Filipinas

La lucha cotidiana de una viuda del Haiyan

El empleo es una prioridad para muchos de los que vieron sus medios de vida devastados por el súper tifón Haiyan. La situación es particularmente difícil para las mujeres que perdieron a sus esposos y de la noche a la mañana se convirtieron en cabeza de familia.

Reportaje | 24 de marzo de 2014
Lilibeth Sevilla, Tacloban City
CIUDAD DE TACLOBAN, Filipinas (OIT Noticias) – Como tantas otras víctimas del tifón Haiyan en la muy afectada ciudad de Tacloban, Lilibeth Sevilla, de 37 años, dice que encontrar un empleo es una de sus necesidades más apremiantes.

Ella perdió su esposo y tres de sus hijos en la furia de la tormenta, y ahora tiene que mantenerse a sí misma y al hijo que sobrevivió. La tormenta asesina, que hace tres meses destruyó zonas en la región central de Filipinas, despojó a millones de personas de sus medios de vida, y muchas madres viudas son ahora el único sostén de las familias.

“No ganábamos mucho dinero, pero no teníamos dificultades para comprar lo necesario”. Ahora, aún lo poco que poseían desapareció. Su esposo trabajaba como vendedor, su aprovisionamiento de frutas se perdió cuando el tifón Haiyan destruyó su vivienda.

Sevilla dijo que lucha para sobrevivir, pero sabe que tiene que ser fuerte para su hijo.

Interview con Lilibeth Sevilla, Filipinas
 

 
Ella contó que logra subsistir gracias al dinero que ganó limpiando los escombros en el marco de un programa de empleos de emergencia. “Con el dinero que recibí, pude cubrir las necesidades inmediatas de mi hijo”.

Desde el 8 de noviembre cuando llegó el tifón Haiyan y hasta finales de 2013, el Departamento de Trabajo de Filipinas (DOLE) creó más de 20.000 empleos en el marco de un programa de empleos de emergencia, con la asistencia y el cofinanciamiento de la OIT.

Todo lo que necesito... es una casa donde vivir, comida y trabajo."
Sevilla señaló que aprecia el hecho que se prestase atención a la salud y seguridad de los trabajadores, a quienes se les distribuyó equipo de protección como máscaras, botas, camisas de manga larga y gorras, y además se les garantizaba seguridad social y seguro de enfermedad.

Ella también siente que su trabajo fue una gran ayuda para su comunidad.

En una segunda parte del programa, la OIT planifica crear empleos y generar ingresos a nivel de comunidad, y ofrecer formación profesional en áreas como carpintería, albañilería y contabilidad básica. Alrededor de 20 por ciento de los trabajadores involucrados en el programa de empleo de emergencia debería participar en la segunda fase.

Mientras tanto, Sevilla tiene muchas esperanzas para su hijo de siete años que hace poco regresó a la escuela. Ella está determinada a trabajar duro para que esas esperanzas se realicen.

Pero sabe que no será fácil.

“Todo lo que necesito... es una casa donde vivir, comida y trabajo”.