Erradicado el trabajo infantil en comunidad minera del Perú

El 26 de junio de 2004 será posiblemente recordado como un día histórico en el combate contra el trabajo infantil en Perú. Ese día, al inaugurar una mini-planta de procesamiento de oro a pequeña escala en Santa Filomena, la Ministra de la Mujer y Desarrollo Social declaró a este asentamiento de 1500 habitantes, “la primera comunidad minera completamente libre de trabajo infantil en el Perú.”

Noticia | 5 de julio de 2004

El 26 de junio de 2004 será posiblemente recordado como un día histórico en  el combate contra el trabajo infantil en Perú. Ese día, al inaugurar una mini-planta de procesamiento de oro a pequeña escala en Santa Filomena, la Ministra de la Mujer y Desarrollo Social declaró a este asentamiento de 1500 habitantes,  “la primera comunidad minera completamente libre de trabajo infantil en el Perú.”

5 de julio 2004

“Aparece orito, aparece”. La frase resuena como un ruego en los labios de José mientras escarba con sus manos y a veces con la ayuda de un rastrillo en el desmonte de roca mineralizada, con la esperanza de encontrar algunos restos de oro entre el mineral desechado luego de una primera selección por los mineros. Las partículas amarillas representan, a sus 6 años, la razón principal de su existencia. José es un niño más de los 50,000 que en Perú trabajan en lo que muchos consideran uno de los oficios más nocivos que existen para la población infantil: la explotación artesanal del oro.

Perú es el primer productor de oro en América Latina y el séptimo en el ranking mundial; el oro constituye su principal producto de exportación. El 13 % de la producción total de de oro en el país, unas 15 toneladas anuales, proviene de la minería artesanal, un sector que genera un valor de exportación anual de 120 millones de dólares y emplea a no menos de 30,000 familias. La explotación minera artesanal tiende a ser considerada a la vez como una oportunidad y un problema. Por un lado se reconoce su potencial para generar empleo, reducir la pobreza, contribuir al desarrollo local y contener la migración interna hacia las grandes ciudades. La minería artesanal permite con una baja inversión, tecnología sencilla y trabajo intensivo recuperar aquellos yacimientos que la minería industrial estima poco productivos y transformarlos en factores de generación de divisas. Así, el Ministerio de Energía y Minas del Perú estima que el valor de producción anual del sector minero artesanal alcanza los 120 millones de dólares. Sin embargo, el proceso de extracción artesanal del oro es también sinónimo de contaminación ambiental, de problemas graves de salud y seguridad laboral, de condiciones extremadamente precarias de trabajo y, con demasiada frecuencia, del uso de mano de obra infantil en ocupaciones  altamente peligrosas.

Santa Filomena, una comunidad minera artesanal ubicada en la región Ayacucho en la sierra peruana, es representativa de las dos caras de esta realidad. La historia de este caserío comienza en  la segunda mitad de los años ochenta, cuando algunos hombres de las  zonas más golpeadas por la violencia terrorista y la crisis del campo a principios de los años noventa, llegaron allí con la finalidad de obtener un poco de oro para el sustento de sus familias. Desde entonces Santa Filomena se ha convertido en un caserío minero de 1,500 habitantes de los cuales el 47% son niños; que al inicio de la intervención eran en su gran mayoría, trabajadores.  En Santa Filomena los niños trabajaban por las mismas razones que lo hacen los niños de casi todos los centros de minería artesanal del Perú, llámense éstos Ananea, La Rinconada, Sandía, Huaypetuhe o Madre de Dios. Porque sus padres son muy pobres, porque no existen escuelas o las que hay son de muy baja calidad, porque el Estado no está presente en sus comunidades o porque predominan en sus familias patrones culturales que conciben al niño como “un adulto pequeño”, como una fuerza de trabajo que es necesario poner a producir más temprano que tarde.

Basta visitar cualquier centro de minería artesanal para encontrar niños mayores de 12 años trabajando en el interior de la minas, perforando los socavones con cinceles y combas para extraer el mineral, respirando en el interior de la mina la concentración de polvo y gases tóxicos o soportando en el exterior, en los lavaderos de oro, altas temperaturas o lluvias torrenciales mientras inhalan el mercurio gaseoso, altamente tóxico, producido en la quema de la amalgama que permite separar las partículas de oro. El peligro de aplastamiento por desprendimiento de rocas, las afecciones de los huesos y músculos por cargas excesivas del mineral, las lesiones y enfermedades en la piel por la exposición crónica al sol y las altas temperaturas, las agresiones físicas y psicológicas recibidas de parte de los mineros adultos, todo ello conforma un cuadro de explotación y riesgos para los niños de las comunidades mineras que se enmarca dentro de lo que la OIT considera  como “las peores formas de trabajo infantil”.

La comunidad en acción

Pese a las dificultades que suponía el aislamiento geográfico y la ausencia de estructuras estatales, la comunidad de mineros de Santa Filomena comenzó por organizarse en torno a la Sociedad de Trabajadores Mineros con la finalidad de obtener beneficios tales como la titulación de la mina, el permiso para el uso de explosivos, o el mejoramiento del transporte del oro hacia los enclaves de expendio. Es sobre la base de este desarrollo organizativo de la propia comunidad que, en 1998, la Organización Internacional del Trabajo a través de su Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, IPEC, inicia junto con la organización privada CooperAcción y entidades del estado peruano un proyecto destinado a erradicar el trabajo infantil en la mina artesanal de Santa Filomena.

“Se buscaba -recuerda Carmen Moreno, Especialista Regional de trabajo Infantil de la OIT- alejar progresivamente de esta actividad a los niños y jóvenes de este asentamiento minero, mejorar sus condiciones de vida y convencer a los padres de los riesgos a que exponían a sus hijos”.

El modelo de prevención y eliminación del trabajo infantil definido por la OIT, se basó en la promoción del desarrollo sostenible de la comunidad y en el compromiso de su participación activa. Combinando estrategias de formalización, modernización productiva, fortalecimiento organizativo, mejora de la protección social, generación de ingresos para mujeres, sensibilización de la población y desarrollo de los servicios de educación, nutrición y salud, se logró en un plazo relativamente corto retirar y prevenir el trabajo en las minas de centenares de  niños y niñas.

“La experiencia en Santa Filomena -dice Carmen Moreno- ha sido en los últimos años una de las más completas y emblemáticas en demostrar que es posible prevenir y eliminar el trabajo de niños y niñas en la minería artesanal de oro a través de una acción con alto compromiso de las organizaciones locales y con un enfoque integral de la intervención que apunta al desarrollo sostenible de la localidad y de las familias”

El 26 de junio de 2004 será posiblemente recordado como un día histórico en  el combate contra el trabajo infantil en Perú. Ese día, al inaugurar una mini-planta de procesamiento de oro a pequeña escala, la Ministra de la Mujer y Desarrollo Social, Ana María Romero, declaró a Santa Filomena la primera comunidad minera completamente libre de trabajo infantil en el Perú. “Los niños y niñas de Santa Filomena-expresó- ya no estarán expuestos al mercurio ni deberán soportar sobre sus espaldas el peso de los sacos del mineral que acarreaban. Santa Filomena se convertirá en la primera comunidad minera artesanal sin trabajo infantil”.  

Es evidente que la tarea de erradicación del trabajo infantil en los asentamientos mineros artesanales en Perú apenas comienza. Existen en el país más de doscientas comunidades donde el trabajo infantil continúa siendo la regla. Pero el ejemplo de Santa Filomena demuestra que allí donde convergen la decisión organizativa de una comunidad y la voluntad de apoyo de los actores sociales, es posible desarrollar alternativas de trabajo decente para los adultos y acabar con las peores formas de trabajo infantil.