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Q&A

Ocultos tras los ladrillos: trabajar en condiciones de servidumbre en Afganistán

En Afganistán, trabajar en condiciones de servidumbre en la fabricación de ladrillos es una de las formas más frecuentes y, sin embargo menos conocidas, de trabajo peligroso, tanto para adultos como para niños. Un nuevo estudio de la OIT sobre este fenómeno constituye el primer intento de aportar una mejor comprensión de las dinámicas de la servidumbre por deudas en dos provincias del país. OIT En Línea habló con Samuel Hall Consulting, principal autor del estudio.

Artículo | 6 de febrero de 2012

Ocultos tras los ladrillos: trabajar en condiciones de servidumbre en Afganistán

Samuel Hall consulting Samuel Hall consulting: La naturaleza ardua de la fabricación de ladrillos y los salarios bajos dificultan la contratación y la retención de mano de obra. Tanto los niños como los adultos trabajan más de 70 horas por semana realizando tareas repetitivas. Gran parte del proceso de moldeado se hace en cuclillas, y los trabajadores están constantemente expuestos al sol, al calor y al polvo. Al utilizar un sistema de pago anticipado de salarios futuros que vincula a los trabajadores y a sus familias, los propietarios de los hornos logran asegurarse una mano de obra regular a bajo costo.

En toda la industria de ladrillos de Asia Meridional, los anticipos son utilizados con regularidad para atar a los trabajadores y a sus familias a una fábrica y para mantener los salarios bajos. Es muy difícil para un trabajador en condiciones de servidumbre salir de este círculo vicioso de deudas, porque los salarios son demasiado bajos para permitir que la deuda sea liquidada antes de que termine el período de actividad. Además, hay muy pocas, si hay alguna, oportunidades de empleo disponibles.

No obstante, los propietarios de los hornos siguen beneficiándose. Los hogares que trabajan en la fabricación de ladrillos reciben como pago en especie la vivienda, el agua y la electricidad. Esta forma de remuneración es la misma ya sea que trabajen dos o diez miembros de la familia. Los niños además realizan tareas que, si bien no siempre son visibles, aumentan la productividad de los adultos. Los niños ayudan a transportar el agua, barrer el lugar de trabajo, hacer bolas de barro que después son moldeadas por los familiares más ancianos. En el hogar, ellos ayudan con las actividades domésticas para que los otros miembros de la familia puedan dedicar más tiempo a la fabricación de ladrillos.

A medida que se reduzca la ayuda de los donantes, es probable que la economía afgana se contraiga, en particular, en aquellos sectores impulsados por la ayuda y los esfuerzos de reconstrucción, incluyendo la construcción, y aumente la dependencia del país de la agricultura. Es probable que muchos propietarios de fábricas de ladrillos que ya operan con márgenes mínimos de ganancias se vean obligados a cerrar o a reducir aún más los salarios de sus trabajadores, en un esfuerzo por competir en la guerra de precios en el mercado de ladrillos, cada vez más pequeño.

Los actores humanitarios y del desarrollo deben trabajar conjuntamente con el gobierno afgano y con los interlocutores sociales a fin de elaborar una estrategia creativa y coordinada para romper los ciclos interrelacionados de deuda, pobreza y dependencia. Esta estrategia debería dar prioridad al uso de políticas basadas en incentivos que estimulen a los individuos a cambiar sus actividades económicas, en vez de medidas de control dirigidas a restringir o prohibir algunos tipos de actividad. Debería abordar, entre otras cosas, el acceso al crédito y las herramientas de microfinanzas, cuestiones relacionadas con la posesión de tierras y con la migración de retorno transfronteriza y el acceso a educación de calidad para los niños, de manera de romper el ciclo de transmisión del trabajo en condiciones de servidumbre de una generación a otra.