Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Migración laboral y creación de empresas

Capacidades para un futuro mejor

Los refugiados de un campo a lo largo de la frontera entre Tailandia y Myanmar disponen de las competencias en materia actividades de subsistencia y de creación de empresas para sentar las bases de un porvenir más brillante.

Reportaje | Bangkok, Tailandia | 18 de diciembre de 2014
BANGKOK (OIT Noticias) – En la selva, parado en la orilla de un estanque, Pyone Cho comienza a cantar con un ritmo agradable, sin palabras, que fluctúa entre altos y bajos. Él tiene 46 años, es un refugiado del pueblo Karen de Myanmar, canta para llamar a su pez a comer.

Usa su sombrero volteado como un recipiente para la comida de los peces, con delicadeza lanza al agua pequeñas bolas de comida. El bagre, del tamaño del brazo de un adulto, devora las porciones, revoloteando en el agua, Pyone Cho sonríe.

Dentro de los confines de un remoto campo de refugiados, Pyone Cho descubrió una nueva ocupación, criar bagres para venderlos, gracias a un programa innovador que combina la formación en actividades de subsistencia y competencias empresariales.

“Ahora que hemos aprendido el aspecto comercial de esta actividad, podemos utilizarlo para ganarnos la vida cuando regresaremos a nuestro país”, comentó Pyone Cho.

En 2006, él y su familia huyeron de Hpa-an, la capital del estado Karen en Myanmar y buscaron asilo en el refugio temporal Mae La en Mae Sot, en la provincia de Tak, Tailandia. Desde entonces, él y su esposa ganan un poco de dinero vendiendo bocadillos a los colegiales en el campo.

Pero este año, gracias a las nuevas calificaciones en la cría de bagres, Pyone Cho obtuvo su primer ingreso extra, 1.600 bath (50 dólares), y se entusiasma cuando recuerda la venta de su primera captura.

Desde hace aproximadamente tres años, la organización humanitaria Solidarités International organiza estos programas de formación en actividades de subsistencia en el refugio temporal Mae La. Alrededor de 300 refugiados recibieron equipo, alevines de bagre, renacuajos y comida para peces, así como formación en la cría de bagres y ranas para su propia alimentación, con el objetivo de enriquecer la dieta de los refugiados con más proteínas.

“El programa fracasó. Las personas se frustraron después del primer intento y no continuaron”, refirió Apisit Laolumpuk, jefe de equipo para las actividades de subsistencia de Solidarités International. “Las personas que viven en un campo de refugiados están acostumbradas a recibir, se vuelven dependientes. Es muy difícil convencerlas a hacer cualquier cosa o invertir en algo”.

Al identificar el problema, Solidarités International cambió su estrategia, y la formación de este año combina la capacitación en actividades productivas con el Programa comunitario de la OIT para el desarrollo de empresas (C-BED) dirigido a aspirantes emprendedores.

Pyone Cho es uno de los 36 refugiados que participó en el nuevo curso que asocia las actividades de subsistencia con las competencias empresariales. Cuatro o cinco meses más tarde, los 36 aprendices vendieron el fruto de su primera pesca y comenzaron a alimentar un segundo lote.

“Es un éxito. Ellos siguen criando los peces y hasta expandieron la producción por iniciativa propia. Estoy muy satisfecho”, afirmó Apisit.

Un segundo curso de formación de este tipo fue organizado en mayo 2014. Say Lar Htoo, 57 años, participó en el curso, y sus peces ya tienen más de tres meses.

“Están tan grandes”, dijo ella orgullosa. “Yo como sólo dos veces al día, pero alimento mis peces tres veces al día.”

“Con la formación adquirí competencias que me permitirán sobrevivir en cualquier lugar”, dijo Say Lar, quien actualmente tiene tres estanques para peces pequeños, medianos y grandes.

“Estoy orgulloso de ellos”, declaró Sho Sudo, Especialista de programas y operaciones para el Programa multi-bilateral OIT/Japón que financia esta iniciativa, durante una visita a las piscifactorías de los refugiados en el campo. “Los refugiados adquirieron las competencias aquí, pero el conocimiento viajará con ellos. Pueden emprender una actividad cuando regresen a su país.”

C-BED, financiado por el Programa OIT/Japón, ha colaborado con más de 40 socios en los últimos dos años en Tailandia, Camboya y la República Democrática Popular Lao. Más de 2.500 personas han recibido formación sobre la creación de empresas. El enfoque C-BED, especialmente adecuado para las comunidades marginadas y vulnerables, ha ayudado a migrantes rurales y personas desplazadas, a refugiados y a personas que piden asilo, ex combatientes, personas con discapacidad, jóvenes que abandonan los estudios, mujeres vulnerables y personas que viven con VIH/SIDA.

El enfoque de formación de C-BED es innovador porque enseña sin la participación de formadores o expertos. En su lugar, las herramientas de formación son utilizadas de manera autónoma por la comunidad y las nuevas competencias son adquiridas a través de actividades concebidas para aprovechar las experiencias personales, las calificaciones y los conocimientos que poseen los aprendices.

“Jamás pensé que la metodología de formación de C-BED, una metodología de formación sin formadores, podría funcionar”, admitió Kanika Tamrongsaksanguan, Coordinador de Área de ADRA-Tailandia (Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales), otra ONG que ha incluido la formación C-BED para el desarrollo de empresas en capacitación en actividades productivas. “En cambio, los estimuló a opinar y compartir. Además, como trabajan en grupos, están más relajados y dispuestos a participar.”

Para más información, por favor póngase en contacto con: BANGKOK@ilo.org.