Día Mundial del Medio Ambiente

“Eleven la voz, no el nivel del mar”

Mensaje de Guy Ryder Director General de la OIT con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente

Declaración | 5 de junio de 2014
El cambio climático es un problema real que tiene efectos cada vez más devastadores en las economías de los países, el bienestar de las personas y la vida humana. En los últimos diez años, la alteración de las condiciones meteorológicas y los fenómenos climáticos extremos han provocado la destrucción de infraestructuras, la interrupción de la actividad empresarial, el abandono de empleos y modos de vida y la muerte de personas en todo el mundo en una magnitud sin precedentes.

El mundo del trabajo tiene motivos para preocuparse.

Los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) son los más afectados y amenazados por los efectos del cambio climático. Están muy expuestos debido a su ubicación en regiones proclives a sufrir tormentas tropicales, su topografía de tierras bajas y al hecho de que sus recursos de agua dulce se ven amenazados por la infiltración de agua salada. Los sectores más afectados por el cambio climático son aquellos de los que dependen las economías de estos países y que emplean a la mayor parte de su fuerza de trabajo, como el turismo, la agricultura y la pesca. Muchos PEID carecen de recursos para construir barreras de protección y aquellos que cuentan con los recursos necesarios solo están ganando tiempo, ya que el nivel del mar continúa aumentando. El cambio climático ya amenaza la existencia de muchos PEID.

Lo que está ocurriendo en la actualidad en los PEID y en otros países expuestos al cambio climático, como Bangladesh y Filipinas, augura la suerte que correrá la mayoría de los países como consecuencia del calentamiento global de más de 2 grados centígrados al que se encamina el mundo a finales de siglo. Estudios realizados por la OIT y otros organismos como la OCDE y el Banco Mundial han concluido en forma unánime que el cambio climático descontrolado y posiblemente irreversible menoscabará de manera drástica el crecimiento económico y los empleos.

Un futuro diferente, con mejores perspectivas para el desarrollo y los empleos, es posible. La ecologización de la economía ofrece muchas oportunidades para alcanzar objetivos sociales: puede actuar como un nuevo motor de crecimiento, tanto en los países adelantados como en los países en desarrollo, y como un generador neto de empleos decentes y verdes que pueden contribuir en gran medida a la erradicación de la pobreza y a la inclusión social.

La ecologización de las empresas y los empleos y la promoción de empleos verdes fomentarán una economía competitiva, baja en emisiones de carbono y ambientalmente sostenible, y contribuirán a combatir el cambio climático. Permitirá reforzar la capacidad de resistencia al cambio climático de los países y las comunidades vulnerables. Si se maneja de forma adecuada, la transición hacia economías ambiental y socialmente sostenibles puede contribuir de manera decisiva a la creación de empleos de mejor calidad, a la justicia social y a la erradicación de la pobreza.

En todo el mundo, la OIT y sus mandantes alzaron su voz para decir alto y claro: el desarrollo sostenible solo es posible mediante la participación activa del mundo del trabajo. Los actores del mundo del trabajo (gobiernos, empleadores y trabajadores) no son espectadores pasivos, sino agentes de cambio capaces de concebir nuevas formas de trabajar que protejan el medio ambiente para las generaciones actuales y futuras, erradiquen la pobreza y promuevan la justicia social mediante el fomento de empresas sostenibles y la creación de trabajo decente para todos.

En este momento decisivo, sus voces y su compromiso son más necesarios que nunca. En los próximos 18 meses los gobiernos deberán concertar un nuevo acuerdo mundial sobre el cambio climático. El mundo del trabajo tiene que posicionarse con respecto a la formulación de políticas, la ecologización y la resiliencia al cambio climático en las empresas y los lugares de trabajo. El papel de la OIT en la transición hacia un desarrollo sostenible con bajas emisiones de carbono será el factor que marcará la diferencia entre el segundo siglo de actividad de la Organización y el primero.