestos de trabajo disponibles, preocupa la calidad de los empleos existentes. Se estima que más de la mitad de la fuerza laboral del mundo está atrapada en la economía informal, mientras que 780 millones de mujeres y hombres son trabajadores pobres y tienen que sobrevivir con menos de dos dólares al día. Al mismo tiempo, hoy día en una economía avanzada, para un trabajador relativamente bien calificado un empleo a tiempo completo con un contrato de larga duración es sólo un sueño.

Estas cifras de elevado desempleo y pobreza explican la necesidad de que los países del mundo se concentren en el crecimiento y el trabajo decente y porqué estos objetivos se encuentran en el corazón de las prioridades mundiales para la próxima década y media.

Pero, ¿cómo superamos esta desventaja? La situación podría cambiarse y existen evidencias de acciones prometedoras.

En Estados Unidos, recientemente un número de grandes empresas, como McDonalds, Target y TJ Maxx han tomado la iniciativa de aumentar los salarios por encima del mínimo establecido por la ley. Otras, otorgan períodos considerables de licencia parental remunerados. En el Reino Unido, un salario mínimo vital será introducido gradualmente a lo largo del período 2016-2020 con tiendas de artículos para el hogar como IKEA y Burberry a la vanguardia. En China, el número de personas que recibe una pensión de ancianidad ascendió de menos de 240 millones a 820 millones en 2013, avanzando gradualmente a la cobertura universal con este progreso alcanzado en tan sólo cuatro años.

Mientras que las Naciones Unidas y los defensores de los derechos humanos argumentan que este tipo de iniciativas éticas se justifican porque ayudan a las personas, combaten las desigualdades perjudiciales y “es hacer lo correcto”, existe además una fuerte motivación económica y comercial para invertir en las personas.

El crecimiento, el trabajo decente y los niveles de vida aceptables para todos van de la mano. Los beneficios del crecimiento deben ser redistribuidos a toda la población y no sólo entre algunos privilegiados.

Cuando las naciones más pobres pasan al nivel de países de medianos ingresos, deben tener esto presente y no dejar a nadie atrás. Las sociedades que no lo hacen están expuestas al malestar social, o a conflictos más graves.

Pero hay un camino a seguir para facilitar el regreso a una economía sólida que comprende mejores condiciones para los empleados y beneficios para las personas que no tienen un contrato formal. Más de 70 por ciento de la población mundial no está cubierta adecuadamente en caso de desempleo, maternidad/paternidad, accidentes en el trabajo, discapacidad, enfermedad y jubilación.

Apenas un poco más de un cuarto de la población mundial tiene acceso a la seguridad social integral. En promedio, sólo 12 por ciento de los trabajadores desempleados reciben prestaciones por desempleo a nivel mundial. Sólo la mitad de las personas mayores de la edad de jubilación reciben una pensión. Alrededor de 40 por ciento de la población del mundo no está afiliada a un régimen de protección social o de pensión.

En resumen, millones de personas están atrapadas en situaciones de vulnerabilidad, fuera del campo de juego de la economía y por lo tanto incapaces de hacer la jugada o de marcar el tanto necesarios para que todos ganen.

Las sociedades inclusivas, donde las personas tienen un trabajo decente y niveles de vida dignos, aún cuando no pueden trabajar a causa de la falta de oportunidades, problemas de salud o ancianidad, contribuirán a hacer realidad la agenda de desarrollo para 2030. El Objetivo 8, justo en el medio de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, está bien ubicado para abrir sus brazos e impulsar a un número de otros objetivos.

En Zambia, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y sus socios implementan un proyecto dirigido a contrarrestar una tasa de pobreza rural de 77 por ciento. El proyecto aspira a incorporar a 3000 jóvenes rurales al cultivo de la soja y la piscicultura en tres años. Esto contribuirá a combatir las desigualdades con las zonas urbanas donde la pobreza es mucho más baja (28 por ciento) y al mismo tiempo a mejorar la seguridad alimentaria del país y cubrir la deficiencia de proteínas muy difusa en los hogares de bajos ingresos.

Sin trabajo decente, no será posible poner fin a la pobreza y el hambre, o garantizar la salud y la igualdad para todos. Pero el progama de trabajo decente es holístico. No se trata sólo de empleo pleno y trabajos de calidad. Se trata de derechos, como los enunciados en las normas y en los acuerdos internacionales, de diálogo entre los trabajadores, los empleadores y los gobiernos y de protección social. Sólo cuando esta comida completa, de cuatro platos, sea ingerida y digerida las economías tendrán energía y tomarán impulso.

Una versión de este artículo fue publicada en el Huffington Post el 11 de septiembre 2015.