Eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio

Convenios de la OIT

La situación económica puede obligar a las personas a malvender su libertad, y la explotación laboral puede revestir diversas formas. Ahora bien, el trabajo forzoso (para utilizar un término breve y de alcance general) es algo muy específico. Ocurre cuando el trabajo o el servicio es exigido por el Estado o por personas que tienen la voluntad y el poder de amenazar a los trabajadores con severas privaciones como, por ejemplo, privarles de alimentos, de la tierra o la remuneración, ejercer violencia física o abusos sexuales contra ellos, limitar sus movimientos o encerrarlos.

Por ejemplo, un trabajador doméstico se encuentra en una situación de trabajo forzoso cuando el jefe de familia le saca sus documentos de identidad, le prohíbe que salga y le amenaza con, por ejemplo, pegarle o no pagarle el salario en caso de desobediencia. Además, el trabajador doméstico también puede trabajar por un salario excesivamente bajo, si bien esto constituye otro problema. Si el trabajador puede irse libremente, no esto constituye trabajo forzoso, sino de explotación.

Otro ejemplo de trabajo forzoso ocurre cuando los aldeanos, lo quieran o no, tienen que contribuir con su trabajo a la construcción de carreteras, de canales de irrigación, etc., y cuando los funcionarios del gobierno, la policía o los jefes tradicionales esgrimen amenazas concretas si los hombres, las mujeres o los niños requisados no acuden a trabajar.

El trabajo en régimen de servidumbre por deudas es, de hecho, una forma de trabajo forzoso muy corriente en un cierto número de países en desarrollo. A veces comienza con un pobre campesino analfabeto que se compromete a trabajar para un intermediario o un terrateniente durante un determinado período de tiempo para saldar una deuda. En ciertas oportunidades la obligación pasa de un miembro de la familia a otro, incluso a los niños, y de una generación a otra. El trabajo exigido rara vez se define o se limita en el tiempo y suele ser manipulado de tal manera que nunca se llega a saldar la deuda. El trabajador pasa a depender del intermediario o del terrateniente y trabaja en condiciones de esclavitud. Las amenazas y, de hecho, el ejercicio de la violencia o la imposición de otros castigos por no trabajar convierten una relación económica - ya de por sí desigual - en una situación de trabajo forzoso.

El tráfico de mano de obra puede dar lugar al trabajo forzoso. Uno de los métodos que los traficantes suelen utilizar para ponerse en posición de fuerza es confiscar los documentos de identidad de las personas que trasladan a efectos de conseguir empleo. En otros casos, les exigen anticipos o les dan préstamos, a raíz de lo cual esas personas quedan atrapadas en una situación de dependencia. Los traficantes pueden también recurrir al rapto, en particular de niños. Cualquiera que sea el caso, los traficantes, las personas relacionadas con ellos o los empleadores en el lugar de destino no permiten a sus víctimas elegir su trabajo ni las condiciones en que lo realizan. La intimidación puede traducirse en la denuncia de la situación ilegal de la víctima a la policía, en agresiones físicas e incluso en abusos sexuales.

La Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo obliga a los Estados Miembros a eliminar el trabajo forzoso. Una relación de trabajo debería elegirse libremente y sin que pesen amenazas sobre ella.

Según los países, la definición del trabajo forzoso puede ser más amplia que la de la OIT. La OIT fija normas mínimas que establecen el nivel mínimo aceptable que los países deberían respetar. Claro está, pueden adoptar normas de protección de los trabajadores de nivel más elevado.